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Los relatos educativos del kirchnerismo

Los relatos educativos del kirchnerismo

Por Mónica Marquina
miércoles 16 de octubre de 2013, 09:55h
La sociedad del fin de la modernidad enfrenta, entre muchos desafíos, el debate sobre si hay una única realidad o bien si existen distintas realidades de acuerdo a la subjetividad de quien la vive. La existencia de múltiples formas de interpretar el mundo ha constituido un avance sobre las miradas hegemónicas que a lo largo del desarrollo de la sociedad moderna nos han impuesto la ilusión de una realidad objetiva e inapelable. La posibilidad de diversas miradas sobre un mismo fenómeno ha enriquecido las discusiones, multiplicado las voces minoritarias y creado las condiciones de deliberación en un nuevo espacio público que ya no se limita a los espacios formales de las democracias. La contracara de este avance aparece cuando en el juego discursivo predominan los relatos de los públicos fuertes, con pretensiones de imponer al sentido común interpretaciones de la realidad forzadas y tergiversadas respecto de un aparente contenido inclusivo para los públicos débiles. En el último tiempo, le ha tocado a la educación ser objeto del relato kirchnerista que interpreta a la realidad que surge de sus propios números de manera maniquea y engañosa. Al menos son dos los sucesos que dan cuenta de ello.
 
El primero surge de un dato oficial muy concreto: desde 2003 el pasaje de alumnos del sector público al sector privado ha crecido de manera llamativa. Hay jurisdicciones en las que históricamente predominó la elección por el sector privado, mientras que en otras no. Sin embargo, en todas ellas el privado es el sector que se ha expandido, incluso cuando el ritmo de crecimiento de la matrícula en algunos niveles va deteniéndose. Particularmente, llaman la atención los datos del conurbano bonaerense. En 2011, el 40% de los alumnos de educación primaria asiste a escuelas privadas. ¿Qué nos dice el relato del gobierno a través de documentos oficiales? Que se trata de un reflejo de la mejora de las condiciones económicas de las familias, que ahora pueden cumplir el deseo que antes tenían vedado.
 
El segundo de los sucesos es más reciente y ha tenido mayor repercusión en la prensa. La información oficial muestra que en los últimos diez años ha aumentado la cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan (los catalogados "ni-ni"). Además, dentro de ese número que supera el medio millón, se ha ampliado el grupo de jóvenes procedentes de los sectores más humildes. En este caso, el relato oficial nos dice que este incremento desde 2003 puede ser explicado con ojos progresistas: una participación mayoritaria de ese porcentaje corresponde a madres jóvenes que antes debían salir a trabajar de manera obligada y ahora, gracias a la Asignación Universal por Hijo, pueden quedarse en sus hogares al cuidado de sus niños.
 
Ambos relatos son miradas parciales que dificultan comprender en su complejidad los problemas a los fines de una discusión abierta de cara a la búsqueda de soluciones democratizadoras. Los relatos tal como se presentan no dejan lugar a otras interpretaciones. No hay margen para pensar que buena parte de ese 40% de familias del conurbano, que optan por una escuela privada, están realizando un esfuerzo descomunal para que sus hijos puedan asistir todos los días a la escuela, en condiciones de bienestar y seguridad, mientras ellos trabajan, dado que la escuela pública no les garantiza esas condiciones mínimas. En el otro caso, el relato oficial no deja espacio para indagar más a fondo quiénes son esas madres jóvenes que deciden quedarse en casa con sus hijos, qué proyectos educativos y laborales tienen y por qué no los pueden llevar a cabo. Abrir el marco para relatos más completos posibilitaría hacer de estos temas problemas de interés común. Por el contrario, se ha optado por transmitir una verdad manipulada hacia un público que se supone pasivo.
 
Lo que tenemos, es la aparición más cruda y transparente de las bases que dan sentido al relato kirchnerista. Una de esas bases sostiene que gracias al modelo son y serán cada vez más las familias que puedan elegir la escuela privada porque estarán en mejores condiciones para afrontarla. Otro de esos fundamentos considera que gracias al modelo, las jóvenes madres pobres están donde deben estar. En un caso, el relato se sostiene sobre la idea de una escuela pública residual; en el otro, se ampara en la concepción de que la política social debe estar focalizada hacia la contención más pobre de la pobreza. Curiosamente, relatos en apariencia contradictorios con los de los odiados años neoliberales, se asientan sobre pilares similares pero ahora disfrazados de inclusión y de ampliación de derechos hacia los más necesitados.
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