Alfonsín supo leer la demanda de ruptura con el pasado
lunes 31 de marzo de 2014, 11:26h
Raúl Alfonsín
supo leer correctamente la demanda de ruptura con el pasado e interpretó el
reclamo de los organismos de derechos humanos, encarnado por las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo.
Raúl Alfonsín
supo leer correctamente la demanda de ruptura con el pasado e interpretó el
reclamo de los organismos de derechos humanos, encarnado por las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo.
En 1983 los
argentinos pudimos iniciar una etapa de consolidación definitiva de la
democracia.
La elección del
30 de octubre de ese año fue una elección de ruptura, con una sociedad que
pujaba para enterrar la infamia de la dictadura que arrasó con los derechos
humanos y los conatos belicistas de ese régimen que nos llevaron a la Guerra de
Malvinas.
Había que
enterrar la violencia política de la década del ´70 y desembarazarse de una
política económica que pulverizó el aparato productivo, condenando a millones
de argentinos al hambre y a la exclusión.
Yo me inscribo
entre los que creen que los grandes cambios de la historia tienen como
protagonista fundamental a los pueblos y nunca adscribí a la tesis de los
hombres providenciales. Pero sí es cierto que esos movimientos de profundos
cambios en muchos casos están simbolizados por liderazgos que los orientan y
los dirigen.
Ese es el caso
de Raúl Alfonsín que supo leer correctamente esa demanda de ruptura con el
pasado. Y, paralelamente, interpretó el reclamo de los organismos de derechos
humanos. Esa demanda, encarnada por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y la
movilización popular de los últimos tiempos contra la dictadura, constituyeron
la masa crítica que le dio la fortaleza suficiente para iniciar la transición
democrática, que fue la única "no pactada" en el continente.
Desde ese lugar
puso en marcha el histórico Juicio a las Juntas, creó la CONADEP, modificó el
Código de Justicia Militar para someter a los represores a la esfera de la
Justicia civil y sacó de la impunidad a José López Rega -uno de los primeros
organizadores del terrorismo de Estado- para traerlo esposado y encarcelarlo en
una prisión de la democracia argentina.
Los conceptos de
memoria, verdad y justicia fueron los pilares donde se apoyó este nuevo tiempo
para nuestro país. Nuestra generación -a la que Raúl Alfonsín le dio un lugar
preponderante- tenía en claro que esta oportunidad no podía desembocar en una
democracia tutelada y, por esa razón, no sólo se embistió contra la corporación
militar sino que intentamos hacerlo -en algún caso con mayor éxito que en
otros- contra todas las corporaciones que en el pasado habían condicionado, e
incluso derrocado, gobiernos populares.
El gobierno de
Alfonsín promovió la ampliación de derechos civiles, la paz de la región (no
puede haber democracia sin paz) y todas las acciones posibles -algunas
oficiales y otras no tanto- para ayudar a la democratización de nuestros países
hermanos.
Puede decirse, y
con razón, que su gestión no pudo torcerle el brazo a las corporaciones
económicas y, particularmente, a la financiera, pero sí puede afirmarse que el
gobierno de Alfonsín fue víctima de un golpe de estado económico.
Igual suerte se
sufrió en materia de política de medios. No se pudo sancionar una nueva Ley de
Radiodifusión pero tampoco se derogó el Art. 45 de la ley vigente que impedía
que un propietario de medios gráficos pudiera a la vez ser titular de licencias
de radio y televisión.
Leopoldo Moreau
Ex senador
nacional