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El tango de los gallegos [Buenos Aires y Montevideo]

El tango de los gallegos [Buenos Aires y Montevideo]

Por Manuel Suárez Suárez
miércoles 14 de junio de 2023, 11:37h

Habrá que hablar del año 1850 si queremos indicar una fecha para el comienzo del proceso de urbanización de las capitales de la República Argentina y de la República Oriental del Uruguay.

La vida en ambos puertos rioplatenses estuvo siempre muy unida ya que los acontecimientos de una orilla tenían consecuencias en la otra. Montevideo casi duplica su población entre 1843 y 1851. A esta etapa histórica se la conoce como el Sitio Grande porque la capital uruguaya permaneció sitiada durante ocho años, hasta la firma de la paz el 8 de octubre de 1851. En estos años, en Buenos Aires, el gobierno estaba en manos de Juan Manuel de Rosas (Rozas) que fue quien ayudó al general Oribe para mantener el cerco desde su cuartel del Cerrito. Hay mucho que explicar sobre federalismo, caudillismo e imperialismo inglés pero va a quedar para cuando imparta en Buenos Aires y Montevideo un curso intensivo sobre los gallegos en el tango, es decir, sobre La emigración gallega en el tango rioplatense.

Las dos ciudades-puerto o mejor dicho, las dos grandes aldeas, tuvieron un semejante proceso de urbanización que fue motivado por los avances tecnológicos que transformaron el transporte (ferrocarril y tranvías) y las comunicaciones (telégrafo) y también la vida ciudadana con los nuevos servicios de agua corriente, electricidad y gas. Es en este momento cuando se produce el alambramiento de los campos que será determinante para que las dos nuevas repúblicas ingresen en un primigenio sistema capitalista de establecimientos ganaderos (las estancias). De ahora en adelante serán los propietarios latifundistas los que tengan el poder económico y por lo tanto, también el poder político. Es época de presidentes militares: Roca, en Argentina, es de estirpe catalana y Latorre, en Uruguay, es de estirpe gallega.

El historiador uruguayo Fernando O. Assunçao habla de dos círculos de crecimiento en ambas capitales rioplatenses: 1) uno de carácter concéntrico en el que por un lado los hombres del campo ---los gauchos--- vienen en busca de trabajo y por el otro y con la misma finalidad, entran por el puerto, los emigrantes; 2) otro es de carácter excéntrico [el centro de las ciudades crece con nuevos inquilinos ya que la clase alta construye grandes viviendas en zonas residenciales de la periferia]. La urbanización comienza por el puerto ya que allí es donde tiene lugar el comercio de exportación e importación. Si hablamos de importación debemos subrayar la entrada masiva de emigrantes españoles e italianos que son los que cambian totalmente la fisonomía de las ciudades.

Los tanos y los gayegos chocan en un mismo espacio con los antiguos trabajdores rurales ---los gauchos--- que ahora no tienen caballo y buscan un empleo en la recién surgida industria cárnica de exportación en mataderos y saladeros. Nacen nuevos barrios alrededor de estas industrias que en Buenos Aires son los barrios de Flores y Mataderos y en Montevideo son los de El Cerro y de La Teja. Tiene lugar, en ambas ciudades, un fuerte empuje en la construcción de viviendas y en la pavimentación de calles que utilizan madera dura en Buenos Aires y piedra en Montevideo. Para el sociólogo uruguayo Juan Rial que estudia el crecimiento demográfico entre 1870-1930, el alambrado de los campos fue muy negativo para la mano de obra ocupada porque dejó sin trabajo a unas 8000 familias en 1880. La cría de ganado era la principal actividad económica exportadora pero necesitaba muy poca mano de obra. En aquel tiempo la agricultura era una actividad marginal que estaba fuera del mercado internacional.

Son varios los autores que señalan que en el rápido crecimiento de las repúblicas platenses hay una fuerte contradicción que aún hoy no fue superada y frena un normal desenvolvimiento económico. Los campos estaban vacíos y con escasa y muy desperdigada población. Parece lógico y sensato el pensar en poblar estos amplios territorios con colonos para que sean familias europeas las que funden un empresariado ganjero [farmers] pero la realidad fue muy distinta. Así es que los recién llegados no se establecieron en la zona rural sino que anclaron sus ilusiones y sus penas en las orillas de las ciudades. Los labradores gallegos que plantaban patatas en sus aldeas son ahora los que las venden en sus almacenes.

Soy de la opinión de que los gayegos sin arado iban más preparados para la lucha diaria que los gauchos sin caballo. Nuestros emigrantes estaban acostumbrados a duros inviernos y saben que después de un largo viaje tienen que sudar para salir adelante. Se desplazan para buscar un lugar que sea acogedor para refugiarse de las tormentas. Es lo contrario de lo que les sucede a los gauchos que se acuerdan, entristecidos, de lo que acaban de perder. Mientras unos, los que llegan, respiran esperanza; a los que están en suelo americano los hunde la frustración. En estos años anteriores al 1900 no se puede hablar de mucha tolerancia entre los grupos sociales. Aún no se tiene una convivencia pacífica porque cada protagonista va detrás de un sitio en el que vivir en paz. En la búsqueda de un rinconcito de bienestar es cuando brotan nuevas formas culturales. Una de ellas es el TANGO que fue el fruto más original que salió del enfrentamiento dialéctico, en zona urbana, entre gente desplazada.

Manuel Suárez Suárez

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