lunes 17 de noviembre de 2014, 09:51h
Los
datos de actividad que se van conociendo confirman la "sensación de recesión",
que se ha instalado en la economía argentina.
Insisto
en que dicha caída en el nivel de actividad es la secuencia lógica de la
política económica, más allá del actual shock externo generado por el default y
el cambio en el precio de la soja.
Secuencia
que obliga ajustar la demanda a las nuevas condiciones de la oferta, reducida,
fundamentalmente, porque el combo de precios, subsidios, impuestos y gasto,
elegidos por el gobierno para maximizar el consumo y los votos, en estos años,
desalentó la producción, la inversión y la exportación.
Estamos,por
lo tanto, frente a una "política de ajuste",, y asistiremos, en las próximas
semanas, meses, a la "puja distributiva" en los intentos de cada sector por
minimizar la parte que le toca.
Repaso.
La
política económica tuvo como resultado un desequilibrio, entre oferta y
demanda, que se cubrió con importaciones crecientes y con subsidios en pesos
financiados con el Banco Central. Cuando la presión impositiva formal llegó a
su techo, el impuesto inflacionario, no menor al 2% mensual, "completó" la
recaudación.
Ese
aumento de importaciones llevó a una pérdida insostenible de las reservas del
Banco Central, porque el gobierno quiso prolongar esta politica, sin cambiar el
combo, incluyendo una política cambiaria, que generó expectativas crecientes de
devaluación.
Finalmente,
para combatir esas expectativas y racionar la demanda de dólares, se recurrió a
un control de cambios, cada vez más intenso y, en enero de este año, a un salto
devaluatorio que duró, como mecanismo para reducir expectativas de devaluación
futura, sólo unos meses, dado que el propio salto devaluatorio se trasladó a
los precios internos, anulando gran parte de su efecto.
Esto
obligó a un control de cambios más intenso aún, policial, y a búsquedas
desesperadas de reservas "nuevas", tanto demorando pagos de importaciones como
adelantando pagos de exportaciones, como con privatizaciones varias, y
préstamos de otros bancos centrales.
Pero
ese racionamiento de la demanda de dólares implica importar menos, es decir
reducir la producción de bienes. Y dada esa menor oferta, se necesitaba reducir
la demanda. Lo que en castellano básico, se denomina "una política de ajuste",
es decir ajustar la demanda a la menor oferta.
¿Cómo
se ajusta la demanda?. Bajando el poder de compra de todos o de una parte de
todos. Ese ajuste se produjo haciendo que salarios y jubilaciones evolucionen
por debajo de la devaluación del año y de la inflación del año. En otras
palabras los salarios cayeron en términos de inflación y en términos de
dólares.
Sin
embargo, el gasto público no ajustó.
Esto
llevó a una profundización del peso del ajuste sobre el gasto privado.
Profundización agravada no sólo por la presión fiscal récord, si no por el
nuevo sesgo de la política monetaria y financiera del gobierno.
En
efecto, para evitar que esa emisión, en medio del problema de dólares ya
mencionado, presionara sobre la demanda, empezó a colocar deuda interna, para
absorber los pesos que emitía por el otro lado.
Esa
colocación de deuda le resta pesos a la economía privada. A su vez, para
reducir aún más la presión sobre la demanda de dólares, frente a las
expectativas crecientes de devaluación, el Tesoro empezó a colocar deuda
ajustable por la variación del dólar oficial, que también es menos crédito
disponible para el sector privado.
Para
dar un número, mientras la deuda del Banco Central (Lebacs), creció un 110% en
el último año, el crédito al sector privado solo aumentó un 21%, es decir, más
o menos la mitad que la inflación del año.
En
síntesis, estamos ante una política de ajuste de la demanda a la oferta actual
de dólares, que consiste en una caída de los ingresos reales de asalariados y
jubilaciones, y una "expulsión" del sector privado del crédito. Y ante un
intento de cada sector, por que la cuenta populista la pague otro.
Lo malo
de este tipo de ajuste, es que, al mantener el atraso cambiario y el desastre
de precios relativos armado estos años, ni siquiera sirve para "aliviar el
futuro", dado que, aún cuando el gobierno consiguiera dólares para un 2015
mejor, lo único que logrará, más allá de sus metas políticas, es postergar el
verdadero ajuste. El que permitirá, con otros precios e instituciones, retomar
inversión y crecimiento.