Hidrocarburos: es imprescindible una política de Estado
jueves 02 de octubre de 2014, 11:13h
El Ejecutivo acaba de enviar al Congreso una reforma al
régimen de los hidrocarburos, que apunta a recuperar el autoabastecimiento
energético. Se trata de un objetivo estratégico que trasciende una
administración y, como tal, reclama una ley con el suficiente consenso para
asegurar su estabilidad en el largo plazo. Es imprescindible la búsqueda de
acuerdos que den sustento a una política de Estado en materia de hidrocarburos.
Ello sólo será posible si el Gobierno habilita su debate en el Congreso, cuyo
rol no puede reducirse a ratificar el proyecto del Ejecutivo.
Las políticas implementadas durante los últimos años
desincentivaron la inversión e hicieron perder la soberanía energética. El
proyecto de ley parece querer reparar el daño cometiendo el error inverso:
pretende promover la inversión estableciendo condiciones e incentivos que
resultan excesivos. Las prórrogas automáticas de las actuales concesiones y la
extensión sin licitación de permisos para explotar hidrocarburos no
convencionales en las áreas ya adjudicadas, tal como las que prevé el proyecto,
constituyen privilegios irritantes y atentan contra un proceso de inversión que
favorezca la competencia sobre reglas de juego claras y transparentes. El
camino más seguro para revertir la actual situación es la sanción de normas de
largo lazo que brinden a los inversores las certezas propias de las políticas
de Estado.
El país necesita una política única, que respetando la Constitución,
permita al Estado recuperar sus roles indelegables de planificación y
coordinación. Para ello es preciso acordar una ley capaz de garantizar la
estabilidad de normas que promuevan las inversiones necesarias.
El reto que supone desarrollar una política nacional de
hidrocarburos implica no solo concentrar el esfuerzo en los no convencionales
(recursos prospectivos cuya declaración de comercialidad requiere de inversión
y de estrictas regulaciones ambientales), también hay que tener presente que el
90% de las cuencas sedimentarias del país se hallan inexploradas, especialmente
el mar hasta el talud oceánico. Dicha ley deberá, además: contemplar el
financiamiento para la diversificación de nuestra matriz energética, altamente
dependiente de recursos no renovables; preservar los intereses de futuras
generaciones; promover el desarrollo de una industria nacional proveedora de
bienes y servicios petroleros; y establecer presupuestos mínimos ambientales
conforme el art. 41 de la Constitución.
Exitosas experiencias internacionales -como las de Brasil y
ahora México, y nuestra propia experiencia con el Plan Houston, que posibilitó
un copioso proceso de inversión, con reglas de juego favorables a los intereses
del país que permitieron recuperar el autoabastecimiento- son los espejos donde
debemos mirarnos.
No sólo es indispensable contar con una política de Estado
en esta materia, es también posible en la medida en que el Gobierno entienda
que la permanente confrontación y la imposición unilateral de una mayoría
circunstancial no hacen sino empobrecer la democracia y empequeñecer nuestro
futuro.
Ricardo Alfonsín
Diputado Nacional por la Unión Cívica Radical