sábado 15 de marzo de 2014, 13:09h
El futuro de la economía es el conocimiento; las cadenas de
valor que no incorporen conocimiento serán menos rentables. Uno de los rubros
donde el conocimiento vive un momento de auge es la producción de base rural. No
es casual: debe enfrentar el desafío de producir más con idéntico stock de
recursos.
Un aspecto negativo y poco analizado del conflicto derivado
de la Resolución 125, es la reducción de las cuestiones ligadas al mundo rural
argentino al plano fiscal. Sin despreciar la relevancia de un tema que movilizó
a todo el país, quiero destacar el error que se ha cometido desde el Estado. Un
cambio de condiciones tecnológicas, socio políticas y demográficas a escala
global generaron una condición de oportunidad tan grande, que su
desaprovechamiento constituye uno de los yerros más graves de nuestra historia.
Pero no lloremos sobre la leche derramada; nos queda mucho
futuro por construir y para eso debemos compartir una visión, elaborar las
herramientas adecuadas, impulsar las energías sociales, alinear todos los
niveles del Estado con los productores y sus entidades representativas,
articular las cadenas de valor, incrementar la infraestructura, transparentar
las intervenciones públicas. En definitiva, debemos materializar el imaginario
de la Argentina innovadora, productiva, integrada, plural y cohesionada social
y territorialmente.
El futuro de la economía es el conocimiento; las cadenas de
valor que no incorporen conocimiento serán menos rentables. Uno de los rubros
donde el conocimiento vive un momento de auge es la producción de base rural.
No es casual: debe enfrentar el desafío de producir más con idéntico stock de
recursos.
Si aprovechamos esta circunstancia, habremos cambiado al
país, porque no dependeremos de una metrópolis, sino de cientos de ciudades
eficientes, sostenibles y con alta calidad de vida. No dependeremos de un
producto sino que decenas de ellos habrán encontrado su mercado, y por tanto
tampoco dependeremos de un solo mercado. Las actividades cadena arriba y debajo
de dichos productos requerirán conocimiento diverso, investigación, marketing,
logística, servicios financieros, tecnología de comunicación, laboratorios,
insumos químicos, mecánicos, manejo del ambiente.
Argentina puede hacerlo.
¿Qué debemos superar?
Debemos asumir un debate cultural respetuoso pero
crucial,resulta necesario poner en discusión el lugar del campo en la economía
del conocimiento y su rol en el contexto argentino. Un nudo de distorsiones o
de exageraciones impiden ver la revolución silenciosaque ha ocurrido en el
país.
Nuestro campo está atenazado y podría ser la fuente de
soluciones para una sociedad necesitada de respuestas, de trabajo genuino, de
integración y de debate propositivo.
El Estado, que hasta ahora ha puesto más energía en abonar
controversias que en pensar soluciones, tiene que transformarse en una
plataforma activa para que mayor producción y rentabilidad también sean más
innovación y diversidad productiva, mejores oportunidades para los jóvenes, mejor
calidad de vida, gobiernos locales y provinciales mejor financiados, en
síntesis: más campo, más futuro.