De aquello hace 39 años, Señoría
miércoles 19 de noviembre de 2014, 10:04h
El veinte de noviembre venía siendo la fecha que recordaba
que había pasado otro año más desde la muerte de Franco. Luego, Franco dejó,
con perdón, de estar de moda, y el 20-n pasó a ser un día cualquiera, en el que
se podían hasta hacer elecciones generales. Creíamos que Franco, que fue un
señor a quien, en su vida política consciente, ya no tuvo que sufrir la mitad
de los españoles, por fin había pasado a ser Historia y nada más que Historia.
Por eso, me consta que, a lo largo de 2015, cuando se 'conmemoran' los cuarenta
años de la desaparición del dictador y el ascenso al trono de Juan Carlos I,
aparecerá no menos de un centenar de libros recordando, a favor o,
mayoritariamente, en contra, su figura. Ya no es motivo de enfrentamiento entre
los españoles, sino de estudio casi entomológico: creo que hace muchos años que
nos perdonamos entre nosotros y que enterramos aquello que dio en llamarse 'la
oprobiosa'. Y, con ella, muchos agravios. La transición, la que yo considero
'primera' transición, fue un pacto de convivencia entre el bando franquista y
la oposición, democrática y radical. El resultado, a la vista está, fue
bastante satisfactorio, con cuantas limitaciones y claroscuros usted quiera.
Por eso ha sorprendido tanto a tantos que ahora venga una
juez argentina, llamada María Romilda Servini de Cubría, una magistrado
bastante polémica en su país, por cierto, abriendo, en estos momentos, un
'proceso contra los crímenes del franquismo': quiere llamar a declarar, en
calidad de detenidos, a nada menos que una veintena de personajes que ocuparon
cargos de responsabilidad en el anterior régimen, para que respondan por esos
'crímenes'. Poco importa que hayan pasado cuarenta años, una amnistía, un olvido
creo que afortunado y un enterramiento del nacional-revanchismo: el caso es que
quiere que comparezcan ante ella todos los ministros que aún están vivos -cita
incluso a un muerto, Antonio Barrera de Irimo-y hasta ha citado a Rodolfo
Martín Villa, que no fue ministro con Franco, para que responda por sus
'responsabilidades' en los sucesos de Vitoria de 1976. Una fecha posterior ya a
la muerte de quien fue llamado el 'Generalísimo' y un hecho en el que, para
colmo, poco o nada tuvo que ver el señor Martín Villa, que llegó al Ministerio
del Interior en julio de 1976, cuando los trágicos acontecimientos de la
capital alavesa, que derivaron en la muerte de cinco manifestantes, sucedieron
en marzo.
No me preocupan los dislates de una juez que busca notoriedad
ante el aniversario que viene -este jueves, 20-n, hace treinta y nueve años que
murió Franco, una efeméride que, si no hubiese sido por Servini, hubiera pasado
tan desapercibida como en toda la última década--. Me preocupa mucho más que,
en sede parlamentaria, un diputado al que valoro tanto como el peneuvista
Emilio Olabarría, preguntase en el Congreso al ministro de Justicia las razones
por las que el Gobierno "obstaculiza" la causa abierta por la juez
Servini. Y no me preocupa tanto, aunque también, que otro diputado, este de
Amaiur, insista sobre la cuestión. Hace bien el ministro Catalá en responder
que esta solicitud de la magistrada bonaerense tiene "razones de índole
política", por lo que parece improbable que la Audiencia Nacional la tome
en consideración. Máxime cuando ha rechazado antes peticiones semejantes. Y
cuando, claro está, la lógica impone parar los ímpetus justicieros de la juez,
valga la redundancia.
A mí, la 'índole política' de la causa abierta por Servini
me parece clara. Y, espero que usted me entienda, me parece que no se trata ya
aquí de defender o no al franquismo: al fin y al cabo, ya han desmontado al
dictador de todas las estatuas, ecuestres o no, en las que estaba subido.
Descanse en paz quien desde hace treinta y nueve años nos dejó descansar a
nosotros. Pero sí se trata de impedir que la justicia sea, una vez más, un
pitorreo al servicio del espectáculo. O de esas cosas tan raras que he
escuchado argumentar desde su escaño, hace unas horas, al representante de
Amaiur. ¿De verdad es al franquismo el problema, hoy, de los españoles? Ojala
lo fuese, porque significaría que no tenemos otros.