lunes 14 de julio de 2014, 10:48h
El relator de la TV oficial se regodeaba con la derrota
brasileña, casi desbordando los límites de un juego natural de "gastadas"
mutuas y exagerando su "militancia a sueldo".
Mientras tanto, en el entretiempo del mismo partido (Alemania-Brasil), la
publicidad del Estado que pagamos todos, (junto con el sueldo de la
militancia), agradecía a los "hermanos brasileños", el apoyo recibido ante el
fallo adverso a la Argentina en su conflicto con los bonistas que no entraron
al canje.
A principios de la década del 80, un gobierno militar
aislado internacionalmente, violó el boicot que occidente había decidido contra
la entonces Unión Soviética vendiéndole trigo.
Un par de años después, ese mismo gobierno le pedía a
occidente que lo apoyara en el intento de recuperar militarmente las Islas
Malvinas, enfrentando a un integrante
importante de la alianza occidental.
En la década del 90, le vendimos armas a Ecuador, en conflicto militar con el país
latinoamericano (Perú) que más nos había apoyado, justamente, en la Guerra por
Malvinas. (Por suerte le vendimos armas que no funcionaban, de manera de
moderar la afrenta).
Hace un par de años, firmamos un acuerdo con, en ese
entonces, uno de los principales
enemigos de occidente, poniendo en duda el principal argumento de las sanciones
globales a Irán (el financiamiento al terrorismo, y actos de terrorismo
organizados por funcionarios oficiales de su gobierno), al crear una "comisión
de la verdad" para revisar una "verdad" obtenida por la justicia argentina.
Un tiempo antes, habíamos acusado al gobierno de los Estados
Unidos de introducir armas y drogas a la Argentina con oscuros propósitos, en
el marco de ejercicios militares conjuntos.
Un par de años más tarde, le estamos pidiendo a ese
occidente y a ese gobierno, que nos "ayude" ante el injusto fallo de la
justicia norteamericana (al mismo tiempo de considerar al gobierno de los
Estados Unidos como responsable de dicho fallo).
Ahora, el gobierno argentino se apresta a recibir con
honores al Presidente ruso Puttin y su comitiva de "capitalistas amigos" (por llamarlos de un modo benévolo), en medio de las sanciones
impuestas por occidente al gobierno ruso por sus acciones en Ucrania.
Mientras el Presidente ruso (en el poder por maniobras muy
poco ligadas a la "democracia"), aislado del mundo occidental, nos "condecora"
con la distinción de "principal aliado estratégico" en América Latina.
Todo esto, sin recordar el pecado original de nuestra
"neutralidad" y "protección" al nazismo en los cuarenta y cincuenta del siglo
pasado y muchos otros actos que, por razones de espacio, omito.
Es cierto que en política exterior se da la misma premisa
que un ex presidente brasileño impuso para la política a secas "nadie es lo
suficientemente amigo como para no ser enemigo, ni lo suficientemente enemigo
como para no ser amigo".
Pero no es menos cierto que esta errática estrategia no nos
ha dado demasiado resultado.
Ni recuperamos las Malvinas, ni juzgamos a los responsables
del atentado a la AMIA, y los amigos
transitorios rápidamente nos abandonaron por sus propias conveniencias
permanentes.
Y en los casos "económicos" hemos terminado pagando mucho
más caro los arreglos de deuda, y aceptado condiciones cuasi leoninas, para
recibir inversiones o financiamiento (mal disimulados en discursos nac &
pop).
Es en este contexto que se inscribe la llegada del amigo
ruso, cuya intención "estratégica" es aprovechar la necesidad de dólares del
gobierno argentino, y ver si consigue, a precio de liquidación, alguna
participación a futuro de la joya de "Vaca Muerta".
Que un gobierno en retirada siga "negociando" futuro de
manera opaca, y costosa, mientras el resto de la clase política y empresarial, asiste muda a esta puesta en
escena resulta ciertamente preocupante.
Ya hemos tenido evidentes pruebas de la mala decisión de la
"relación estratégica" con Venezuela. De la costosa expropiación de Repsol. Del
acuerdo tardío con el Club de París, etc. De negociaciones "de apuro" con
empresas petroleras de occidente, por un puñado de dólares.
Ahora es el turno de Rusia, y la ilusión de conseguir fondos
para financiar, un default selectivo, o la reactivación 2015, o la campaña
electoral del oficialismo, o alguna otra fantasía adicional.
Cuidado, de Rusia no viene el amor, sino negociados.
Esperemos que no nos cueste demasiado caro.