La democracia, la policía y el hambre
Por
Adolfo Pérez Esquivel
martes 10 de diciembre de 2013, 16:39h
No creo en las casualidades y menos cuando está de por medio
la policía. No son hechos aislados los intentos de condicionar y someter al
poder político, es una tradición histórica de las fuerzas de seguridad y
armadas.
No es azaroso que, cerca de cumplirse los 30 años de
democracia, se hayan realizado protestas y sublevaciones policiales
simultáneamente en 17 provincias, y que en cada una de ellas se realicen
inmediatamente saqueos a los comercios con una logística que no se puede
atribuir a la mera espontaneidad. Qué puede ser más conveniente para fortalecer
un acuartelamiento policial que demostrar la urgente necesidad de su presencia
en las calles.
Si bien apoyamos el justo reclamo de mejorar la situación
salarial de los efectivos para ellos y sus familias, rechazamos las
metodologías utilizadas, que han dejado en estado de indefensión a la
población.
Estas protestas que incluyeron tomas de casas de gobierno,
junto a los simultáneos saqueos, constituyen una extorsión a los gobiernos
provinciales y una desestabilización a la democracia, al buscar transmitir el
mensaje: "o nos hacen caso o se viene el caos social".
En América Latina hay muchos antecedentes de intentos de
desestabilización institucional por parte de la policía que se ocultaron detrás
de reclamos salariales. Está el caso de Ecuador, cuando atentaron contra la
vida del presidente Rafael Correa. Y el caso de Bolivia, cuando intentaron deponer al presidente Evo Morales, con los
alzamientos de grupos armados en Cochabamba y en las provincias de la Media Luna.
Las fuerzas de seguridad tienen caminos institucionales para
resolver los conflictos y reclamos salariales. Junto con las condiciones
laborales hay que cambiar la matriz de las bases profesionales del trabajo
policial de la mano de un proceso asociativo que permita la toma de conciencia
profesional, y exigencias salariales sensatas por vías institucionales más allá
de la actitud de las cúpulas policiales.
Pero lo que no puede suceder bajo ninguna circunstancia, es
que el poder político, portador del mandato popular, se someta a la
insubordinación violenta de la fuerza policial. Este debe actuar dentro de la
ley y sancionar a los responsables del alzamiento contra las instituciones del Estado.
No es posible que los gobernantes se sometan a sectores policiales que contienen
mafias responsables de la inseguridad por su complicidad con el delito
organizado del comercio de las drogas, la trata, trabajo esclavo, robo de
autos, incluyendo torturas y zonas liberadas. Por eso debe investigarse la
relación entre las protestas y la ola de saqueos simultánea.
Por otro lado, también resulta muy grave que el Gobierno
Nacional quiera disuadir y criminalizar cualquier reclamo social con un comando
conjunto de operaciones de fuerzas de seguridad a nivel nacional, mientras
niega bonos salariales, actualización de planes sociales, y refuerzos a los
jubilados. Una vez más su relato de modelo virtuoso para el pueblo argentino
entra en crisis. Más aún teniendo en cuenta que no escatima en beneficios para
las corporaciones como Monsanto, Barrick Gold, Chevrón y Repsol, a la que le
pagaremos 5.000 millones de dólares de indemnización por querer ser soberanos.
El país cumple 30 años de democracia con muchas luces y
sombras, y la debemos fortalecer, tengamos en claro que la democracia no se
regala y tampoco es un mero acto electoral, son espacios a construir con más
igualdad y participación ciudadana, y todos somos parte responsable.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
Presidente del Servicio Paz y Justicia