lunes 03 de junio de 2013, 10:15h
Dicen que la mejor manera de acertar siempre en el blanco es
disparar primero, y argumentar luego que "el blanco" era el lugar en dónde se
clavó la flecha.
El gobierno ha fracasado en su política antiinflacionaria o,
mejor dicho, nunca tuvo una política contra el aumento sostenido y generalizado
de los precios.
Primero, modificó arbitrariamente, el cálculo del Índice de
Precios al Consumidor.
Luego, aplicó, en un grupo específico de bienes y servicios,
en algunos mercados agropecuarios y en el sector de la energía y el transporte,
una particular mezcla de restricciones,
autorizaciones de aumentos diferenciados, impuestos, subsidios, etc.
Por supuesto que estas medidas, más allá de concentrar
mercados favoreciendo a grandes empresas y cadenas, desalentar la producción y
la inversión en energía y en ciertos productos del agro, espiralizar el gasto
público en subsidios, crear una distorsión fenomenal de precios relativos, y
ganancias y pérdidas extraordinarias, no impidieron que la tasa de inflación
anual de la Argentina sea un número de dos cifras que empieza con "2".
Puede ser que todas estas medidas hayan evitado una
aceleración de algunos precios, pero lo cierto es que la inflación es un
fenómeno macroeconómico y no sectorial y, por lo tanto, sólo admite soluciones
macroeconómicas derivadas de la política fiscal, monetaria y cambiaria y no
depende de lo que se haga en la Secretaría de Comercio, por más eficientes que
sean sus funcionarios.
Pero, además, al gobierno nunca le interesó hacer una
política contra la inflación.
Porque la inflación,
hasta hace poco, resultó funcional al programa populista. En efecto, el
impuesto inflacionario explícito, o el implícito en la falta de ajustes del
impuesto a las ganancias y en el componente "nominal" de los impuestos al
consumo, forman parte del "cierre" de
las cuentas públicas.
Desde el relato, se justificaba la inflación con el falso
dilema de "baja inflación o alto crecimiento", cuando, como lo prueban la
mayoría de los países de la región, se puede tener ambas cosas.
Sólo ahora, que las encuestas muestran que la inflación ha
escalado en la preocupación de la gente y, con bajo crecimiento, el falso
dilema mencionado no se sostiene, el gobierno, en especial la Presidenta, sin
reconocer que nos han mentido en la evolución de los precios, intenta mostrar,
cierta preocupación por la inflación.
Obviamente, como el gobierno no piensa cambiar su política
macroeconómica, al menos antes de las elecciones, lo único que puede hacer, con
el tema inflacionario, es lo mismo que ha hecho con otros temas que preocupan a
la población, montar un espectáculo para
publicitar en "fútbol para todos".
Pero no puede sumar un nuevo fracaso en algo tan sensible.
Por lo tanto, elige congelar un conjunto de precios que ya
estaban congelados. Acordando con un grupo de empresas, con las que ya había
acordado.
Es decir elige como blanco, el lugar dónde ya cayó la
flecha.
Y como está en campaña electoral, necesita inventar una
nueva "batalla épica" con organizaciones afines e intendentes que muestren que
el gobierno y sus amigos se "ocupan" del tema inflacionario que tanto le
preocupa a la gente.
Simultáneamente, el gobierno se apura en mostrar datos
negativos de actividad, empleo, ventas, de los primeros meses de este año,
desde el propio INDEC, para que cuando se anuncien los buenos números del
segundo trimestre (superiores seguramente al desastroso segundo trimestre del
año pasado), que serán los últimos datos a difundir previos a las PASO, pueda
presentar otro éxito más, contra los "profetas del desánimo".
A la vez que tendrán plena vigencia los incrementos de
subsidios anunciados, junto a los aumentos salariales cerrados durante el mes
que acaba de terminar.
A ello habrá que sumarle algo de CEDINES en el mercado
inmobiliario, (¿Y en algún otro mercado, como para arreglar algunas cuestiones
sectoriales?) y alguna recuperación de reservas, vía el nuevo bono, "apretando" a los empresarios amigos para que
devuelvan algo de lo que se "llevaron con pala".
Pero, insisto, como la Argentina lo que tiene hoy es un
enorme problema de desequilibrios macroeconómicos, que no se arreglan, ni con
show, ni con aprietes, ni con militantes, ni con inspectores, los verdaderos
problemas de la economía argentina sólo se podrán maquillar y disimular por un
rato.
El rato necesario para que siga el show.