lunes 21 de octubre de 2013, 18:28h
El reciente episodio vivido por el diputado Cabandié reavivó
la discusión en torno a los "modales" de las principales espadas del
kircherismo de paladar negro, incluyendo, aunque "en sordina" por su
convalecencia, a la Presidenta de la Nación.
Lo que me "molesta" de esta discusión, es que le
está sirviendo a muchos ideólogos y copartícipes de las políticas instrumentadas
estos años, como excusa para justificar el fracaso de dichas políticas.
En efecto, al poner el énfasis, en el autoritarismo, la
soberbia, los insultos y la forma agresiva de actuar de muchos funcionarios, se
pierde de vista, el fondo de la cuestión, que el populismo K. como sus
antecesores o similares en la región y en el mundo, está probando su
ineficiencia para solucionar, de manera sustentable, los problemas que
preocupan a la sociedad.
El argumento central de estos protagonistas es que "No
es que han fracasado las políticas que sugerimos, propusimos y votamos, si no
que fueron mal instrumentadas y ejecutadas, por jóvenes inexpertos e
ineficaces, y encima mal educados, y por funcionarios prepotentes y torpes", en
nuestro caso. O por "imbéciles", en el caso del populismo venezolano
(así califico a Maduro, el padre intelectual del "socialismo del Siglo
XXI" Heinz Dieterich, pronosticando la debacle del régimen si no se toman
"medidas de ajuste").
Pero que el "tronco" Cabandié, no nos impida ver
el bosque general.
Lo que está pasando en la Argentina de hoy no es
consecuencia del autoritarismo, la prepotencia o los malos modales. Lo que hoy
sucede es el lógico corolario, de una política que, desde el vamos, tenía el
destino de terminar mal, más allá de la buena o mala sociabilidad de sus
ideólogos y defensores.
Obviamente, que es mejor tener buenos modales que malos. Que
es mejor el diálogo y la búsqueda del consenso, que la pelea permanente, y la
imposición sin debate de las ideas. Pero si las ideas son malas. Si no sirven.
Si las políticas son erróneas, que surjan por imposición o consenso, es sólo un
detalle. No menor, pero detalle al fin.
No se puede decir, por ejemplo, el modelo funciona, lástima
la inflación. Porque la inflación es "hija" del modelo. Sin
inflación, no se podrían financiar ni los subsidios al consumo, ni la explosión
de gasto público en general de los últimos años, pese al récord de presión
tributaria, nominal y real.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima que nos
quedamos sin petróleo, sin gas, y tenemos el trigo más caro del mundo. Porque
nos quedamos sin petróleo, sin gas, y sin trigo, porque el modelo es no
reconocer los verdaderos precios de la energía y destruir el mercado
agropecuario, para generar una sensación artificial y de corto plazo de
bienestar, y para financiar la política y el enriquecimiento de algunos, con
negocios oscuros, de importación de combustibles.
No se puede decir el modelo funciona, lástima las
restricciones en el mercado cambiario, la pérdida de reservas y la brecha.
Porque los problemas en el mercado del dólar, son la consecuencia de la
destrucción de la moneda local como mecanismo de ahorro. De la desconfianza
generada por el default de la deuda ajustada por CER, al intervenir el INDEC
(medida instrumentada durante la Presidencia de Néstor Kirchner y sus ministros
y funcionarios de turno). De la emisión descontrolada de pesos, que se traduce
en demanda de dólares por todos los medios.
No se puede decir, el modelo funciona, lástima el intento
por controlar al Poder Judicial y limitar la libertad de expresión ahogando
financieramente a las empresas periodísticas y permitiendo que se vendan medios
a los "amigos" violando la propia Ley de Medios que se quiere imponer. Porque
el control de la justicia y de la prensa resulta inevitable si se maneja con
impunidad y poca transparencia el gasto público y se miente en los datos más
elementales.
En síntesis, si el amigo Moreno, en lugar de un revolver
sobre la mesa, pusiera chupetines y repartiera llaveros que dijeran "viva
Clarín", la inflación igual sería del 25% anual.
Y si el diputado Cabandié, hubiera pagado la multa sin
chistar y sin "chapear", el problema de los precios relativos, la energía, el
tipo de cambio, la inseguridad y las pérdidas de reservas serían los mismos.
No nos engañemos, la Argentina del 2016, no va a volver a
crecer por un cambio de "modales".
Requerirá, básicamente, un cambio de modelo.