La resistencia peronista y el movimiento obrero
viernes 20 de septiembre de 2013, 11:39h
Un recorrido histórico por el estrecho vínculo entre el
movimiento de los trabajadores y el peronismo, su significado para los derechos
de los trabajadores y el rol histórico y político que ambos cumplieron en la transformación
de la Argentina.
Analizar, en profundidad, la relación que hubo entre la
resistencia peronista y el movimiento obrero llevaría mucho más que las
posibilidades que da este pequeño artículo.
Sin embargo, en estas lineas trataremos de enunciar ciertas
ideas fuerza y enlaces comunicativos, casi simbióticos en algunos pasajes de la
historia, que ha tenido esto que se ha dado en llamar "La
Resistencia" y los trabajadores organizados.
El peronismo impuso un movimiento policlasista con un alto
contenido nacional, que entre 1945 y 1955 hizo las transformaciones más
importantes que haya tenido la Argentina en el siglo XX en dirección de los
intereses populares.
Las banderas de Justicia Social, Indepedencia Económica y
Soberanía Política fueron enarboladas, no ya como discurso, sino en los hechos
concretos.
Porque todo el proceso de sustitución de importaciones y,
por ende, de industrialización intensiva que tuvo el país entre el ´45 y el ´55
eran claros ejemplos de Independencia Económica y de Soberanía Política; el
avance social de los sectores populares y la sanción de innumerables leyes
laborales una clara señal de Justicia Social.
También, y a pesar de las acusaciones de autoritarismo y
contradictoriamente a ellas, fue el movimiento más democratizador que tuvo la
Argentina.
Hasta la llegada del peronsimo "los democrátacas
vernáculos" entendían que la política era cosa de hombres y del
establishment.
Con el movimiento nacional al comando del poder político los
trabajadores ingresaron, no solo a la discusión política, sino a espacios de
administración tanto ejecutiva como legislativa. La mujer no solo ocupó
espacios, no ya de manera extraordinaria, sino en forma colectiva y accedió a
poder elegir a sus representantes, cuestión elemental que hasta ese entonces
tenía totalmente vedado.
El golpe de estado de 1955 intento tirar abajo este proceso
político, trató de eliminarlo.
En síntesis, la mal llamada "Revolución
Libertadora" fue una clara enemiga de los intereses populares que impulsó
que el peronismo desapareciera de la faz de la tierra para extirparlo de la
conciencia popular.
Sin embargo, esos diez años de gobierno nacional y popular
con una cercanía impensada hacia los trabajadores y sectores más postergados de
la sociedad argentina había dejado una marca indeleble en esa conciencia
popular.
Los trabajadores habían comprendido desde un principio lo
que iba a significar Perón y, posteriormente, el peronismo como eje central del
movimiento nacional.
Allí anidaba el germen de lo que después se denominó
"La Resistencia Peronista".
Quien escribe esta líneas entiende que para pensar La
Resistencia no hay que situarse en 1955, sino en el 17 de octubre de 1945, allí
los trabajadores salieron a la calle casi de manera espontánea con el objeto de
lograr la libertad de una persona que ya avisoraban como "Su Lider".
Ese 17 octubre empezaron a confluir en la Plaza de Mayo,
lenta pero paulatina e incesantemente, los trabajadores que desde sus puestos y
establecimientos laborales marchaban al ágora peronista, transformándose en la
Asamblea de Trabajadores más grande de la historia.
¿Cómo no calificar este hecho como el acto fundacional de la
Resistencia Peronista? ¿Cómo no prever que, ante cualquier contratiempo que
tuviera el movimiento nacional, esa resistencia se iba a hacer presente?
Y así fue, los trabajadores a partir de 1955 fueron el eje
fundamental de la Resistencia, esa resistencia que primero fue un tanto
anárquica, tal es así que una de las primeras manifestaciones de la misma se
puede resumir en este verso muy popular por aquellos tiempos:
"Sí, sí señores soy peronista
Sí, si señores de corazón
Pongo el caño, enciendo la mecha,
Salgo corriendo y escucho la explosión"
Así fueron los comienzos de esa resistencia, casí
inorgánica, como manifestación de bronca, con ganas que se visualice el
descontento, pero sin dirección definida con la sola intención de manifestar
que el peronismo no había muerto.
Con el correr del tiempo fueron los sindicatos, los
trabajadores, los que tomaron la posta. A pesar que "La Fusiladora"
trató por todos los medios de detener la forteleza de las organizaciones
sindicales, encarcelando a sus dirigentes, tratando de descabezar las
comisiones gremiales, interviniendo los sindicatos, hasta tratando de modificar
las leyes de organización sindical, pasando de un modelo de concentración a
otro de atomización, la organización de los trabajadores fue màs fuerte.
Pero esa organización no solamente abrazo las
reivindicaciones gremiales como en el caso del Frigorífico "Lisandro de La
Torre" o con la Huelga Bancaria por la estabilidad en el empleo, sino que
se avanzó sobre un claro programa pólítico por encima de las reivindicaciones
gremiales
En ese período que va
del ´55 al ´73 los trabajadores en forma organizada comprenden, ante la
proscripción del aparato político y, por consecuencia, la falta de conducción
política real en los hechos cotidianos -más allá de las instrucciones que
pudieran llegar de Perón desde Puerta de Hierro- que como columna vertebral del
movimiento nacional estaban llamados a ser el sujeto político de esa etapa.
Los trabajadores se
pusieron al hombro la construcción política y la lucha contra la dictadura de
Aramburu primero, contra la militarización del conflicto vía plan Conintes de
Frondizi, posteriormente, y la dictadura de Onganía, después.
Así se fueron forjando el Programa de La Falda de 1957, el
Programa de Huerta Grande de 1962 y el Programa del 1º de Mayo de 1968 por
parte de la CGT de los Argentinos, este último, claramente, inspirador del
Cordobazo un año después.
Si bien el programa de La Falda era más abarcativo, uno
puede decir que el programa de Huerta Grande sigue los lineaminetos de aquel y
resume ambos programas en sus diez puntos que se detallan a continuación:
1. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema
bancario estatal y centralizado.
2. Implantar el control estatal sobre el comercio exterior.
3. Nacionalizar los sectores claves de la economía:
siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficas.
4. Prohibir toda exportación directa o indirecta de
capitales.
5. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados
a espaldas del pueblo.
6. Prohibir toda importación competitiva con nuestra
producción.
7. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo
de compensación.
8. Implantar el control obrero sobre la producción.
9. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente
las sociedades comerciales.
10. Planificar el esfuerzo productivo en función de los
intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y
estableciendo topes mínimos y máximos de producción.
El 1º de mayo de 1968 aparece el Nº 1 del periódico de la
CGT. Unos pocos meses antes, en Puerta de Hierro, Madrid, el Gral Perón le
había presentado a Raimundo Ongaro a un periodista y escritor que, entre otras
cosas, había sido el co-fundador de la Agencia cubana Prensa Latina y quien
desencriptó los mensajes que alertaron a los cubanos sobre el intento de
invasión norteamericana a Cuba, en Playa Girón: Rodolfo Walsh.
En ese número del periódico aparece publicado por primera
vez el Programa del 1º de Mayo, que si bien recoge la tradición nacional y
popular del peronismo avanza, ideológicamente, hacia la construccción de una
patria socialista, entendiendo que la liberación nacional y un proyecto nacional y popular no puede no
concluir en el reemplazo del sistema capitalista en pos de la patria
socialista.
En el puede leerse: "La clase trabajadora argentina no
reprueba una forma determinada del capitalismo, las cuestiona a todas". Y
más adelante: "La clase tabajadora tiene como misión histórica la
destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de producción y
distribución de bienes".
Y para precisar el contenido específico de este
cuestionamiento del sistema capitalista, como así también del socialismo que se
intenta construir: "La historia del movimiento obrero, nuestra situación
concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el
fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad
privada de los medios de producción".
Está claro, entonces, que, mal que les pese a los burócratas
reformistas y a los políticos del nacionalismo burgués, para el peronismo
obrero verdaderamente nacionalista y revolucionario la lucha de liberación
nacional se identifica en un mismo proyecto histórico con la lucha de
liberación social de los trabajadores, la destrucción del sistema capitalista y
la construcción de una patria socialista
Este programa, sin dudas fue la inspiración del Cordobazo y,
si bien, es cierto que el período de la Resistencia Peronista se enmarca entre
1955 y 1973 con la llegada al Gobierno, primero de Cámpora y después de Perón,
el golpe de gracia a la larga noche dictatorial lo da el Cordobazo.
A partir de este hecho todo ese proceso antipopular y
oligárquico, inspirado en un liberalismo salvaje, estaba sellado.
En ese sentido, los trabajadores como ariete de la
Resistencia habían triunfando.