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Patria

Patria

Por Enrique Szewach
lunes 12 de enero de 2015, 07:53h
Ha vencido la cláusula RUFO. 
 
A partir de ahora, entonces, también ha vencido el último escollo legal para encarar una negociación que, al menos "temporariamente", nos permita normalizar nuestras relaciones financieras con el exterior.
 
 Antes de aclarar lo de "temporariamente", permítanme justificar las razones por las cuales hace falta normalizar las relaciones financieras con el resto del mundo.
 
La Argentina necesitará reconstruir, en los próximos años, el desastre que el populismo habrá dejado en materia de infraestructura, política industrial y productiva en general,  política comercial internacional, y situación fiscal y patrimonial del Estado.
 
En materia de infraestructura los cálculos más optimistas hablan de la necesidad de aportar entre 15000 y 20000 millones de dólares anuales.
 
Respecto de la política productiva, salvo honrosas excepciones, hay que incorporar también cuantiosas inversiones que permitan una verdadera inserción global de nuestra producción, con el mayor valor agregado posible y con la economía lo más abierta y con la mayor cantidad de acuerdos de libre comercio posibles.
 
Lo que implica otro set de precios relativos, impuestos e incentivos.
 
El desmadre fiscal y la destrucción patrimonial del Banco Central, también requerirán de fondos que hagan viable socio políticamente la transición hacia los verdaderos precios de la energía y el transporte, mientras se revierte el irresponsable vaciamiento del Banco Central de estos años.
 
Cualquier cálculo de mínima, llevaría las necesidades de fondos de la Argentina para los próximos años a no menos de 6% del PBI anual. (Insisto, para graduar la reducción de subsidios, invertir en infraestructura y modernización, renovar parte de la deuda que vence y vencerá,  y recomponer patrimonialmente al Banco Central, para que pueda ejercer sus funciones).
 
Sólo se podrá acceder y repatriar fondos de esta magnitud, si la Argentina recupera su crédito externo a tasas razonables, para lo cual, un arreglo con los holdouts (buitres o no) es imprescindible.
 
Puesto en otros términos, la mejor manera de hacer "Patria" es terminar el enfrentamiento con los buitres de la manera más barata posible.
 
Pero hacerlo de la manera más barata posible exige dos cosas: 1. Un gobierno creíble.
 
 2. Un programa fiscal creíble.
 
Sólo con estas dos precondiciones se podrá hacer una propuesta que no sea la de pagar todo cash, (imposible). La de pagar sólo el canje (inaceptable para los acreedores actuales). O la de pagar todo, pero con un esquema de arreglo a lo Club de París, o Repsol. (Es decir carísimo para los intereses nacionales).
 
Resulta obvio aclarar que este gobierno carece de las dos precondiciones, y sólo lograría arreglar, como arregló Club de París o Repsol, pagando todo más caro y más de lo que corresponda.
 
Es decir priorizando a los "buitres" y no a la "Patria".
 
Es por ello que, a todas luces, conviene que cualquier arreglo de la deuda lo realice un nuevo gobierno, con un programa sólido, bien explicado y "vendido", y con una oferta que permita apropiarse de parte de la mejora en la tasa de riesgo que, seguramente, en esas condiciones, se producirá en los próximos años a favor de los activos argentinos.
 
Y esto me lleva al punto que planteaba al principio. Lo de "transitoriamente".
 
No hay buitres sin deuda, no hay deuda sin déficits sostenidos.
 
La Argentina democrática, salvo lapsos muy cortos, no ha logrado presentar un modelo y un programa de gasto público que satisfaga las "necesidades de Estado" de la sociedad, recaudando impuestos "normales" con alícuotas "normales".
 
Es el principal desafío para hacer "Patria" que tenemos por delante.
 
Seguramente, tener un Congreso que ejerza realmente su tarea sería un punto importante, para debatir "cuánto Estado" y "a qué precio". Y a una parte de los integrantes de ese Congreso, los votaremos también este año.
 
En síntesis, la mejor forma de resolver el dilema Patria o buitres, es realizando una negociación pro Patria a partir del 2016.
 
Cualquier negociación ahora, por lo expuesto, es muy probable que termine como terminaron las anteriores encaradas por este gobierno, a favor de los acreedores.
 
Pero no tenemos que perder de vista que la democracia argentina todavía no ha logrado, después de 30 años, diseñar un marco fiscal a favor de la Patria, lo que nos deja, cada tanto, a merced de los buitres.
 
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