Rajoy, firme. Pero sólo eso
lunes 29 de septiembre de 2014, 19:14h
Nos habían anunciado una declaración institucional del
presidente tras el Consejo de Ministros extraordinario que decidió presentar
recurso al Tribunal Constitucional contra la convocatoria de la consulta
catalana. Al final, Rajoy permitió, tras su declaración, un par de preguntas
-tres, para ser exactos-de los periodistas que acudieron a la convocatoria de
La Moncloa. No tenía otra salida, lo habíamos dicho muchos de nosotros en días
anteriores, que dar la cara ante la concreción del desafío de Artur Mas el pasado
sábado. Y salió Rajoy a dar su respuesta: legalidad, legalidad, legalidad. Me
recuerda a aquel Julio Anguita que se hizo célebre porque su respuesta, ante
cualquier alternativa, era siempre 'programa, programa, programa'.
Estoy de acuerdo, cómo no, en la defensa de la legalidad.
Que, como dijo Rajoy, se puede cambiar, pero en los tiempos y con los
mecanismos establecidos por las propias leyes; cambiar las normas por la vía de
no acatarlas siempre resulta peligroso. No creo, la verdad, que Artur Mas, en
su particular búsqueda del holocausto, llegue tan lejos. Ya no estoy tan seguro
de concordar con el presidente en el escaso énfasis que puso en la búsqueda de
alternativas para evitar el choque de trenes, que es una expresión que La
Moncloa difícilmente admite como hipótesis de trabajo. No basta solamente con
la firmeza y con las leyes: es la hora de la imaginación, de la flexibilidad y
del diálogo. Y la primera norma para iniciar un diálogo válido es no echar la
culpa, como hizo Rajoy, siempre a la otra parte, alegando que es ella la que no
quiere dialogar.
Es en esta dinámica
un poco perversa ante la que se ha situado Rajoy. Y conste que, en esta
particular disyuntiva, yo estoy no solamente con las posiciones 'políticas'
-vamos a decirlo así-- del presidente del Gobierno central, sino contra el
comportamiento tramposo de Artur Mas, que perfectamente bien sabe que ni
siquiera técnicamente podrá convocar su referéndum, aunque acabe llamándolo
encuesta demoscópica, toma de temperatura a la ciudadanía o comoquiera.
A Mas le falta el
censo, cuenta con la negativa de algunos ayuntamientos importantes a facilitar
la instalación de urnas, no tiene el suficiente personal y va a recibir unos
cuantos miles de impugnaciones, suponiendo que llegue hasta el final en esta
locura, de catalanes que residen en el resto de España. ¿Cómo puede ser que se
permita votar a los catalanes que residen en el extranjero y no a los que viven
en Madrid, Valencia, Zamora o La Coruña, por ejemplo?
Ya digo: Mas
posiblemente se esté tirando un enorme farol, pero Rajoy no puede seguir
actuando como si fuese un jugador de póker seguro de ganar la jugada: tiene que
dejar alguna salida a su oponente para que éste no actúe como si estuviera
entre la espada y la pared: morir matando, o matar muriendo. A nadie, ni a la
Generalitat ni a nosotros, los del lado de acá, nos conviene la guerra. Y la
declaración de Rajoy estuvo a punto de ser guerrera: estuvo firme, de acuerdo,
pero puso muy escaso énfasis en la posibilidad de reanudar un diálogo. Dijo,
sí, que "aún estamos a tiempo", y eso fue lo que más me gustó de sus
palabras. Pero a tiempo ¿de qué, para qué, cómo, cuándo, cuánto? La respuesta a
esas preguntas es lo que no le escuché al presidente, y eso es lo que, desde el
mediodía de este lunes, me tiene inquieto.