lunes 06 de enero de 2014, 10:38h
El gobierno nacional acaba de anunciar aumentos del boleto
de transporte de pasajeros de colectivos, en el área de su jurisdicción.
También acaba de anunciar que no habrá incrementos
generalizados de las tarifas de electricidad que pagan los consumidores, pero
se reducirán subsidios a sectores de altos ingresos, del área metropolitana.
En el primer caso, no fue informado, cómo influye este mayor
precio sobre el monto de los subsidios
(pagos directos que hace el gobierno a las empresas de transporte, financiados
con impuestos que se pagan en todo el país, aunque no viajen en colectivos en
el Gran Buenos Aires).
En el segundo caso, tampoco se informó si ello va a implicar
mayores subsidios al sector energético, menores o iguales.
O si las tarifas actuales y los subsidios actuales son
suficientes para cubrir todos los costos, obtener una rentabilidad "razonable",
y hacer las inversiones necesarias, y, entonces, las empresas distribuidoras, pese a tener
directores del Estado, veedores, un Ente regulador, y un Ministerio ad hoc,
desviaron el dinero hacia otros fines.
En ese sentido, tampoco se informó qué contempla el contrato
de concesión vigente, para casos de "olas de calor extraordinarias", ni los
plazos dentro de los cuales las empresas respectivas deben restablecer el
servicio.
O si, además de las multas a las empresas, qué sanciones le
corresponderán a los directores y funcionarios del Estado que permitieron que
esos desvíos de fondos ocurrieran.
Ni de dónde van a obtener las empresas fondos para pagar las
multas, dado que ni siquiera pagan la factura completa de la electricidad que
compran para distribuir.
Lo cierto es que aún cuando lo que está sucediendo en estos
días, fuera sólo una exageración de los medios que en vez de "hablar de la ola
de calor, hablaron de los cortes de electricidad" (Avisen a la gente que no tiene servicio desde
hace 20 días, que la culpa es de TN), está claro que la Argentina necesita
replantear, de manera urgente, la
absurda política energética vigente.
Pero está claro, a estas alturas, que el gobierno nacional no piensa revisar
explícitamente, todo este engendro que armó desde el 2003.
No sólo para no reconocer errores, si no, principalmente,
para que no se vea, por ahora, la ineficiencia, la corrupción y las inequidades
que este sistema esconde. Pero, como en el caso del INDEC y otros casos, ya nadie le cree su "inocencia".
Hoy el servicio eléctrico se paga con una combinación muy
oscura de tarifas, subsidios, deudas que no se cobran, importaciones con
sobreprecios, etc. etc. y con mecanismos injustos de distribución regional y
personal del ingreso. Téngase en cuenta que, por ejemplo, un ciudadano de
Córdoba, no sólo paga el servicio eléctrico que recibe sin subsidio, (porque el
subsidio que otorga el Estado Nacional, no se traslada, o se traslada
parcialmente a los consumidores), si no que también, cuando paga sus impuestos,
y el impuesto inflacionario, está financiando los subsidios que sí recibe un
consumidor de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir paga su consumo y contribuye
a pagar, en promedio, dos tercios del consumo de un ciudadano de Buenos Aires.
Pero dado que el gobierno nacional no piensa reconstruir la
institucionalidad que destruyó en estos años, propongo, por ejemplo, que el Jefe de Gobierno de la Ciudad, y/o la
Legislatura porteña, teniendo en cuenta que el problema afecta, entre otros, a ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires,
más allá de haber atendido, dentro de sus posibilidades, la emergencia, amplíe ya mismo las facultades
regulatorias de la Ciudad Autónoma y convoque a una comisión especial, que cite
a los Presidentes de Edenor y Edesur, para que expliquen, cuál fue el problema
y cómo se va a evitar que el mismo persista en cada "ola de calor" de los
próximos meses/ años, independientemente de lo que informen los medios.
Esto no es tomarse atribuciones que no le corresponden, ni
"comprarse" nuevos problemas, pero así como se dictó una ley de protección a
los medios de comunicación de la ciudad de Buenos Aires, el gobierno de la
Ciudad tiene que proteger a sus ciudadanos que pagamos impuestos en la ciudad,
dentro de lo posible, de las barbaridades que comete el gobierno nacional, en
este o en cualquier otra área.
Es hora de terminar con las mentiras y las hipocresías y
también es hora de empezar de dejar de ser cómplices de este sistema absurdo.