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Dilma, Cristina y Nicolás

Dilma, Cristina y Nicolás

Por Ricardo Lafferriere
domingo 23 de febrero de 2014, 12:47h
Durante la última década las exportaciones brasileñas a Venezuela se dispararon un 533% hasta 5.056 millones de dólares, convirtiendo a la nación petrolera en el segundo mayor mercado latinoamericano de Brasil después de Argentina.
 
Además, los economistas calculan que las inversiones brasileñas en Venezuela rondan en realidad los 20.000 millones de dólares, o tres veces más que en México, la segunda economía de América Latina. Todas se hicieron durante el chavismo.
(Leer más en: http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/empresarios-brasilenos-apuestan-a-maduro-para-prot.aspx#ixzz2u6zL0wIi)
 
En vida de Néstor Kirchner, Chávez desembolsó en préstamo 1.000 millones de dólares a favor de Argentina. Al recibirlos, la República Argentina le entregó a la República Bolivariana títulos de la deuda pública Argentina--Boden 2015--, pagaderos en 2015, por valor nominal de ¡1461,9 millones de dólares! O sea que la República Argentina se comprometió a devolver, sólo de capital, un 46% más de lo que recibió.
 
A ello cabe adicionar una tasa anual de intereses sobre el monto recibido de Venezuela que oscila entre un 14,86% y un 15,60%. Cabe recordar que el FMI, en ese momento, nos cobraba por la deuda pendiente, el 4,596 %. Claro, sin espacio para "negocios adicionales"...
 
Para hacerlo más claro: de entrada, al recibir el préstamo, Argentina se comprometió a pagar, por capital, U$S 462 de más por cada U$S 1.000 recibidos y, además, desembolsará aproximadamente un 15% anual de intereses. Esto y no otra cuestión es lo que significa que Venezuela le presta a la Argentina recibiendo en cambio títulos de la deuda pública argentina al valor de su cotización en el mercado. ¿Está CK preparando el terreno para que Nicolás renueve el crédito a su vencimiento?
 
El opositor Capriles ya adelantó que exigirá a la Argentina el pagos de 13.000 millones de dólares que -alega- el gobierno chavista ha facilitado al kirchnerismo. Y que aquí, al parecer, no figuran.
 
Estos números son sólo un ejemplo de lo que es imposible cuantificar por el secreto de todas las operaciones con Venezuela, proveedora permanente de petróleo y gasoil para la sedienta cuenta energética del kirchnerismo, que por su desastrosa gestión convirtió al país en fuertemente dependiente de las importaciones de hidrocarburos.
 
En el caso brasileño, es imposible no ver detrás del silencio de Dilma el consejo de Itamaratí, resultado de un frío cálculo sobre el riesgo de los capitales del vecino país volcados a la economía venezolana. El mismo que la llevará a tolerar la represión de la dictadura cubana, con la que ha formalizado también importantes acuerdos de inversión en infraestructuras (La última noticia fue la inauguración, hace pocas semanas, de la mayor instalación portuaria de la isla, construida y financiada íntegramente por capitales brasileños).
 
Curioso que la reprimida oposición cubana sólo fuera recibida por Piñera. La "derecha" defendía los derechos humanos, mientras las "progresistas" presidentas de Argentina y Brasil confraternizaba una con Fidel en visita cholula, y cumplía la otra con sus empresarios inaugurando obras de infraestructura hechas por ellos en Cuba.
 
En el caso argentino, el nuevo acuerdo con Venezuela anunciado en enero comprende un original "canje" de alimentos por petróleo. El negocio para la administración argentina es arbitrar entre alimentos adquiridos a precios internos (o sea, reducidos en el 35 % de retenciones) y el precio internacional, al que debieran tasarse para la operación de canje.
 
No se han informado detalles de los precios acordados, lo que deja en un gran estado de duda qué pasa con esa diferencia. Si todo fuera transparente, no debieran existir motivos para el secreto, en lugar de seguir con el sospechado procedimiento de cláusulas secretas usado para el acuerdo con Chevrón. O los oscuros negocios gerenciados por De Vido que están siendo investigados por la propia justicia venezolana.
 
Maduro es un gran negocio para Brasil, para el kirchnerismo y para Cristina. No lo es ni para el saqueado pueblo venezolano, ni para el argentino, que heredará del kirchnerismo deudas económicas y políticas de largo aliento que ya comenzaron a visualizarse. Tal vez el único ganancioso sea Brasil y sus empresarios, aunque difícilmente Dilma, cuyo prestigio de antigua luchadora por la democracia quedará sin dudas seriamente averiado después de su deslucida actitud en esta crisis.
 
Ricardo Lafferriere
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