Sólo las sociedades ordenadas pueden progresar
martes 28 de enero de 2014, 15:18h
Los desafíos del país no tienen que ver con un gobierno sino
con la cultura de la decadencia, que durante 25 años han impulsado quienes
gobernaron con las mismas ideas.
Describir a la Argentina es todo un desafío. La velocidad
con que suceden los cambios, se modifican los escenarios y rotan los actores lo
vuelve dificultoso; pero llamativamente, luego de las elecciones de octubre,
Argentina se mantiene en una misma situación, en la que resaltan tres ejes:
gobierno desorientado, economía descapitalizada y sociedad desordenada.
Argentina enfrenta hoy ?la consecuencia de muchos ?años de
deterioro institucional, ?con un gobierno que concentró poder de manera
monumental y que cubrió con recursos la falta de ideas. Esa incapacidad de
gobernar se combina en los últimos meses con funcionarios a la deriva,
superados por ?la realidad que ellos mismos generaron.
Hay un gobierno desorientado y un país que no funciona bien
cuando los gobernantes están más preocupados por las cosas en la Justicia que
por los problemas de la sociedad.
Sería muy sencillo reducir todo a nombres y personas.
Aquellos que señalan que el problema son las personas, son
quienes desde la misma tradición política que nos gobierna pretenden
representar algo nuevo y distinto, pero en el fondo expresan la continuidad que
gobierna al país desde hace 25 años.
Desafíos
En realidad, los desafíos que afronta el país no tienen que
ver con un gobierno sino con la cultura de la decadencia, que durante 25 años
han impulsado quienes bajo distintos discursos gobernaron con las mismas ideas:
el aprovechamiento político de la desigualdad, el menoscabo desde el poder de
la cultura del trabajo, la desatención de la educación y como consecuencia de
todo esto, la concentración de poder, la descapitalización de la economía y el
desorden de la sociedad.
Hay una economía descapitalizada, y un país que no funciona
bien, desde hace siete años se habla más de la tasa ?de inflación que de la
tasa de crecimiento.
La economía argentina tuvo en estos últimos 12 años las mejores
oportunidades de la historia. Los precios de nuestros productos y el dinamismo
de los países emergentes nos dieron la mejor oportunidad para desarrollarnos y
progresar como sociedad. Pero como si fuera una ironía, el gobierno que
experimentó la mayor bonanza dejará al país con una economía descapitalizada,
con empresarios que dudan en reinvertir, trabajadores con empleos precarios y
un futuro colmado de incertidumbre.
Orden y orientación
Que el gobierno esté desorientado es un problema, que la
economía se deteriore a ritmo constante, también; pero el mayor desafío de la
Argentina que viene es afrontar la herencia más pesada y compleja que
encontraremos en 2015: el desorden de la sociedad.
Hay una cultura del desorden que es el motor de la decadencia
de la sociedad argentina. Si decaemos, es porque no generamos las condiciones
para progresar. Sólo las sociedades ordenadas progresan, por ahí pasa la clave
de la Argentina ?del futuro.
Una sociedad ordenada implica recuperar características
básicas de una república: que el gobierno ejecute, que el Congreso legisle y
controle, y que la Justicia ponga en negro sobre blanco con la ley en la mano.
Hace más de 10 años que en Argentina no pasa eso.
Orden es que un emprendedor pueda montar un negocio con
certezas mínimas: que pueda acceder a los insumos, que tenga costos
medianamente estables, que comercialice sin restricciones discrecionales.
Orden implica que en las escuelas el docente es docente, el
estudiante es estudiante, los padres son padres y los directivos son
directivos. Algo tan básico está cuestionado en la Argentina de hoy, donde las
responsabilidades y potestades son difusas y puestas en cuestión
constantemente.
Orden significa que los policías cobran salarios decentes
pero que cumplen una función trascendental e indeclinable: brindar seguridad y
prevenir delitos y no cesan en sus obligaciones bajo ningún concepto.
Orden quiere decir que lo que dice la ley es lo que se hace,
que la corrupción se castiga ?y que las penas se cumplen como corresponde y
está establecido.
Soy muy optimista respecto del futuro del país. Es cierto
?que es un momento difícil. Algunos, mirando el vaso medio vacío, lo llaman fin
de ciclo; yo prefiero pensar que en el país está naciendo un ciclo nuevo,
distinto a lo que vimos en los últimos 25 años.
El mundo seguirá dándole oportunidades a Argentina y
Argentina seguirá teniendo esos miles de emprendedores, trabajadores y
estudiantes que inventan, diseñan y producen aún en las adversidades.
Ese esfuerzo debe ser acompañado por un gobierno que mire al
país de otra forma, que vea en el emprendedor una oportunidad, no sólo un
contribuyente; y que trabaje para que en Argentina el que se esfuerce, tenga
oportunidades para progresar.
Hay un camino distinto y hay que recorrerlo, es posible una
Argentina mejor.
Debemos descubrirla con paciencia y compromiso, poniendo
delante de todo un objetivo que siempre debemos tener como norte: construir una
sociedad ordenada para ser un país de progreso.