red.diariocritico.com
Coca Cola

Coca Cola

Por Enrique Szewach
lunes 16 de noviembre de 2015, 19:41h

El fallo de la Corte Suprema, que obliga a YPF a difundir el contrato, hasta ahora secreto, firmado con la empresa Chevrón, para la explotación conjunta de áreas de Vaca Muerta, ha puesto en primer plano, un problema de fondo en torno a las particulares características que presenta la petrolera con mayoría accionaria del Estado argentino.

En efecto, YPF es hoy una empresa muy particular. Por un lado, es una empresa con accionistas estatales, el gobierno nacional, y gobiernos provinciales. Pero, por el otro, es una empresa con accionistas privados locales y extranjeros.

Se mueve en un mercado relativamente competitivo, aunque con una posición dominante, en dónde su regulador, forma parte de su directorio.

A su vez, el regulador que forma parte de su directorio, maneja información confidencial de esta empresa, mientras controla y regula al resto de las empresas del sector.

También recibe un tratamiento preferencial en varios temas que benefician a sus accionistas mayoritarios, pero también a los accionistas privados.

Es cierto que en otros países existen empresas petroleras con capital mixto.

Pero, en esos casos, el Estado que es accionista, designa un management profesional independiente, y no lo “contamina” formando parte de su directorio, o manejando información sensible, que puede ser utilizada, en su condición de Estado, a favor o en contra de la empresa o sus competidores. A favor o en contra de accionistas privados o acreedores. Los reguladores son unos. Los gerentes y directores son otros.

En otras palabras, las empresas petroleras con participación estatal, que funcionan bien en el mundo, son básicamente del Estado, y no del gobierno de turno. Y quienes representan al Estado en sus órganos de conducción, son designados por consenso entre oficialismo y oposición, reuniendo las condiciones profesionales adecuadas y sin cargos en la administración pública incompatibles con el papel de managers que mantienen.

YPF, tiene un management profesional que comparte sus decisiones con directores políticos, funcionarios públicos, reguladores del sector, etc. Es un animal muy raro.

El ciclo democrático que comienza el mes próximo deberá, entre otras cuestiones, revisar esta anomalía. Se puede tener una YPF de capital mixto, con management profesional.

Lo que no se puede es mezclar dentro de la empresa, la política (no la energética, si no la política “a secas”), a los reguladores, darle condiciones extraordinarias para beneficio de los accionistas privados, sean locales o extranjeros , etc.

Como se aprecia, hay una gran diferencia entre YPF y Coca –Cola. Y esto me lleva al segundo tema que quiero comentar en estas líneas.

En la semana, Daniel Scioli ratificó que, de ser Presidente, el dólar oficial valdría 10 pesos en enero.

Podría “chicanearlo” preguntando cuánto valdrá en febrero, pero no.

Lo que sí cabe preguntarse es cuál es la “Formula de la Coca Cola”, que permitirá convertir un tipo de cambio de 10 pesos de noviembre que no permite exportar con rentabilidad a las economías regionales, que obliga a racionar las pocas reservas que quedan en el Banco Central, y que genera una brecha del 50% con el tipo de cambio libre, frenando toda operación de ingreso de capitales, en un tipo de cambio de 10 pesos en enero, que recupere la rentabilidad de las exportaciones regionales, permita darle dólares a los importadores y atender el resto de la demanda y que reduzca la brecha lo suficiente como para alentar el ingreso de capitales.

La idea de bajar retenciones, subsidiar los fletes, mejorar la productividad (¿?) y conseguir más yuanes de China o más reales de Brasil para sumar a las reservas, que adelantó el propio Scioli, suena too little, too late.

Está claro que una devaluación sin programa no tiene sentido.

Está claro que levantar el cepo sin haber resuelto que hacer con el stock de presiones de demanda de dólares acumuladas (giro de utilidades, pagos de importaciones, etc.), resulta absurdo.

Está claro que sin incluir un programa fiscal, monetario, y financiero que “convenza” al excedente de pesos de quedarse en pesos, levantar el cepo es muy peligroso.

Pero también está claro que endeudarse para sumar reservas y mantener el tipo de cambio bajo, eliminando sólo algunas retenciones no sirve.

En síntesis, YPF es un bicho muy particular, y el gradualismo mágico de Scioli, también.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios