La Argentina enfrenta el desafío de revertir cuanto antes el déficit energético.
viernes 29 de agosto de 2014, 17:13h
La Argentina enfrenta el desafío de revertir cuanto antes el
déficit energético. El peso de las importaciones de combustibles en las cuentas
externas del país es muy grande y amenaza la sustentabilidad de nuestra
economía. Los recursos no convencionales de Vaca Muerta representan una gran
oportunidad, pero es necesario tomar decisiones políticas difíciles y complejas
para gatillar un proceso inversor de la envergadura suficiente para ponerlos en
valor y convertirlos en barriles de petróleo y gas que sustituyan los que hoy
importamos.
En la historia argentina, otros gobernantes se enfrentaron a
dilemas parecidos. A mediados del siglo XX, Juan D. Perón primero y Arturo
Frondizi después debieron lidiar con una producción de hidrocarburos
insuficiente, con un peso de los combustibles en el total importado que superaba
el 20% y con importantes reservas de hidrocarburos que no podían ser
desarrolladas y producidas porque la estructura organizacional de YPF y de la
industria no generaba los recursos y las divisas necesarios para toda la
inversión requerida por el sector.
Ambos presidentes llegaron a esa encrucijada enfrentando
múltiples restricciones y debieron dejar atrás posiciones tradicionales propias
y de sus respectivos partidos, en un proceso que provocó una profunda
resignificación del "nacionalismo petrolero" conocido hasta entonces.
Perón y Frondizi pasaron al "nacionalismo de fines", consistente en
apuntar al autoabastecimiento energético como objetivo principal tendiente a
darle autonomía y fortaleza a la economía del país y alentar la inversión extranjera.
En aquellos años, como sucede hoy, muchos actores de la vida
política perdieron de vista el objetivo central de la inversión para
incrementar la producción y se enredaron en discusiones sobre aspectos
secundarios. Al presidente Perón le cuestionaron la sociedad con la Standard
Oil of California y las ganancias que se llevaría la empresa al asociarse con
YPF.
El peronismo, sin embargo, no pudo poner en práctica su
nueva política petrolera. Perón envió el contrato con la California al Congreso
pero el golpe militar de septiembre de 1955 impidió su ratificación
legislativa. Frondizi, en cambio, asumió la presidencia tres años después y
pudo implementar numerosos contratos de producción, desarrollo y exploración
que en sólo cuatro años impulsaron la producción petrolera de 5,6 a 15,6
millones de metros cúbicos anuales. La perforación de pozos saltó de 392 en
1958 a 1.613 en 1961.
Como Perón, Frondizi fue también blanco de severas críticas
cuando presentó al país su "batalla del petróleo". Pero el objetivo de
alcanzar el autoabastecimiento estaba claro.
Hoy, como sucedió con Perón y Frondizi, el gobierno nacional
ha decidido poner un freno a la dependencia del combustible importado
impulsando cambios en la legislación orientados a atraer nuevas inversiones que
incrementen nuestra producción de petróleo y gas.
Como en aquellos años, la acción del gobierno levanta
críticas de izquierda a derecha, desde los que cuestionan la llegada de las
inversiones de las grandes petroleras internacionales hasta los que atacan el
accionar de la nueva YPF con presencia estatal, que con responsabilidad y
profesionalismo está liderando en forma decidida la puesta en valor de los
recursos no convencionales, perforando más de 245 pozos en Vaca Muerta.
Ahora se suman también quienes, dentro y fuera de las
provincias petroleras, malinterpretan el dominio provincial de los
hidrocarburos establecido en la reforma constitucional y la ley Corta y objetan
sin razón cualquier intento del gobierno nacional de coordinar la política
energética en beneficio del conjunto de los argentinos.
En todos los casos, estas críticas pierden de vista el
objetivo principal: maximizar la inversión pública y privada para mejorar las
reservas y la producción, eliminando cuanto antes las importaciones de
combustibles que tanto daño le hacen a nuestra economía.
En esta oportunidad nos proponemos trabajar con el consenso;
primero con los gobernadores de las provincias petroleras, actores siempre
importantes pero hoy centrales a partir del cambio constitucional que
transfirió el dominio del subsuelo, y luego con la industria y con todas las
fuerzas políticas, discutiendo estos cambios en el Congreso nacional, con la
convicción de que entre todos debemos darle al país una salida para alcanzar
definitivamente un autoabastecimiento definitivo en el plano de la energía.
Las áreas nuevas deben adjudicarse de manera transparente
mediante licitaciones públicas, deben definirse los plazos para permisos y
concesiones, el esquema fiscal (regalías, ingresos brutos) debe ser equilibrado
y estable y todas las empresas deben tener un lugar y un rol (públicas y
privadas, argentinas y extranjeras, provinciales y nacionales), en un marco de
cuidado del medioambiente. Los acuerdos duraderos que podamos alcanzar en torno
a estos temas serán una plataforma de despegue para las fuertes inversiones que
necesita nuestra industria de los hidrocarburos.
Por Miguel Pichetto
Senador nacional, FpV Río Negro