Singer, la lógica de un buitre de la arquitectura financiera
sábado 10 de noviembre de 2012, 18:24h
Paul
Singer, dueño del fondo buitre que devino en uno de los mayores litigantes
contra Argentina por el default y el top 10 entre los mayores aportantes a la
campaña del derrotado candidato a presidente republicano Mitt Romney en EE.UU.,
saltó a las tapas de los diarios con el embargo de la fragata Libertad.
Montado
en un fallo reciente de la Corte de Apelaciones de Nueva York y en el
protagonismo que logró tras embargar la Fragata Libertad en Ghana, se permitió
hablar de la Argentina sin emisarios y con tono irónico ante sus inversores.
"No
compramos deuda argentina para quedarnos con un barco demasiado grande para
navegar en Long Island", lanzó, entre otras frases.
Los
inversores que depositan su confianza en Singer -titular de un fondo que
administra 20.000 millones de dólares- sólo miden rentabilidad y poco se
preguntan si la estrategia en Ghana es legítima.
Cuando
se produjo el embargo trascendió en los medios especializados la existencia de
presuntos movimientos sospechosos y reuniones previas de Singer con el juez
africano que otorgó el embargo del bien argentino, que podrían dar pie al
gobierno de ese país avanzar en una investigación ante el problema
internacional que puede enfrentar el país africano al arriesgarse a ser acusado
de tomar una acción violatoria de los derechos del Mar ante Naciones Unidas.
Si el
gobierno o la justicia de Ghana se mantienen inmutables, habría que preguntarse
por qué.
A
juzgar por el historial de Singer, se sabe que conoce bien de presiones a
funcionarios y extorsiones para conseguir cobrar bonos de países pobres, siendo
uno de los casos más emblemáticos el de Congo.
Como
novedad, esta vez utilizó a Ghana como pivote para buscar obligar a Argentina a
abonar lo que pide.
Los
buitres viven de la carroña, pero necesitan de un ámbito propicio para
encontrarla. Singer es el dueño del primer fondo buitre que se conoce desde la
era de la invención de los bonos de deuda soberanos (Elliott Assicietes), a
fines de los `70, y con mayor furor en los `80, cuando del la mano del FMI se
reestructuraron préstamos sindicados bancarios y se convirtieron en bonos para
tenedores desconocidos, a la luz del nacimiento de los bonos Brady.
La
lista de países a los que dejó en jaque Singer es larga. Van desde Perú,
Albania, Argentina y el Congo, con maniobras que excedieron los procesos
legales, buscando antecedentes de funcionarios y jueces para presionar y lograr
sentencias a favor.
En diciembre
de 2010, la revista Playboy desnudó ante el mundo lo que padecemos los
argentinos desde hace 10 años: la historia de Elliott y de Paul Singer y su
socio Jay Newman, el verdadero estratega del fondo y de las acciones legales.
Según
sostuvo la pluma del ganador del Pulitzer, Aran Roston, autor de la nota de
Playboy, los fondos buitre no tienen ningún prurito en arrinconar países pobres
o en problemas, y buscan por todos los medios presionar a gobiernos y
funcionarios.
Lo
hacen con investigaciones propias para sacar provecho ante las cortes
mundiales, montando acusaciones en focos de corrupción, que buscan demostrar el
uso propio del dinero en vez de utilizarlos para pagar deudas contraídas con
los acreedores.
En el
caso del Congo, Roston comparó a Singer y Newman con los espías de película
Casablanca, ganadora del Oscar de 1943, donde llegaban al país africano
exiliados ricos del nazismo, y luego quedaban atrapados por una red de
inteligencia de la Gestapo. Roston consultó a fuentes que afirmaron que Singer
tenía lazos con ex agentes de la CIA, que -vía Londres- consiguieron
información sobre corrupción para arrinconar a los gobernantes del Congo.
Se
calcula que una subsidiaria de Elliott, Kensington International, compró 30
millones de dólares en deuda a precio de no más de 20 millones (precio de
descuento), y fue recompensada con 100 millones entre 2002 y 2003.
Por
otro lado, en una reciente investigación, el Banco Mundial sostuvo que más de
un tercio de los países que califican en el programa mundial de condonación de
deuda, debido al hambre y la pobreza que padecen, estuvieron jaqueados por
juicios de al menos 26 fondos buitre, que recibieron en total 1.000 millones de
dólares.
Aquí
Singer, a través de Newman, está entre los primeros.
La
Argentina, que aún no les pagó un centavo y asegura que no lo va a hacer, sigue
padeciendo a los buitres pese a haber reestructurado el 93% de su deuda en
default.
El
gobierno argentino denuncia una falla, un vacío legal, en la arquitectura
financiera internacional, que permite que inversores como Singer y Newman,
vayan contra los países en problemas con esto métodos.
En el
mundo, sobre todo después de la crisis argentina, comenzaron a emitirse bonos
con cláusulas de acción colectiva que en teoría resuelven este problema con
mayorías.
Ese
mecanismo fue utilizado, recientemente, durante la reestructuración de Grecia,
país que sin embargo no pudo evitar pagar el 100 por ciento de la deuda
reclamada por los fondos buitre ante el primer vencimiento, lo que le dio a estos
fondos carácter de privilegio sobre los inversores que ingresaron a la oferta,
que tuvo una masiva aceptación