Pena de muerte: rechazo militante en la OEA
martes 04 de febrero de 2014, 01:24h
"¿Y quéqueréis enseñar con vuestro ejemplo? Que no hay que
matar. ¿Y cómo enseñáis queno hay que matar? Matando". Víctor Hugo
A instancias de México se volvió a instalar el lucha contra
la pena demuerte el 15 de enero pasado en la Organización de Estados
Americanos, quemuchas de las naciones latinoamericanas acompañamos
decididamente. En ocasión del tratamiento del tema en el Consejo Permanente de
la OEA laArgentina acompañó sin especulaciones la condena que nos colocó
lógicamente enlado opuesto del mostrador con Estados Unidos y otras pocas
naciones delhemisferio.
La mesa redonda sobre políticas y esfuerzos para erradicar
la condena apena capital recogió lo que debería ser una posición
indiscutidamente unánimeen el continente, a partir de la incorporación del
Protocolo a la ConvenciónAmericana Sobre Derechos Humanos Relativo a la
Abolición de la Pena de Muerte. Ese instrumento de la OEA establece que los
Estados adherentes "noaplicarán en su territorio la pena de muerte a ninguna
persona sometida a sujurisdicción". Ese fue el mandato de la Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner quellevamos a ese y todos los foros en los que
nuestro país participa, generandoconsensos contra la pena de muestre como
contra la ejecuciones extrajudicialesen cualquiera de las formas en que se
presenta.
Así, siguiendo al doctrina que proyecta nuestro país
enfáticamente desde2003, hemos manifestado nuestro repudio a cualquier proyecto
de que pretendaimponer el adefesio jurídico llamado "ley de derribo".
Pero para que este principio consagrado ya en la declaración
Universal delos Derechos Humanos de 1948 pueda imponerse a los atavismos
punitivos quealguna legislación americana arrastra desde el los fondos más
oscuros de lahistoria, es necesario impulsar acciones concretas.
Por eso es importante subrayar la coincidencia del grueso de
los países dela región en torno a la pena de muerte.
México tomó la iniciativa este año y propuso este panel en
la fecha que seconmemoró el Día Mundial contra la Pena de Muerte, que en esta
oportunidad fueorganizado por la Secretaría de Asuntos Jurídicos de la
Organización y laMisión Observadora Permanente de Francia ante el organismo
hemisférico.
"Desde 2007 la Asamblea General de Naciones Unidas aprueba
todos los añosuna resolución sobre una moratoria del uso de la pena de muerte,
y variospaíses han suspendido las ejecuciones, lo que constituye un primer paso
haciauna abolición de la pena capital", dijo el secretario de Relaciones
Externas dela OEA, el guatemalteco Alfonso Quiñonez.
El Representante Permanente de México ante la OEA, Emilio
Rabasa, aprovechóla ocasión para reforzar la (que resultó infructuosa) campaña
de denunciascontra la ejecución en Estados Unidos del mexicano Édgar Tamayo,
que finalmentefue ejecutado en Texas el 22 de enero.
Tamayo fue el tercer mexicano ejecutado tras el Fallo Avena
de 2004, por elque la Corte Internacional de Justicia ordenó a Estados Unidos
la revisión delos casos de los mexicanos condenados a muerte cuyo derecho a la
notificaciónconsular hubiera sido violado.
Este fue un caso arquetípico de la arbitrariedad en la
aplicación de unapena a pesar de las irregularidades procesales denunciadas por
la CorteInternacional de Justicia y por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos(CIDH). La medida extrema también fue deplorada por la Corte
Interamericana deDerechos Humanos.
El antecedente de este tipo de atropellos había sido la
condena de unciudadano argentino, Víctor Saldaño, en 2010 partir de un
estereotipo racista.
Debo destacar que no todos en estados Unidos parecen
orgullosos de seguirarrastrando en su arquitectura jurídica legislaciones
punitivas retrógradascomo la pena de Muerte. Así me pareció entenderlo del
discurso ofrecido la semanapasada por la representante permanente de Estados
Unidos ante la OEA, CarmenLomellín.
Sin llegar a repudiar la figura que resulta tan cara a
algunos, muchos,texanos, la diplomática sostuvo que su país "ha declarado
su intención decumplir" con la orden impartida por la Corte Internacional de
Justicia. A suvez reconoció que en el caso de Tamayo se incurrió en una
"violación de suobligación, a través de la Convención de Viena, de proveer
una notificaciónconsular".
Poco queda por hacer ante el irremediable homicidio de
Tamayo, salvo alzarla voz, firmemente, para aumentar consensos en todo el
hemisferio y en todo elmundo para que la vida humana llegue a consagrase
(finalmente y después de másde 200 años de enunciados los Derechos Humanos)
universalmente como la piedraangular de la construcción social.