Las cartas del Abuelo Pascasio: Las píldoras macristas son antidemocráticas

Muy querida nieta Cristina:

Cada vez que agarro la lapicera me sale peor la letra. No es por la edad ya que felizmente estoy casi tan fuerte como los viejos robles de mi querida aldea fonsagradina de Mazaeda. Es por el exceso de temperatura que me produce ver la destrucción acelerada de las bases morales que sostenían a la muy noble República Argentina. Acá arriba los abuelos emigrantes coincidimos en la idea de que el macrismo no es un partido político. Quizás lo más correcto sea hablar de una especie de prospecto que acompaña a la dosis diaria de las píldoras elaboradas por el laboratorio clandestino “Globo Amarillo”. Está probado que no curan nada pero son muy efectivas para mantener alto el nivel en sangre de envidia, insustancialidad y resentimiento.

Somos viejos pero nos acordamos de los precios de los productos que consumíamos hace 40 o 50 años. Algo falla cuando tenés que pagar 100 pesos por tres choclos frescos. Al ciudadano argentino le cuesta más el humilde choclo que a los gallegos el exquisito azafrán. Un paquete de azafrán “Carmencita” en hebras de 0,375 gr anda en dos euros. Pensarás que estoy divagando al meter a Macri con el choclo y el azafrán. Estoy reflexionando sobre el que despreciaba a la negrada norteña al verlos con una humita envuelta en chala. Ahora se conforman con fideos secos. Una plancha de ravioles anda entre los 66 y 78 pesos según sea el relleno. A nosotros nos encantan los de ricotta y nuez de los paisanos Bermúdez-Lavandeira amasados con harina de trigo candeal.

Nos duele en el alma que los votantes macristas sigan apoyando a quien los hunde en la miseria. Es necesario sacar de la oscura cueva de la desigualdad al equipo gubernamental de estafadores que se está llenando de guita. Debemos de volver a la senda del progreso pero para ello según Roberto Feletti “se torna imprescindible el surgimiento de un nuevo paradigma de orientación humanista que revalorice el papel del estado como asignador de recursos y sea capaz de reconstruir sociedades democráticas e integradas”. Es un régimen que no cree en la democracia. Lo expresa perfectamente María Pía López: El macrismo no es democrático. Es post democrático. Viene a decir que puede encarcelar sin ley, echar jueces con l argucia de demorar un acto de asunción, omitir votos, suspender conteos y que nada importa.

En la capital argentina el macrismo es mayoría. Quizás acierta María Laura Prelooker al decir que “el porteño elige el racismo, la discriminación y le importa un pito que haya injusticias, miseria o desaparecidos” aunque a los abuelos nos cuesta mucho considerar a los porteños como racistas. El gran Osvaldo Soriano se preguntaba: ¿Qué reclama un racista? Casi nada: que exista otro más débil que él. A lo mejor es que vieron en Macri al salvador de la clase media. Creo que por apoyar a un presidente contrabandista no debemos de concluir que deseen imitarlo en sus actividades ilícitas. No me parece que el porteño macrista anhele una ciudad sin identidad. Alguno habrá que reniegue de las raíces pero son minoría los que odian a don Ata o a Mercedes Sosa. Otro tema es que pasen hambre y digan que están haciendo dieta.

Me despido. Tengo un compromiso con la nieta lalinense Graciela Pereira. Nos envía en excusiva el documental realizado por Xan Leira sobre el Librero Mayor de Buenos Aires, el compañero Paco Gil que nació en San Amedio de Millarada (Forcarei). La querida Graciela nos adelanta que participa en la película interpretando el tango Manoblanca del gran Homero Manzi. Me cuenta que en la calle Tabaré de Pompeya (el barrio de Manzi) está el museo Manoblanca que tiene una sala dedicada a Francisco Gil. Recibí el cariño del abuelo que te anima a seguir luchando para que Argentina vuelva a la normalidad después de una interminable noche oscura.

Pascasio Fernández Gómez