Defensa de sobrinos de Flores hizo dudar al agente de DEA

Por más de seis horas, los abogados interrogaron a González quien habla perfectamente español. Desde el día lunes, uno de los más destacados abogados del equipo defensor, Randall Jackson, consiguió que el jurado observara algunas inconsistencias de la investigación. Las respuestas del agente de la DEA ante las agresivas preguntas de Jackson dejaron ver que los informantes confidenciales, usados por la agencia gubernamental para recabar las evidencias, habían mentido al gobierno una y otra vez.

En más de ocho ocasiones Jackson preguntó a González por qué no había grabado los interrogatorios practicados a los dos acusados en el viaje que los trasladó desde Puerto Príncipe, donde fueron detenidos, hasta Nueva York, el 10 de noviembre de 2015, a lo que repetidamente el agente respondió que era por razones de seguridad, aunque a la vez admitía que los acusados no tenían armas y que estaban esposados de manos y pies.

El defensor de Campo Flores también puso en tela de juicio la calidad de las notas escritas por el agente de la DEA, y su reporte, criticando que los apuntes fueron selectivos y poco objetivos.

Una buena parte de las preguntas estaba relacionada con los informantes CS1 (José Santos Peña), CS2 (José Santos F) y CW1 (El Sentado). La defensa buscaba dejar claro ante el jurado que no es posible considerar como serias las evidencias recolectadas por los tres hombres, ya que ellos son criminales que han mentido de manera rutinaria al gobierno de Estados Unidos.

Este martes los sobrinos de la pareja presidencial venezolana lucían ropa de vestir muy elegante. Campo estaba ataviado con un sweater verde oliva, corbata verde, camisa blanca y pantalones beige. Su primo Flores vestía pantalón gris oscuro, sweater gris, camisa azul y corbata vinotinto. Las esposas de los dos acusados llegaron 15 minutos después de haber empezado en la sesión. Acompañadas por una tercera mujer que tiene mucha familiaridad con Flores de Freitas, las tres entraron caminando de manera llamativa, luciendo hermosas carteras de diseñadores y ropa muy ceñida al cuerpo. Estuvo presente en la sala otra mujer, de aproximadamente 60 años de edad, que hablaba español con acento venezolano y miraba con preocupación a Flores de Freitas.