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El mes de abril en Buenos Aires

El mes de abril en Buenos Aires

Por Manuel Suárez Suárez
jueves 04 de abril de 2019, 14:50h
A doña Macrigaita, al llegar abril, le viene a la memoria el olorcito del rico bacalao con papas que preparaba la madre gallega para el viernes de Semana Santa. En la aldea natal siempre se comía pescado el día en que murió Jesucristo. La madre decía que la carne vacuna es muy alimenticia pero que en la República Argentina se consumía en exceso. Aún siente el bacalao en la boca o quizás sea la salsa de aceite, ajo y pimentón que se llamaba “allada”. Las papas hervidas eran una delicia aunque ella era fanática de las papas fritas. Pasaron los años pero sigue con la tradición, en homenaje a las raíces galaicas. Como el bacalao está a un precio inalcanzable lo cambia por merluza austral. Hace años conoció al gran cocinero Corral que preparaba un exquisito “rustrido” con cebolla y desde aquello siempre le agrega un par de cebollas a la salsa. Se acuerda que sus progenitores acostumbraban a utilizar refranes gallegos para cada mes del año. En este mes era: Altas ou baixas, en abril son as Pascuas.

Recién ahora, después de 60 años, está reconociendo el esfuerzo de padres y tíos que se vinieron a la Argentina para buscar una mejor vida. Sus recuerdos de juventud son de verlos siempre laburando. Pensaba que estaban hechos de una masa especial que los fortalecía. Nunca se quejaban. Al contrario, eran agradecidos y fanáticos de la República Argentina. Por eso es que le duele que el actual presidente, al que votó, se haga el otario con el buen Papa Francisco. Es increíble que Macri (también descendiente de la emigración itálica) sea desconsiderado con su paisano Bergoglio. El Papa es claro en sus consideraciones sobre los emigrantes: La madre Europa se volvió demasiado abuela, se envejeció de golpe. Ese es el problema de Europa: se olvidó cuando después de las guerras, sus hijos iban a golpear las puertas de América. A lo mejor al presidente le molesta que don Jorge Mario sea hincha de San Lorenzo que como se sabe, es equipo de fútbol más preferido por los gayegos.

Doña Macrigaita está mateando son su infaltable “Abuelita” (le encanta esta yerba uruguaya) en la cocina que da al fondo. Está fresco para salir al patio. En este mes le viene a la memoria algo muy triste que le opaca el feliz recuerdo del bacalao. Irá a la misa en Santa Rosa de Lima para pedir perdón por los fallecidos en las Malvinas y por haber confiado en los milicos que echaron a Isabelita. No hizo caso del viejo proverbio árabe de que “los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”. Así fue que metió dos veces la pata. La primera con el golpe militar y la segunda con el golpe macrista. Bueno, tiene la disculpa de que lo hizo por ignorancia de acuerdo con lo que dice Bertold Brecht: Quien no conoce la verdad es un ignorante pero quien conociéndola, la llama mentira, es un delincuente. Creyó que la Junta Militar iba a poner el país en orden y creyó que Macri era el adecuado para mejorar la vida de los argentinos.

Entre cebada y cebada deja al pensamiento libre para que viaje a la esquina de Belgrano y Pasco. Se acaba de enterar que Estelita dejó de apoyar a su ayer admirado interventor Moyano. Al final los mentirosos terminan hundidos en sus propios excrementos. Está claro que si Estelita se dio vuelta es porque fue traicionada a pesar de ser el escudo macrista que se interponía entre el equipo interventor y los trabajadores. Le contaron que se cansó de ver que los “ñoquis” cobran puntualmente y el salario completo y que los demás siguen con los “puchitos semanales”. Está pensando en escribirle una carta a la ministra Stanley. Le quiere hacer constar que reniega de un presidente que abandona al Centro Gallego de Buenos Aires para que un grupo de malandras se beneficien del sudor de los emigrantes. Sabe que es al pedo pero necesita desahogarse. Por desgracia, aunque parezca mentira, sigue habiendo socios que esperan un milagro ya que don Mauricio no les va a fallar. Es evidente que no escucharon lo que dijo en la inauguración del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba.


Manuel Suárez Suárez
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