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Un día patrio con Roca

Un día patrio con Roca

Por Javier Trimboli
domingo 25 de mayo de 2014, 23:32h
Todo 25 de mayo permite una radiografía social de la Argentina presente pero en relación con la revolución de 1810. Hay celebraciones que, por la situación social y política que las rodea, se acercan a lo más cierto del legado revolucionario. En las antípodas, otras lo deforman hasta la adulteración. Y están otras, quizás las más, en que, como decía Jauretche respecto de Julio Argentino Roca, la historia se pone confusa, "como que es cosa de hombres."
 
Del 25 de mayo de 1879 sobrevive una celebración inusual. El general Julio Argentino Roca apura el tranco de su tropa para festejar en Choele Choel la fecha patria. Corazón de la economía indígena, sobre el Río Negro, ahí nomás de donde nació Rodolfo Walsh que, sin embargo, no dejó nada escrito al respecto. Hay tedéum y comilona. "Banquete de caníbales", recordará Manuel Prado, "de costillar de yegua". Roca telegrafea a Buenos Aires: "En estas apartadas soledades me ha parecido más puro y más radiante el sol de Mayo. Hoy lo hemos saludado al asomarse en el horizonte con salvas y otras pompas militares". Distendidos, sin amenazas. ¿Y los indios? "A ciervo disparador y jadeante se ha reducido el indio", escribe el cronista de La Tribuna que acompaña a la expedición. Para terminar con ellos basta la "táctica de cazador".
 
Esa jornada se expresa en el cuadro de Juan Manuel Blanes, que desde el año 1992 distingue al billete de cien pesos. Convertibilidad de por medio, cien dólares también. Pero la expresión no es transparente y sin manoseo. La imagen nace de un encargo oficial en homenaje a Roca al cumplirse los diez años del hecho. Pero los vaivenes políticos la detienen y Blanes recién cumple en 1896. Varios jefes militares que no llegaron hasta Choele Choel aparecen en el cuadro en primera línea. Estaban barriendo a los últimos indios que quedaban al norte del río Negro, en la Pampa o en el sur de Mendoza. Algunos que sí estuvieron y luego serían reconocidos -y muy odiados- no quedan en la pintura. Por ejemplo: Ramón L. Falcón contra quien atenta Simón Radowitzy en 1909, fantasma de temer otro 25 de mayo, el del Centenario.
 
Roca es un dandy en el desierto. Blanes le pide permiso para emprolijar caballos y uniformes que ese día no estuvieron tan lustrosos. Concedido. Porque Roca produce la escena del 25 de mayo de 1879 y Blanes la renueva, le pasa el cepillo. La presencia del ejército es maciza. Para eso, antes habían sido letales los "malones al revés" contra las tribus. Remingtons, disciplina y velocidad. Luego del 25 será la consecución de la guerra que ya es cacería de los últimos caciques que caen en enfrentamientos o se van rindiendo cercados por el hambre.
 
La escena y su representación buscan consagrar el sentido de la conquista. Incruenta, casi un espejismo. "El general Roca lo ha visto y a él se le debe el descubrimiento de una verdad que ocultaban los mirajes de la pampa: no había tales indios..." (Sarmiento) ¿Qué fue entonces todo ese despliegue? Ebelot es el ingeniero francés que lleva adelante la zanja de Alsina. Sin deschavarse, envía lo que escribe a París. Los indios, dice, son sólo "anacrónicos", por eso no hay que "masacrarlos para castigarlos". Lo que sí es necesario es hacer "desaparecer ese ser moral que se llama tribu. Es un haz bien ligado y poco manejable. Rompiendo violentamente los lazos que estrechan sus miembros unos contra otros, separándola de sus jefes, sólo se tendrá que tratar con individuos aislados, disgregados". Lo mismo se hizo con la montonera. Ayer, hoy y mañana, el sueño del liberalismo.
 
Roca supo quedarse con los laureles de la conquista y eso hoy lo vuelve un blanco fácil. Pero a Choele Choel no lo lleva una decisión individual, sino un anhelo amplísimo, una fuerza de siglos que viene de España y es también la civilización moderna. Ebelot escribe bien y es sagaz. Juan José Saer, en un ensayo de 1991, sucumbe a su encanto y trata a lo suyo como literatura. "En la República Argentina se sigue, después de una razzia como la que nos ocupa, una costumbre cruel. Los niños de corta edad cuyos padres han desaparecido se entregan a diestra y siniestra. Las familias distinguidas de Buenos Aires buscan celosamente estos jóvenes esclavos para llamar las cosas por su nombre." Individuos indefensos, Ebelot se lleva una "pareja de indígenas"; una "niña" de ocho años y un "muchachito" que no cumplió los cuatro. Papeles de conquista que transpiran colonialismo.
 
Roca y Menem. El billete de cien apuntala el recuerdo y el vínculo. También el abrazo con Frei en 1999, el chileno haciendo de Errázuriz y el riojano de Roca. Fascina con el parecido. Viñas los coloca juntos "bajo la divisa de la modernización", con Agustín P. Justo en el medio. Es cierto, algo hay; incluso en el consenso que tiene uno entre los viejos gauchos y el otro entre los viejos obreros; no todos aunque sí una parte de los vencidos. Es el Estado lo que los desune: Roca lo edifica, Menem lo disminuye. En 1880, el 25 de mayo en Buenos Aires todos hablan de la repatriación de los restos de San Martín; pero la zozobra la aporta Roca que está a sus puertas, listo para doblegarla y con sus riquezas construir Estado nacional.
 
Manuel Prado, que peleó contra los indios, cerca del Centenario escribe: "Al verse después despilfarrada, en muchos casos, la tierra pública, marchanteada en concesiones fabulosas de treinta y más leguas (...) daban ganas de maldecir la gloriosa conquista, lamentando que todo aquel desierto no se hallase aún en manos de Reuque o de Sayhueque." Con esta afirmación también se celebra a la Revolución de Mayo. Abelardo Ramos entiende que la de Roca era la mejor política posible, sin embargo agrega que Prado debería ser de lectura obligatoria en las escuelas.
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