lunes 19 de enero de 2015, 17:07h
Cuando tuvimos los atentados de la Embajada de Israel y de
la AMIA nos familiarizamos con la noción de onda expansiva. Las bombas tenían
un efecto que agrandaba el radio de destrucción. Morían personas que estaban en
los departamentos de enfrente a causa de la onda expansiva del estallido.
Desde la madrugada de ayer, con la muerte del fiscal Nisman,
se instala una onda expansiva de estupor y peligro real. Una amenaza siniestra
por el alcance masivo de semejante muerte. Todo el país está confundido y
asustado. Todo el país está en shock. Esto no va a ser gratuito porque a partir
de ayer el estado de frustración por la mala situación general quedó
subordinado a algo peor: al miedo y a la soberbia que destila la impunidad en mi
país. Se siente como un espantoso corte de manga que no se puede explicar. Eso
es imperdonable. Eso es tan grave y dañino como la instancia tan trágica de que
Nisman esté muerto. Mis condolencias a su familia, a sus hijas, a su equipo de
colaboradores. Y mi pesar por la vida trunca de un hombre joven.
El clima está creado.
Quién y cómo fue lo determinará la Justicia; consecuencia de
qué fue, lo puedo decir yo: hicieron de los servicios de inteligencia,
servicios de Gobierno; desprestigiaron a la Justicia y persiguieron a cuanto
funcionario judicial, periodista o dirigente político los investigó. Quién fue,
no lo sé, quién provocó este escenario lamentable, sí lo sé: el terreno de
conflicto y enfrentamiento que creó el Gobierno.
Las democracias mueren de impunidad.
Por eso exijo que las escuchas de Nisman se preserven y que
salgan a la luz. Si hace falta con una Comisión de Fiscales creada por la
Procuraduría de La Nación.
Queremos al Gobierno en pleno a disposición de la Justicia,
por todas absolutamente todas las acusaciones que pesan sobre cada uno de los
funcionarios, desde la Presidenta y sus ministros hasta su aliados pintorescos
llámense D'Elia o Báez, pasando por Boudou y los hermanos Zacarías.
Queremos al Ejecutivo en el Congreso atendiendo cada una de
las preguntas que tenemos y debemos hacerle sobre el Memorándum con Irán y el
caso Nisman que se desprende ahora, y queremos que nos den las explicaciones
pertinentes.
Está en juego la resolución de la muerte sospechosa más
relevante desde el regreso de la democracia.
El año pasado el Gobierno instrumentó cuanta artimaña pudo
para destituir a Campagnoli, un fiscal que lo ponía en aprietos, Este principio
de año soportábamos el embate de la Procuradora General con su caza de brujas
en las fiscalías. Este epílogo era impensable.
La muerte de Nisman nos heló la sangre. Pero tengo una edad,
un camino recorrido y un lugar en la sociedad que me permiten decir, a esta
altura, que lo que me parece que es: es. Es lo que me da más fuerzas para
seguir como político y como argentino.