Las cartas del Abuelo Pascasio: Un mercenario cinegético en el Banco Nación.

Muy querida nieta Cristina:

Te escribo estas líneas para informarte que acabamos de desheredar a perpetuidad al recién nombrado presidente del Banco de la Nación Argentina. Los abuelos poseemos la celestial competencia administrativa para borrar del registro de Honradez Galaica a todo aquel descendiente que incumple con su deber de fidelidad al generoso sudor de los miles de emigrantes que lucharon con tesón en la orilla rioplatense. Es evidente que el máximo responsable del Banco Nación es un elemento nocivo por su escasa credibilidad y mínima ética.

Dentro del sentimentalismo atlántico no hay lugar para los mercenarios. Son gente detestable que se vende al mejor postor. Defienden las más sucias causas. Nuestra historia está repleta de éxitos. En la Edad Media con la revolución Irmandiña derrotamos a los señores feudales. En nuestra tierra se instituyó la primera monarquía cristiana de occidente. Fueron nuestros hermosos paisajes los que otorgaron partida de nacimiento a la primera lírica peninsular en el idioma propio. Desde hace 150 años recorremos el mundo con nuestra muiñeira de amor y esperanza.

No aceptamos que venga un cínico a mentir para negar la triste realidad del afane descarado de un gobierno que destruye a la mayoría para llevarse la gran coima de los pocos que se benefician con la desgracia ajena. Somos viejos, de acuerdo, pero preferimos el rico asadito a la parrilla a un globito de color amarillo. El desheredado es un cara de piedra. No tiene una gota de humanidad en su cuerpo. Se cree un vivo bárbaro al repetir opiniones publicadas en 1803 en el “Traité d´économie politique, ou simple exposition de la manière dont se forment, se distribuent, et se compesent les richesses”.

El mercenario es un chamuyador de la peor especie ya que por un sueldo te desprecia y te ofende sin ningún pudor. Nadie en su sano juicio puede afirmar delante de un micrófono que el reciente pasado de bienestar “fue una ilusión, eso no era normal”. Es exclusivo de un sinvergüenza el disparate racista de que “un bebé que nace en la villa es como un animalito salvaje que no puede ser educado, tiene una marca en el cerebro”. Si lo dice es porque se siente amparado por la mafia mediática del alegre grupo del “Clarín Trece Nacional”. El negarle la educación a los que menos tienen es la miserable expresión de un discriminador egoísta que debería ser denunciado en sede penal.

El presidente del Banco Nación quiere teorizar sobre oferta y demanda pero la verdad es que no le da la nafta al carecer de base formativa. Hay que disculparlo, faltó a clase el día en que el profesor explicó como Keynes sacó de la crisis a Europa y Estados Unidos. Se quedó con Jean-Baptiste Say y el cuentito barato de que la oferta crea su propia demanda. Dentro de unos días se viene el carnaval, lo veremos con su careta de demagogo neoliberal para no tener que hablar de recuperación económica. Una frase de Fernando D'Addario nos describe su oficio cinegético: Ahora habrá que cazar a los chivos expiatorios de la debacle: los inmigrantes, los pibes de las villas, los manteros. Habrá que manipular los miedos para ocultar los números.

Me despido. Tengo que apurarme para no perderme la trasmisión especial de la obra “Voaxa e Carmín” desde el Teatro Principal de Santiago de Compostela. Las actrices Mabel Rivera y Belén Constenla se meten en la piel de las hermanas Fandiño Ricart. Te acordarás que hace poquito en el Auditorio Kraft se representó “Las dos en punto” que también abordaba el drama de las dos mujeres compostelanas golpeadas por el franquismo. Recibí el cariño del viejo fonsagradino que está contando los días que faltan para tu regreso a la cancha que embarró el régimen macricida.

Pascasio Fernández Gómez