Una bisagra en nuestra historia
lunes 19 de enero de 2015, 16:35h
La muerte del fiscal Nisman me produce una profunda
tristeza. Me genera, como al conjunto de los argentinos, una enorme
preocupación y no puedo dejar de interrogarme acerca del daño que se le ha
causado una vez más a nuestra vida democrática y a la institucionalidad que la
sostiene.
La pregunta que me hago -y que se hacen millones de personas
hoy- es: ¿por qué automáticamente se instala la hipótesis de que Nisman se mató
y no que se murió? Sin duda alguna la respuesta está en esta convicción de que
la impunidad con la que vivimos y la manifestación permanente de la violencia
desde el discurso se hizo carne una vez más en la acción. Esto no solo daña a
la causa de la investigación del atentado a la AMIA, sino que nos perjudica a
todos.
Siempre apuesto a la vida institucional y espero que alguna
vez en la historia argentina se haga realidad la independencia de la justicia.
Estoy convencido de que este hecho es una bisagra en nuestra historia. No puede
ser de otra manera. La importancia de la causa AMIA, la gravedad de la denuncia
de Nisman, y lo trágico del final de su vida lo exigen.
Si no se logra esto, si los factores que tienen que
asegurarnos la confianza, la seguridad y la transparencia, no se cumplen,
estaremos todos en peligro y nuestra calidad de vida individual, colectiva,
jurídica y social estará muy debilitada.
La gente duda de que haya sido un suicidio. Y esto es
generado por la impunidad que impera en el país.
La causa Amia sufrió un golpe terrible con la muerte de
Nisman. Es muy grave lo que pasó, y depende de la justicia independiente, de
los jueces y los fiscales dignos de las instituciones, de la sociedad civil y
de la comunidad judía que la causa no muera.
Ojala así sea.