Inclusión social: Proyecto de país, proyecto de vida
miércoles 21 de mayo de 2014, 14:19h
Un balance del impacto que significó el programa Progresar
en la franja de jóvenes de 18 a 24 años, articulado en un marco más amplio de
políticas públicas de inclusión e igualdad social.
Hace aproximadamente tres meses la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner presentó una nueva política de ampliación de derechos
como es el Progresar. Este programa no sólo significa una oportunidad para los
jóvenes de 18 a 24 años, sino que sumado a la asignación por embarazo y la
asignación universal por hijo garantiza la protección de los 0 a los 24 años,
siendo la cobertura de niños y jóvenes más amplia de Latinoamérica.
Nuevamente, desde este proyecto político, apostamos a una
iniciativa innovadora, donde no sólo se amplían derechos sino que también
exigimos una contraprestación. En este caso, la mejor de las contraprestaciones
porque la educación es la herramienta más valiosa para construir futuro. En el
pensamiento neoliberal la juventud se naturalizó como sujeto de consumo y de
manipulación para los objetivos del mercado, para nosotros los jóvenes son
sujetos protagonistas y poseen la fuerza arrolladora de la transformación.
A partir del 2003 desde el Ministerio de Desarrollo Social
pusimos en marcha políticas sociales integrales, sólo posibles en una nueva
concepción de Estado, presente, activo y promotor. Construimos un modelo
propio, sin recetas preestablecidas, teniendo siempre como eje a las personas y
la familia, el ejercicio pleno de los derechos y el desarrollo humano. Por eso
no entendemos las políticas sociales universales en el sentido clásico, de mera
transferencia de fondos, creemos en la universalización del acceso a las
oportunidades.
Hemos avanzado en un cambio de paradigma de las políticas
sociales, que nada tiene que ver con un mero cambio de método. A tono con las
conquistas que hemos conseguido en los últimos diez años, lo primero que hay
que asumir es a la política como la más poderosa herramienta de transformación
social. En ese camino, rompimos primero con la lógica eterna de las políticas
de escritorio y tomamos la decisión de construirlas desde el territorio. Esto
se traduce en mayor diversidad, más oportunidades, democratización de la toma
de decisiones y por sobre todo revalorización de la identidad.
Y generamos cambios en todos los aspectos de las políticas
sociales, desde el aumento del presupuesto, la creación de herramientas y
avances normativos para lograr una nueva institucionalidad y la protección y
promoción de derechos. Impulsamos el trabajo desde la economía social y
promovemos la organización y la capacitación popular.
Profundizamos el trabajo territorial, creando redes desde
los más de 770 Centros Integradores Comunitarios, y promovemos espacios de
participación a través de más de 1500 mesas de gestión. Estos espacios
constituyen un modelo basado en el diálogo y el trabajo conjunto con distintos
niveles del Estado - nacional, provincial y municipal - y actores sociales de
la comunidad. Estas son herramientas vitales para la implementación de
políticas de abordaje integral desde donde se integran saberes populares y técnicos
en acciones.
Porque entendemos a la juventud como sujetos de acción y
decisión política trabajamos para la recuperación de su protagonismo. No
solamente hemos ampliado el derecho a voto a partir de los 16 años sino también
hemos creado e impulsado diferentes espacios de debate y participación. La
rebeldía, la transgresión y el compromiso son valores que se reflejan en estos
espacios. Porque creemos, como decía el presidente Néstor Kirchner, que la
juventud es el punto de inflexión del nuevo tiempo.
Y acá nos encontramos nuevamente frente a una otra política
lanzada por la Presidenta. Seguimos sumando herramientas de inclusión, de
justicia social y de búsqueda constante de igualdad de oportunidades para todos
y todas. No es casual, si algo hemos demostrado durante estos años de gobierno
es que no vamos a claudicar nunca en conseguir un país más justo e igualitario.
Y es difícil, después del largo camino recorrido, que a
algunos todavía les cueste entender que esta lucha la tenemos que dar todos
juntos y de forma unida. Que para que
esta democracia sea fuerte hay que abandonar las veleidades personales y poner
todo el esfuerzo al servicio del pueblo. Desafío que trasciende la discusión
acerca de si se "habla mal o bien" de un gobierno; o incluso si se difunden o
no sus acciones, sino que implica pensar de qué modo cada uno de nosotros
podemos aportar, desde nuestro lugar, para reproducir las desigualdades
sociales o para profundizar un proyecto de país más democrático e inclusivo.
Frente a los constantes ataques desde la cultura del
desanimo, señalaba: "Existen gurúes que nunca hacen una autocrítica de su
lamentable legado, y sin embargo eso pareciera no incomodarlos a la hora de
levantar el dedo y permitirse señalar a otros. No me extraña: a más de uno he
visto bajar la mirada y quedarse sin palabras cuando, mano a mano, le pedí
propuestas concretas. Quienes ocupamos cargos en la función pública, estamos en
ellos para servir al pueblo y no para servirnos de los cargos. Por eso es
importante terminar con la hipocresía de quienes declaman que quieren construir
cuando solo quieren destruir y sobre todo tener memoria y recordar que, cuando
tuvieron la oportunidad, muchos de ellos no estuvieron a la altura de la
historia. Hoy eligen el camino del desánimo y quieren presentarse como los que
tienen las soluciones para los problemas de nuestro país. Se rasgan las
vestiduras hablando de la necesidad de terminar con la fragmentación, pero a la
hora de la verdad no son capaces de ceder ni un milímetro de su posición de
privilegio".
Sin embargo, somos conscientes que, como siempre, la mejor
respuesta es el trabajo. Articulando acciones y sumando esfuerzos desde
abordajes integrales. Y este mismo empuje es la impronta con que nace Progreso.
Desde el Ministerio de Desarrollo Social, se pone en juego toda la experiencia
y red territorial, junto a Anses, Pami y los distintos ministerios, para trabajar en conjunto, detectar a los
jóvenes y acompañarlos.
Y porque las oportunidades nunca se reducen al ingreso, la valiosa experiencia en el
desarrollo de las mujeres del "Ellas Hacen",
nueva línea del programa de Ingreso Social con Trabajo, "Argentina
Trabaja", es aplicada en el acompañamiento de los jóvenes. Frente a la
necesidad de contar con espacios para dejar al cuidado a sus hijos/as, esta
misma red, que incluye Centros de Primera infancia, espacios en los Centros
Integradores Comunitarios (CIC) y distintos recursos que son definidos por la
identidad de cada lugar, se pone al servicio de los jóvenes de Progresar para
que puedan terminar sus estudios.
El proyecto de un país, es el proyecto de vida de millones
de personas. Y la historia de nuestra Argentina nos enseñó -en ya muchas
oportunidades- que no es posible imaginarlos por separado. Por eso, como señaló
nuestra presidenta, "más que una política de Estado, este es un proyecto de
vida digno". Progresar ya no puede pensarse como el privilegio de unos pocos, sino el derecho
de todo un pueblo.