lunes 21 de julio de 2014, 11:24h
Si el juez Griesa no repone la medida cautelar que permita
pagar, antes del 30 de julio, el vencimiento de deuda argentina del 30 de junio
pasado, es probable que la Argentina entre nuevamente en default con parte de
su deuda pública.
Al respecto, una aclaración no menor.
El contrato que la Argentina firmó en 2005 y 2010 con los
bonistas que entraron al canje de deuda dice, claramente, que la deuda se
cancela cuando el acreedor tiene los fondos en su cuenta y no, como sostiene el
gobierno, cuando la Argentina deposita los fondos en el banco encargado de
hacer los pagos.
Otra aclaración importante.
Lograr que el juez permita pagar los bonos del canje y
otorgue más tiempo para negociar con los bonistas favorecidos por su sentencia,
no debería ser muy difícil si la Argentina, efectivamente, demuestra que no
está perdiendo el tiempo, si no encarando una negociación integral y
definitiva.
Y pagar en tiempo y forma resulta clave, porque las
cláusulas de emisión de esta deuda (la emitida por el kirchnerismo), podrían
llevar a que se caiga todo el canje de deuda bajo legislación extranjera y que
sean exigibles, ya mismo, los pagos totales de todos los bonos que vencen, por
ahora, en las próximas décadas.
Pero la intención de estas líneas no se concentra solo en
advertir lo importante que serán los próximos días para la macro argentina de
los próximos meses, y/o años, si no recalcar que hoy estamos viviendo las
consecuencias de malas "soluciones" pasadas.
Veamos.
Como ustedes ya saben, en la base de los problemas actuales
de la macro argentina está el déficit fiscal.
Pero en el centro del déficit fiscal están los subsidios
económicos, principalmente a la energía. Y estos subsidios surgen de malas
soluciones para dos temas de la década pasada.
El primero y clave, el cambio de precios relativos en el
sector energético que se verificó en el mundo a partir de principios de este
siglo, por la combinación de cambios estructurales, y la devaluación del dólar.
Estos cambios de precios relativos que encarecieron el
petróleo y el gas, en el mundo, pretendieron ser ignorados en la Argentina.
No reconocer internamente esos precios durante años, fue la
"solución" ideada para mantener baratos los precios locales de la energía para
los consumidores y, en menor medida, para las empresas.
Pero ese gigantesco subsidio al consumo de energía
financiado por los productores, la solución de ayer, es el problema de hoy.
Se alentó la demanda, se desalentó la oferta, los
productores se resistieron a pagar el subsidio a los consumidores, redujeron la
oferta, y pasamos a importar petróleo y gas, y se fue reemplazando el subsidio
de los productores, por el subsidio público, creando el problema de hoy,
aumento del gasto público y más déficit fiscal e importaciones crecientes de
energía.
El segundo problema no resuelto en el sector, fueron los
contratos con las empresas concesionarias del sector energético, que volaron
por los aires, junto con la salida de la convertibilidad.
En lugar de una renegociación integral de dichos contratos,
que rebalanceara las cargas ante la nueva realidad, la "solución" fue prolongar
la "emergencia económica" durante toda la década ganada.
El problema de hoy, entonces, empresas quebradas, servicio
resentido, poca o nula expansión, etc. y más gasto público para que las empresas
puedan seguir funcionando.
El otro frente, el que hoy nos ocupa, también es producto de
una "solución" de corto plazo.
En efecto, en el 2005, dado el stock de reservas disponibles
y la capacidad fiscal de la Argentina, se optó por salir del default con un
canje muy agresivo, con mucha quita, que dejó afuera a demasiados acreedores.
A partir de allí, y a medida que la situación argentina
mejoraba, en lugar de replantear un esquema que permitiera una salida
definitiva del default, completándola, además, con la solución a tiempo de los
otros defaults, Club de París, por ejemplo, y reinsertar financieramente a la
Argentina en el mundo, con la ayuda del FMI y los multilaterales, se optó por
la solución "política" del desendeudamiento, e ignorar a los bonistas que no
entraron a los canjes, como si no existieran. Y así nos fue.
En síntesis, vivimos hoy la confluencia de dos malas
soluciones de ayer la energética y la de la deuda, madre y padre de todos los
problemas macro de hoy.