lunes 16 de diciembre de 2013, 08:33h
Empiezo con un viejo cuentito.
Un señor se acerca a la veterinaria de su barrio con la
intención de comprar un lorito para que le haga compañía y tener con quién hablar.
El veterinario le comenta -Mire, loritos no me quedan más,
pero aquí tengo un búho, muy lindo y a buen precio. -¿Pero los búhos hablan?.
Pregunta el cliente.
-Y..., es un pájaro, quién le dice, si lo entrena, a lo mejor
habla. Hagamos una cosa, yo se lo doy, lo tiene un par de semanas, si habla, viene y me paga,
y si no me lo devuelve y se lo cambio
por un loro, para esa fecha ya voy a tener. Ofrece el vendedor.
El señor acepta y se lo lleva.
Pasan un par de semanas y el cliente vuelve a la veterinaria.
-Le vengo a pagar el búho.
- Ah! ¿Cómo?, ¿Habla?
-No, hablar no habla, pero me presta mucha atención.
¿Qué tendrá que ver, este cuentito, con lo que nos está
pasando, en este fin de ciclo?
Se preguntará usted, con legítima curiosidad.
Le explico. Como en el cuento, esta versión K. del
populismo, como toda variante del voluntarismo político, construyó su relato,
hablando, pero sin prestar mucha atención.
Habló del desendeudamiento, pero sin prestar atención a la
necesidad de mantener el superávit fiscal, única forma genuina de vivir sin
deuda, más allá del default.
Cuando perdió el superávit fiscal, recurrió a la
confiscación de los ahorros en las AFJP, la toma por asalto de las reservas del
Banco Central y la emisión monetaria, como sustituto de la deuda. Además, se
utilizaron distintas "trampas" para postergar aumentos de gasto. (Mala
liquidación de las jubilaciones, como ejemplo). Ahora, llegado a un punto en
dónde tanto la presión tributaria, como el impuesto inflacionario están en un
nivel peligroso, se propone el reendeudamiento y la baja del gasto vía quita de
subsidios.
Habló de tipo de cambio real alto, sin prestar atención que
para mantener el tipo de cambio real competitivo para todos los sectores que
comercian con el exterior, en un contexto de buenos términos del intercambio
para el sector productor de commodities, se requiere otra política de expansión
del gasto público. Otra política monetaria. Otra política salarial. (¡Y eso que
se las "ingenió" para que una brutal fuga de capitales, redujera la oferta de
dólares en el mejor período del boom de los commodities!).
Habló de defender la mesa de los argentinos, sin prestar
atención al hecho que, al obligar a los productores a subsidiar a los
consumidores, terminó destruyendo la oferta de energía, alimentos y otros
productos, al punto que terminamos importando lo que antes exportábamos, y
pagando precios inéditos, por lo que antes "sobraba". Ahora habla de alentar la
oferta, reconociendo nuevos precios y firmando contratos leoninos.
Habló de nueva infraestructura orientada y construida con
manejo discrecional del Estado, sin prestar atención a que ese "sistema"
llevaba a poca obra. Enormes sobrecostos. Corrupción, e ineficiencia. (Sin
mencionar lo más importante, los muertos en los trenes "gratuitos" y
destruidos).
Habló de promover la industria, cerrando la economía, y
alejando los mercados externos al dejar de ser la Argentina proveedor
confiable, al priorizar el mercado interno frente al de exportación.
Sin prestar atención a que esa política llevaba,
inexorablemente, por pérdida de competitividad cambiaria, falta de
infraestructura, e incentivos perversos, a una industria cada vez más
dependiente de las importaciones, y de ayudas y regalos crecientes. Ahora, no
tiene más remedio que limitar importaciones, y revisar todo el sistema de
desgravaciones impositivas y subsidios mal diseñados y peor gastados.
Habló de mejoras en la educación, en la situación social, en
la distribución del ingreso, sin prestar atención a los instrumentos que se
utilizaban, a la falta de medición y rendición de cuentas. A la falta de
capacitación e inserción de los jóvenes y no tanto, en el sistema laboral.
Suponiendo que el mal empleo público es un buen sustituto de un buen empleo
privado. Y que la inflación creciente no iba a terminar erosionando los planes
sociales y la distribución del ingreso.
En síntesis, y como la mayoría de estas cosas de las que se
"hablaron", fueron apoyadas por muchos políticos y por los votos de muchos
compatriotas, quizás, al gobierno en particular, y a la sociedad argentina en
general, la haya llegado la hora de hablar menos, y prestar más atención.