Economía y política: la pulseada
miércoles 29 de enero de 2014, 12:35h
El ataque especulativo del que ha sido objeto la moneda
nacional en estos últimos meses presenta algunos rasgos novedosos en el marco
de fenómenos de larga duración y no tiene fines meramente económicos, sino
eminentemente políticos.
A diferencia de otras épocas, la reciente devaluación del
peso no fue anunciada como una medida técnica tendiente a reinstalar la
"racionalidad económica" que demandan los mercados sino como una decisión que
es fruto de un contexto político conflictivo cuyo eje central es el ataque
especulativo de grupos concentrados contra la moneda nacional.
Este ataque especulativo se basa en tres tipos de acciones
solidarias entre sí, algunas novedosas y otras no: la fuga de divisas; la no
liquidación o la liquidación "por goteo" de las divisas especialmente por
parte de los agro-exportadores y la
instalación del dólar ilegal como marco de referencia del sistema de precios
locales. Es necesario situar en contexto estas estrategias, para comprender qué
hay de novedoso -y qué no- en lo que ocurre en estos días.
La fuga de divisas es un fenómeno creciente desde fines del
año 2007, con picos en el conflicto por la Resolución 125 en 2008 (U$D 23.908
millones), decreciendo en 2009 y 2010 (U$D 14.123 millones y U$D 11.410 millones,
respectivamente) y un nuevo pico en el año del triunfo con que fue reelecta
Cristina Fernández, con U$D 21.504 millones. Respecto al período 2012-2013, el
ministro de economía Axel Kiciloff acaba de declarar que "a través de
operaciones financieras sofisticadas con títulos públicos, el sector
financiero, junto con los sectores económicos más concentrados, consiguió sacar
y entrar dólares de la Argentina por un total de 30 mil millones de dólares
desde que se implementaron las medidas hasta ahora".
Se trata de una práctica histórica que se remonta a la
dictadura y que en este interregno volvió a cobrar un fuerte dinamismo (lo que
explica por qué aparecieron una serie de restricciones cambiarias que ahora el
equipo económico comienza a desmontar). A su vez, esta práctica viene a
reforzar otro fenómeno de larga duración: la consolidación de activos de
argentinos en el exterior. A marzo de 2013, se estima que principalmente los
grupos concentrados de la economía argentina tienen activos en el extranjero por
U$S 205.924 millones equivalentes al 45,3% del PBI nacional (antes de la crisis
de 2001, eran U$S101.437 millones, el 41.3% del PBI). Según el INDEC, de ese
monto sólo el 15,6 % corresponde a inversiones directas, el resto son depósitos
o inversiones en activos. ¿Qué es lo novedoso aquí? En el corto período
2012-2013, estos grupos opusieron a las restricciones cambiarias un complejo
mecanismo de fuga mediante la adquisición de acciones y títulos públicos. En el
período más largo, 2003-2013, lo novedoso del ciclo kirchnerista es que el
gobierno no financió la fuga mediante endeudamiento, algo imperdonable para los
grupos concentrados del poder financiero local e internacional.
La no liquidación de divisas o la liquidación por goteo es
el segundo eje de esta estrategia conjunta. Anticipada por el titular de la
Sociedad Rural Luis Etchehevere a principios de 2013, este tipo de acción
muestra el poder de fuego de este sector sobre la economía argentina, que no se
reduce a la formación de precios de productos de consumo masivo, dado el
altísimo grado de concentración en la producción primaria, la comercialización
y la cadena de valor agregado. En efecto, y en tanto generador de divisas, lo
que se está verificando en este contexto es que este actor ha realizado una
acumulación en capital de tal magnitud que puede especular con los tiempos de
la liquidación de la cosecha (en 2008, pudo sostener un conflicto álgido por
varios meses, aunque lo hizo habiendo liquidado una parte sustanciosa de la
cosecha de aquel año). A través de esta práctica, este sector busca asumir el
papel que en otros tiempos ejercía el FMI en la economía argentina: conceder
divisas a cambio de condicionar la política macroeconómica. De este modo, el
proceso de desendeudamiento externo llevado a cabo por el gobierno nacional
para ganar espacios de autonomía ahora se ve desafiado por este actor interno,
cuyo objetivo a corto plazo parece ser la eliminación de las retenciones, para
desligar ya completamente la renta que captura en Argentina del ciclo económico
nacional.
La fijación del dólar ilegal como referencia del sistema de
precios es un fenómeno reciente y complejo, pero se basa en el intento de
dolarizar la economía iniciado con la dictadura y llevado casi hasta sus
últimas consecuencias con la convertibilidad. Este fenómeno necesariamente
requiere de la erosión de las capacidades estatales en tanto autoridad para
decidir el valor de la moneda. Es más: no es posible dolarizar sin quebrar la
soberanía del estado nacional y por eso los economistas neoliberales colocan en
el centro de la discusión al Estado, como aquel actor causante de los
"males de la economía". Según un esquema unidireccional se quiere
convencer que la inflación es causada por la emisión monetaria que a su vez es
causada por el gasto público, el cual además explica la presión tributaria que
impediría la liberación de las fuerzas económicas de los sectores modernos de
la economía, esto es, los grupos concentrados. El círculo cierra perfecto: a un
estado debilitado, le sucede el gobierno del mercado, es decir, de los grupos
concentrados.
De modo que los ataques especulativos de los grupos
concentrados de la economía argentina no persiguen meramente aumentar su
rentabilidad -ya tienen altos niveles de rentabilidad-, sino fundamentalmente
buscan gobernar, por las vías en que pueden y saben hacerlo, es decir, mediante
este tipo de estrategias. Dominantes en la economía, se proponen también ser
dirigentes y ahora, envalentados con la ilusión de que pueden seducir a más de
un candidato "competitivo", reafirman una promesa ya hecha en tiempos de la
convertibilidad -y que se reveló falsa en 2001: que si se libera el mercado,
los dólares se tornarán accesibles para los argentinos.
Se trata, pues, de un desafío de poder, pero que no es novedoso
en el ciclo kirchnerista. Las políticas propuestas para dar respuesta a esta
coyuntura, dentro de las que se destacan por su relevancia el acuerdo de
precios para contrarrestar los efectos
negativos de la devaluación y el
levantamiento de la prohibición de adquisición de dólares para atesoramiento,
no pueden pensarse por fuera de la matriz de un proyecto político que busca que
el producto del trabajo de los argentinos sea gozado por aquellos mismos que
pusieron el hombro para sacar adelante el país que en 2001 había sido
devastado.