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Desafío

Desafío

Por Enrique Szewach
lunes 23 de noviembre de 2015, 23:57h

El dato es obvio, a partir del 10 de diciembre el populismo económico entrará en una etapa de repliegue.

Y entrará en una etapa de repliegue, porque por las condiciones internacionales –baja de los precios de nuestras exportaciones, fortaleza del dólar y devaluaciones compensatorias en la región-.

Y por graves errores de política interna –explosión del gasto público corriente, financiado en su mayor parte con emisión monetaria, política cambiaria “negadora” de la realidad global, y política tributaria y de precios relativos antiinversión- el populismo se ha quedado sin nada para repartir.

Y como el populismo económico consiste en repartir las ganancias de “los otros”, sin ganancias, y sin posibilidad de endeudamiento externo, entró en crisis.

Sin embargo, dado que una parte importante de nuestra sociedad lleva el populismo en su ADN, estaremos ante un repliegue táctico, una tregua, y no una rendición.

Es cierto que el populismo económico se ha encargado de mejorar las condiciones de vida de mucha gente “de su casa para adentro”.

Pero, para ello, ha renunciado a solucionar los problemas de la puerta para afuera.

Seguridad, salud, educación, infraestructura en general.

Basta con ver cuánto de su presupuesto asignan a inversión gran parte de las provincias argentinas para confirmar esta afirmación.

El desafío de Cambiemos resulta, entonces, bien complejo. Porque tiene que aprovechar la tregua populista para lograr ganar la guerra contra el populismo. Materia en la que, al menos hasta ahora, las experiencias previas, si realmente lo intentaron, fracasaron.

Y fracasaron porque no lograron nunca convencer a una parte importante de la sociedad, sobre todo a sus élites político empresarias, que les va ir mejor en una sociedad abierta de capitalismo para todos, que en una sociedad cerrada de capitalismo de amigos.

Y capitalismo para todos, no es el “capitalismo salvaje” que inventa el relato. Si no que es la capacidad de crear un Estado capaz de desarrollar el marco institucional y la provisión de bienes públicos, que le permita al sector privado, entrar en serio la siglo XXI, produciendo, innovando, creando, creciendo y no buscando “favores”, o pidiendo “patentes de corso”.

La gran ventaja, ahora, es que una parte importante de la sociedad lo ha entendido y se siente capaz de aceptar este reto.

Al ver el mapa electoral, está claro que la revolución productiva en el agro, junto a los sectores más “modernos” de los grandes centros urbanos, han apostado por el cambio.

Paradójicamente, el porcentaje de “globalizados” ha estado creciendo en estos años, pese al aislamiento al que nos sometió el kirchnerismo.

La “campaña del miedo”, sólo terminó siendo exitosa en la típica alianza conservadora del populismo vernáculo. Es decir, entre sectores dependientes de la ayuda estatal, la nueva casta joven de administradores de esa ayuda desde el Estado, que no conocen otra alternativa política.

Los “intelectuales” y “artistas” que creen que sólo pueden progresar con dineros públicos y sin rendir cuentas, y los pocos empresarios beneficiados, precisamente, por un capitalismo de amigos basado en la generación de rentas extraordinarias a costa de todos los demás.

Sin poder apropiarse de más rentas ajenas, el capitalismo de amigos, como se mencionara, se agota.

No por casualidad los últimos casos de quiebra empresaria, han surgido del incumplimiento de la “pata oficial” en el negocio de estos amigos.

El “secreto” del éxito del nuevo gobierno, pasará por rescatar de la alianza conservadora a los dependientes del gasto público, lo más rápido posible, con un drástico cambio en la provisión de servicios públicos y en el diseño de subsidios sociales para incluir mejor educación y salud.

Desde la macro, se requiere un programa de política económica bien armado, bien coordinado y bien ejecutado. Respaldado y complementado con un acuerdo político social que suavice los costos.

En síntesis, el desafío para Cambiemos y para la sociedad en general, será lograr convertir a la Argentina en un país próspero para todos, de manera de alejar al populismo para siempre.

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