lunes 25 de junio de 2012, 19:06h
Los datos de la economía global volvieron a mostrar que la
medicina aplicada para superar definitivamente la crisis de sobreendeudamiento
surgida en el 2007, está resultando equivocada o insuficiente.
Los datos de la economía local, también están mostrando que
la medicina aplicada para evitar la desaceleración y, la casi segura recesión,
también está resultando o equivocada o insuficiente.
Pero, claramente, los problemas locales son bien diferentes
a los globales, más allá de su influencia, por lo que copiar "recetas" es un sinsentido.
En Estados Unidos y en Europa, se presenta, como mencionara,
una situación de sobreendeudamiento privado y público de la que no se sale
rápidamente. La respuesta de política ha
generado una gigantesca "trampa de liquidez".
Los Bancos Centrales inyectan fondos y realizan todo tipo de
operaciones financieras para mantener bajas las tasas de interés, alejar el
fantasma de quiebras bancarias e incitar a que se vuelva a consumir e invertir,
mientras consumidores e inversores se han vuelto, a la fuerza, conservadores y
desconfiados, reduciendo su demanda a la
mínima posible, tratando de cancelar deuda, y esperando a ver si mañana
compran más barato, o de dónde les viene el "golpe" por el lado de un default, de una reforma monetaria (en el
caso de una salida del Euro de algunos países), de un despido, o de una mayor
presión impositiva o rebaja salarial o de beneficios sociales, (en los intentos
de algunos gobiernos de "ajustar" en
el corto plazo, sin programas integrales para el largo).
Es decir Europa, y en menor medida Estados Unidos, enfrentan
una insuficiencia de demanda privada. La respuesta "keynesiana" no está disponible.
Porque la receta de los 30 era reemplazar la reticencia
privada a gastar e invertir con gasto público, hasta que la máquina se pusiera
a funcionar de nuevo. Pero ese gasto era financiado con emisión de deuda
pública, de Estados solventes, relativamente pequeños, y con un sector privado que no quería gastar,
ni invertir, pero que estaba dispuesto a comprar deuda pública a bajas tasas.
Ahora, los Estados (en particular los europeos
mediterráneos) son grandes monstruos con pies de barros, están más que
endeudados, y nadie les quiere prestar lo que necesitan a tasas pagables.
Entonces, tenemos privados reticentes a gastar y Estados que no tienen como
financiar una eventual expansión de la demanda, porque no tienen fondos
ahorrados, ni posibilidad de colocar deuda. La salida es que esa deuda la "compre" Alemania, disfrazada de "Europa", o que el Banco Central Europeo
se la rescate a los bancos comerciales que hoy la tienen en su cartera con
riesgo de quebrar y provocando una fuerte corrida de depósitos y la parálisis
de crédito, aún con muchos fondos.
Pero Alemania, no quiere prestar sin "ajuste" (cuando lo que debería pedir son reformas de productividad);
mientras el Banco Central Europeo tiene limitaciones regulatorias y de otra
índole. Resultado, Europa está paralizada y con rumbo sinuoso hacia un "desdoblamiento
cambiario".
En la Argentina, por el contrario, lo que hay es una "trampa de precios relativos"
que desalentó y desalienta la oferta y alentó una fuerte salida de capitales. Por defender "la mesa y los consumos de los argentinos", (léase ganar elecciones con fiesta
populista) se mantuvieron algunos precios clave artificialmente bajos,
alentando demanda y desalentando oferta. Mientras, el clima antinegocios y la
caída del tipo de cambio real, estimularon la dolarización de los portafolios.
Hoy, hay que realinear precios relativos para volver a atraer inversión
productiva y revertir la dolarización.
En lugar de ello, el gobierno insiste en mantener el
desbarajuste de precios relativos, subsidios cruzados, entramados de créditos y
débitos, todo financiado con alta inflación, mientras controla la demanda para
que alcancen los dólares y redistribuye la carga del ajuste fiscal pasando sin
escalas del "capitalismo de amigos" al "socialismo de enemigos".
Pero controlar la demanda implica menos nivel de actividad,
por menor consumo, y mantener estos precios relativos implica desaliento a la
inversión productiva.
En síntesis, Europa sin saber como salir de su trampa de
deuda y falta de competitividad mediterránea. La Argentina sin saber como salir
de su trampa de desbarajuste de precios relativos, subsidios cruzados, y clima
anti inversión