martes 04 de marzo de 2014, 23:44h
Cuando se habla ligeramente sobre las necesidades de la
Argentina, se suele soslayar la categoría pueblo, es mas se la usa
peyorativamente para calificar a los gobiernos, que incorporan en su acción las
necesidades populares, catalogando de populistas sus conductas, intentando dar
una respuesta negativa, desde el racionalismo posibilista.
Pueblo es historia y destino común de una comunidad, son
valores que constituyen el eje cultural, identitario de un conjunto de personas
enlazadas por factores, que a lo largo del tiempo van construyendo una cohesión
social, que está mas allá de sus aspectos económicos, políticos y de cualquier
tipo de cuestiones técnicas, que intentan, desde el deber ser de supuestos
modelos exitosos, cuestionando el devenir siempre tortuoso, aluvional,
movilizante, ensordecedor de "lo popular", tan diferente a la paz de
los cementerios de las dictaduras padecidas.
El pueblo es el pilar necesario del pensamiento nacional,
que se referencia en si mismo, no necesita imágenes espejadas, de paraísos
lejanos, en general construidos en lo económico, sobre la base de la
expoliación y el saqueo colonial, invasivo y genocida, de los llamados hoy,
países centrales, aquellos que lograron doblegar y someter a millones de seres
humanos, durante 4 siglos a sus intereses y lo siguen intentando.
Pensamiento nacional que siempre fue negado por los esquemas
de construcción eurocentristas o directamente imperiales, siempre atados a
intereses foráneos desde los albores de nuestra historia de emancipación, que
luchó y perdió, en la lucha y en el relato, contra esos edificios históricos
construidos al calor del puerto, generoso para afuera y represor hacia dentro
del propio país.
El esquema agro exportador, de los peones flacos y las vacas
gordas, del país 7° del mundo del 1900, arrodillado al Inglaterra, con la
Infanta española paseando en carroza en el Centenario de la Patria, mientras
regía el estado de sitio, se expulsaba a los inmigrantes sindicalizados, se
asesinaban trabajadores por exigir derechos, se encarcelaban dirigentes
sociales y políticos. Ese país, sin pueblo es la nostalgia de los poderosos de
otrora, ante el avance indudable de la Justicia Social en construcción
permanente desde el irigoyenismo en adelante, en un peronismo siempre vivo,
filosóficamente activo, doctrinariamente presente y políticamente combativo
contra esos modelos neoliberales y ortodoxos, que siempre sometieron al pueblo.
Sin pueblo no hay Patria, sin Patria no hay futuro, sin
esperanzas no hay cohesión social, sin ampliación de derechos no hay
contención, por eso la categoría pueblo debe ser determinante en el análisis y
la valoración política , con mayor énfasis que los aspectos económicos, de los
cuales siempre nos hemos recuperado, aunque siempre fue exigido por los poderosos
de turno, a expensas del sacrificio y el trabajo del pueblo y en esta etapa,
como en el peronismo del principio de los tiempos, se ha dado la espalda a los
reclamos extorsivos de los dueños de la economía mundial, privilegiando los
intereses nacionales, y que en lo económico está subordinado a las necesidades
del pueblo.
Primero el pueblo, humanizando la política, poniendo la
economía a su servicio a través del estado en un círculo virtuoso que crea
trabajo, afianza la cultura de la movilidad social ascendente, privilegia el
ahorro interno movilizando el consumo popular, afianzando un perfil soberano en
los nacional e integrativo en lo latinoamericano, en un sueño postergado de
nuestros Padres Fundadores San Martín, Bolívar y Artigas.
JORGE
RACHID
jorgerachid2003@yahoo.com.ar