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Las cartas del abuelo Pascasio: la nacionalización del Centro Gallego de Buenos Aires

Las cartas del abuelo Pascasio: la nacionalización del Centro Gallego de Buenos Aires

Por Manuel Suárez Suárez
sábado 02 de enero de 2016, 15:49h

Muy querida nieta Cristina:

Te escribo la primera carta del nuevo año para informarte de lo apagada que fue la cena con la que despedimos el 2015. Nos sobró cantidad de marisco fresquito de la ría de Laxe e Corme. Te cuento que le regalamos más de 50 quilos de percebes gigantes a nuestros vecinos tanos. Era lo correcto. Ellos nos invitaron el 29 a los ñoquis para que la suerte nos acompañe en nuestra vida celestial. Estaban comiendo ravioles de ricotta y nuez. Enseguida apartaron los platos para chuparse los dedos con los percebes más sabrosos del mundo. Me fijé en que las cajas de los ravioles, amontonadas en una esquina para reciclar, eran de “La Juvenil”. No dije nada. Son buena gente pero un poco fanfarrones cuando hablan de las pastas frescas. No quise avivarlos de que aquellos ravioles de alta calidad son gayegos al estar fabricados por una familia de emigrantes de Vimianzo y Zas.

Te preguntarás por nuestra falta de apetito. Con nuestro corazón saturado de angustia, es comprensible que no estemos para fiestas. El glorioso Centro Gallego de Buenos Aires está en coma. Hasta ayer estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos, estable dentro de la gravedad pero al quitarle la asistencia en pesos que recibía su salud se quebrantó enormemente. Estamos abatidos. El dinero público era la sangre que lo iba manteniendo activo en espera de poder caminar sin ayuda. El cambio de gobierno lo perjudicó. Sin recursos externos no hay forma humana de cerrar las cuentas o cuadrar el balance. Dicen los expertos que el sistema mutualista está anticuado. Los abuelos pensamos que no es un tema de moda. Siempre habrá enfermos. Quizás haya que reconocer que nuestros descendientes no supieron administrar el legado que les dejamos.

No podemos quedarnos de brazos cruzados. No sabemos que debemos de hacer. Antes estabas vos para echar una mano pero ahora el presidente es un tano con el que no tenemos confianza. Menos mal que el ministro de Salud es de sangre nuestra por lo que suponemos entenderá que el Centro Gallego es patrimonio de gallegos y descendientes argentinos. Bueno, ahora es mucho más argentino al quedar pocos paisanos venidos de nuestro paraíso atlántico. Lo que tenemos bien claro es que nos opondremos a los aprovechados que vengan a morfar gratis. La dignidad emigrante consistía en ganarse el pan con el sudor de la frente. Le cerraremos el paso a cualquier garronero desde nuestra trinchera celestial rioplatense.

Lo más doloroso para nosotros es enterarnos –acá arriba se sabe todo-- que un grupo de ex directivos apuestan fuerte por la privatización. Son los típicos derrotistas deprimidos. Prefieren entregarse antes de luchar si vislumbran que hay pesos en juego. Eligen el camino fácil, el de la papita rica que ofrecen los empresarios de la sanidad privada. Hace más de 100 años que los gallegos se avivaron. Querían bailar al son de las gaitas en las fiestas pero también pensaron en dotarse de médicos propios y sanatorio. El pago de una cuota mensual les permitía asistir a actos culturales, médico y sanatorio cuando fuese preciso. El origen de toda entidad gallega en el exterior tiene la misma finalidad. Non unimos para proteger nuestra identidad.

No hace mucho que empezamos a sufrir. Nos asustamos cuando el último presidente electo presentó su renuncia. Se borró al ver que no contaba con el apoyo unánime de las agrupaciones. Aquel día triste comenzó la agonía y no hubo manera de levantar la cabeza. Carlos Alberto Vello es persona noble, buen conocedor del modelo mutual de asistencia médica, pero no pudo sobreponerse al golpe recibido. Quería dirigir un equipo armónico de remeros que navegasen con ritmo hacia la recuperación. No pudo ser. Si hacés memoria, Cristina, recordarás que te pidieron ayuda unas socias. Estaban abatidas con el agujero presupuestario que no se conseguía tapar y alarmadas por el escaso grado de civilidad de las protestas de los empleados. Nadie les discutía su derecho a protestar pero no es correcto el andar por los pasillos del sanatorio con los ruidosos bombos.

La autoridad judicial competente nombró un interventor para intentar salir del pozo y administrar con eficacia el dinero del INAES. El aporte iba destinado, principalmente, al pago de los salarios. Se fue atendiendo a los socios y se fueron pagando los sueldos. Hubo elecciones y cambió el gobierno. Cortaron la ayuda económica por lo que suponemos que enseguida volverán los actos de protesta y el descrédito de la entidad ya que no hay ingresos suficientes con la actual cantidad de socios. Creemos que la mejor salida y la más justa es que el sector médico pase a la órbita del ministerio de Salud. El estado argentino recibe un hospital en lugar céntrico de la capital y con buenas instalaciones. A cambio deberá de mantener la prestación de los servicios sanitarios. No podrá cambiar el destino de las instalaciones. ¡Ojo! Hablamos de la nacionalización de un hospital que fundaron los emigrantes. No estamos hablando de un local en la esquina de Belgrano y Pasco para instalar allí un Shopping Center.

Otro tema que luego se debatirá es sobre la titularidad singular del apartado cultural que está formado por el Instituto Argentino de Cultura Gallega y el Panteón Social. Bien, otro día te sigo contando. Ya te entretuve bastante tiempo. Te dejo libre para que vayas a mimar a los nietos. Recibí el cariño del viejo emigrante que te desea un año lleno de salud.

PASCASIO FERNÁNDEZ GÓMEZ

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