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Las puertas del Centro Gallego de Buenos Aires

Las puertas del Centro Gallego de Buenos Aires

Por Manuel Suárez Suárez
jueves 23 de mayo de 2019, 14:11h
No es necesario ser un especial observador de la realidad argentina para conocer a los macrigaitas. Te saltan a la vista, a pesar de que intentan pasar desapercibidos. Ayer nomás gritaban enfurecidos contra una señora a la que llamaban Yegua Kretina. Ahora tienen la boca cerrada. No comentan nada sobre el activo derribo social en el devastado territorio de la República Argentina. Al conglomerado de ciudadanos de origen gallego los une exactamente la misma miseria que a todos los votantes de Macri. El gran Arturo Jauretche decía que “la clase media argentina es experta en resucitar cada tanto a sus verdugos” pero los macrigaitas son cobardes y por lo tanto incapaces de pedir disculpas. Se mantienen firmes en negar que se equivocaron aunque los veas comiendo vidrio en substitución del dominguero asado de tira en el fondo de su casa en Lomas de Zamora o en Villa Ballester. Son irresponsables. Enseguida se lavan las manos para “escurrir el bulto” como hacían en la infancia. Les parece una boludez lo que decía Pablo Neruda sobre que “usted es libre para hacer sus elecciones pero es prisionero de sus consecuencias”.

Lo que acabo de escribir me permite acercarme a la esquina de Belgrano y Pasco para intentar detectar la presencia de los miserables macrigaitas en el Centro Gallego de Buenos Aires. Estoy delante de “O cego” (óleo en tela de Castelao que mide 142 x 102 cm) en espacio destinado al Instituto Argentino de Cultura Gallega. Es una obra que abre el corazón a la solidaridad. Nuestro excelso rianxeiro nos envía el mensaje de que debemos estar siempre al lado del que menos tiene. Me duele que Castelao vea a los macrigaitas colaborando con la tropa mercenaria que invadió el fogón emigrante que desde mayo de 1907 lleva encendido sin ninguna interrupción. Es un golpe más en su vida de exiliado aunque inesperado al venir de los descendientes de aquellos nobles emigrantes que lo acogieron en la familia emigrante. ¿Qué me estás contando? Es la típica pregunta del macrigaita que desea huir de cualquier relación entre su voto a Macri y el vaciamiento del Centro Gallego. ¡Escuchá! El presidente Macri te desprecia y también la ministra Stanley. Antes (no quiero que te olvides) te despreció el ministro Lemus que siendo hijo de emigrantes gallegos de Vimianzo no sabe bien si el Centro Gallego está en la esquina de Pasco o de Rincón o de Combate de los Pozos.

En el Centro Gallego se pasó de una deuda asumible, siendo presidente Carlos Alberto Vello, a una inmensa que generó la intervención de Moyano en poco más de 3 años. Un plan perfectamente definido para cerrar servicios y despedir trabajadores. El interventor no vino para mejorar la atención médica. Es algo evidente que los macrigaitas no quisieron reconocer ya que ello significaba oponerse a su amado don Mauricio. Hago la salvedad de que dos agrupaciones (“Galicia” y “Unión Gallega”) a pesar de ciertos titubeos, se opusieron a las matufias de Moyano. No confiaban en una persona que intentó traer al desprestigiado jubilado Antonio Burgueño para encargarlo de un hundido rápido del hospital. Cuando Moyano se avivó de que algunos representantes eran honrados se fue a chamuyar a los infelices de dos agrupaciones menores que estaban al borde de la extinción. Primero se acercó a los de “Breogán” que llevaban desde el año 2006 sin presidir la Junta Directiva. Luego al fracasar la operación Trucha One se fue a la carpa de “A Terra” con la Trucha Two a una reducida agrupación que llevaba sin presidir desde el año 1998.

Hace unos días que se consumó la estafa. Quiero decir que para este lamentable acuerdo no era necesario el ataque a trabajadores y socios. El gran logro del interventor fue el desprestigio que consiguió para el Centro Gallego. Se realizó una cesión, mediante convenio, de los servicios médico-hospitalarios al grupo empresarial “Olmos” que gestiona varias clínicas en la capital y en capitales provinciales. Es curioso que se diga que las agrupaciones acordaron en votación la firma del convenio. Otra irregularidad más para dilucidar en vía judicial cuando Argentina recupere la cordura democrática que espero sea en el próximo mes de octubre. El gran interventor les hace creer a las agrupaciones que son ellas las que deciden. Al estar intervenido la autoridad única es el interventor que actúa en nombre del Ejecutivo bajo supervisión judicial. Claro que en el régimen macrista se abolió la separación de poderes y el juzgado encargado es un fiel siervo del Ejecutivo.
Las agrupaciones te dicen, felices y contentas, que salvaron el patrimonio porque evitaron que Moyano vendiese el edificio. Agregan, además, que “Olmos” no está interesado en adquirir propiedades. Te dicen que los socios van a ser atendidos. La verdad es que estoy sorprendido. Si son ellos los que deciden no entiendo la espera de tres años con los brazos cruzados viendo a Moyano cargar camiones con documentos y material hospitalario para llevar al anexo de Valentín Alsina. Si me quieren tomar por boludo –adelante, no lo puedo evitar-- pero el año pasado estaban atados y no podían hacer nada porque el que mandaba era Moyano. Ayer (21 de mayo) recuperan las fuerzas y consiguen que el Centro Gallego siga con las puertas abiertas. Habrá que informar a los socios que tienen una puerta abierta en Vicente López (Clínica Crespo) y otra en Caseros (Policonsultorios 3 de Febrero) por cortesía de Olmos-Basa. Habrá quien me entienda pero serán muchos los que justifiquen con excusas baratas. Los representantes de los socios fueron noqueados por un gobierno de repulsivos corruptos que llevó al honorable Centro Gallego a una muerte en el desprestigio. Algunos se atreverán a echarle la culpa a don Mauricio por hacerles confundir lo que todo necio confunde: valor y precio.

Manuel Suárez Suárez


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