Ah, pero ¿no se presenta Cataluña a las elecciones de mayo?
miércoles 16 de abril de 2014, 22:30h
Es una lástima, pero la campaña para las elecciones europeas
del 25 de mayo va a ser, en España, de todo menos europea. Bueno, a menos que usted considere como tal
el debate acerca de si una Cataluña independiente podrá -como dice el Consejo
Asesor para la
Transición Nacional, órgano pagado por la Generalitat y a cuyo
dictamen hemos dado todos un injustificado relieve- ser miembro de la UE de manera inmediata, o no,
como dice la propia UE. Es decir, va a ser más bien una campaña centrada en
Cataluña, en si accedería a o no a la Unión Europea en caso de independencia, en si
finalmente se celebrará o no la consulta independentista, que cualquier otra
cosa. Lo que es una lástima, porque lo cierto es que son muchos los
europroblemas, y muchas las eurosoluciones que hay que encontrar para
resolverlos, como para andar metidos en un falso debate localista que ni Artur
Mas ni, obviamente, su portavoz-asesor Homs son capaces de desentrañar, y menos
de falsificar, por mucho que lo intenten.
Me temo que, a este paso, vamos a perder todos, Mas el
primero, la oportunidad de entendernos de aquí a la marcha a las urnas el 25 de
mayo. Mal han comenzado socialistas y populares, tirándose a la cabeza la
herencia recibida, en lugar de mirar hacia las alturas. Peor aún se han puesto
las cosas, con insultos y abucheos al Jefe del Estado y al himno nacional
durante un partido de fútbol para ganar una copa que lleva el nombre del Rey y
en el que el Barça (que se proclama independentista) era uno de los contendientes.
Mal asunto que una cuestión política salpique los estadios deportivos, a las
instituciones culturales, a los medios de comunicación. Se está instalando un
cierto clima de guerra, y ya se sabe que en las guerras, especialmente en las
verbales y jurídicas -menos mal: aquí no pasamos de ahí, aunque insensatos hay
que quieren establecer comparaciones ucranianas, Dios mío--, la principal
víctima es la verdad.
Y ya no digamos lo ocurrido en Barcelona, donde portavoces
oficiales llevan semanas tratando de retorcer los dictámenes del Tribunal
Constitucional y de las instancias europeas en un intento de desmentir lo
obvio: que ni el referéndum -anunciado por Mas a bombo y platillo a todos los
primeros ministros europeos-es constitucional, ni Cataluña podría integrarse en
las estructuras europeas si se independizase. Mentir a los ciudadanos puede ser
grave; que un conjunto de ciudadanos esté deseando, por las razones que fueren,
dejarse engañar, resistirse a ver lo que es patente, es algo más grave y preocupante
aún.
Yo diría que hemos llegado a este paréntesis vacacional en
un clima asfixiante. Con el juez Ruz rastreando presuntas corruptelas del PP,
muy oportuna y preelectoralmente denunciadas por el delincuente Bárcenas, y la
juez Alaya descubriendo presuntos escándalos en los que estarían involucrados
los socialistas andaluces, los sindicatos y hasta la patronal, también muy
puntualmente sacados a la luz en momentos de tensión política en Andalucía.
Súmele a todo esto lo de Cataluña y los disparos de sal gorda que han empezado
a menudear en la campaña electoral y tendrá usted un resultado altamente
probable: aquí no va a votar el 25 de mayo -domingo presuntamente florido y
soleado-ni el gato. Ya sé que a nuestra coriácea clase política ya pocas cosas
le hacen mella, pero ¿qué ocurrirá si el porcentaje de abstenciones supera con
creces la media europea (campeones también en esto, como en el paro)?. Quizá
nada, dirá usted. Pues eso, precisamente eso, es, me parece a mí, lo más
inquietante.