La edad de los que deciden
jueves 09 de mayo de 2013, 11:52h
Del total del padrón de electores para los comicios de 2013,
un 30% tiene menos de 30 años, el 50,2% no llega a cumplir los 40 años de edad
al momento de votar y 6 de cada 10 electores tendrá 45 años o menos al votar.
Esto convalida la creciente participación que los jóvenes tienen en la política
desde 2003.
La incorporación de los jóvenes a la política es un fenómeno
contundente en términos cualitativos, típico de la repolitización de la
sociedad Argentina post crisis del neoliberalismo que introdujo el modelo
nacional que encarnara Néstor Kirchner en mayo del 2003 y hoy conduce Cristina
Kirchner.
La clave de la participación política creciente de los
jóvenes a partir de mayo del 2003 fue sin duda la capacidad de resituar
primero, y desplegar después, el conflicto contra los sectores del
establishment económico, político, judicial y mediático que desplegó sin prisa
ni pausa el peronismo kirchnerista durante sus tres períodos de gobierno.
Tras treinta años que, salvo lapsos excepcionales durante el
primer período del gobierno de Raúl Alfonsín que entonces también recibió el
acompañamiento juvenil, gobernar en la Argentina supuso reproducir y ampliar
los intereses de los poderosos. Con el triunfo de Néstor Kirchner, por primera
vez desde la recuperación democrática, un gobierno se comportó como contrapoder
en el país, convocando por eso en su apoyo a buena parte de los sectores
juveniles que vieron en él un canal para expresar su rebeldía y oposición al
modelo neoliberal.
Neoliberalismo que hay que recordarlo, desarticuló
drásticamente la morfología de la sociedad argentina desde mediados de los años
setenta mediante la dictadura cívico-militar y los sucesivos gobierno
democráticos que lo aceptaron como único camino posible, transformando 6% de
pobreza de 1975 en 54% a la salida de la convertibilidad, 3% de desempleo en
24%, 15% de trabajo informal a medidos de los años setenta en 55% en 2002 y que
estiró la brecha entre el 10% más rico y más pobre de perceptores de ingresos
de 12 a 32 veces.
Pero si la participación juvenil es la nota de mayor volumen
cualitativo del ciclo kirchnerista, cuando se analiza la distribución del
padrón de electores 2013 con la novedosa incorporación de 750.000 jóvenes de 16
y 17 años que ejercerán su nuevo derecho ciudadano, el análisis cuantitativo
muestra la fuerte impronta juvenil del electorado nacional, que sin duda es la
característica central que deberán atender las distintas dirigencias en
competencia electoral si es que no quieren resultar obsoletas y con ellas sus
propuestas.
En efecto, en el cuadro que acompaña esta nota se observará
que el 8,6% de los votantes este año tiene entre 16 y 19 años mientras otro
10,9% recorre el tramo etario que va entre los 20 y 24 años.
Completando el tramo de menores de treinta años un 10,5%
adicional de electores cursa edades entre los 25 y 29 años.
En suma el 30% de los electores tiene menos de 30 años, el
50,2% no llega a cumplir los 40 años de
edad al momento de votar, mientras 6 de cada 10 electores al ejercer el
sufragio en 2013 tendrá 45 años o menos.
Las conclusiones son notables. Por ejemplo, dada la
estructura etaria que lo segmenta, para el 50% del padrón de electores el
gobierno de Raúl Alfonsín y los ciclos hiperinflacionarios de los años 1989 y
1990 no resultaron experiencias vividas, e incluso buena parte de la década de
los año noventas tampoco lo fue en plenitud.
Más aún, la crisis del año 2001 fue vivida con menos de 15
años de edad por el 25% de los empadronados, que inician su adolescencia y los
primeros contactos con la realidad política nacional ya con el kirchnerismo gobernando
el país.
En sentido contrario, solo el 20% de los electores efectivos
-que irán a votar- en el año 2013 tenía
15 años o más en la década de los años setenta y vivieron con conciencia plena
los gobiernos de Cámpora, Perón e Isabel y el último golpe cívico militar.
En conclusión, la fijación de temas de agenda que se anclan
demasiado rígidamente en experiencias del pasado, aún las más convulsionantes,
estrategia tan recurrente en buena parte de la oposición e incluso un recurso
que sobre utiliza algún sector del oficialismo, no parecen poder interpelar de
manera exitosa a una mayoría de electores sencillamente porque no forma parte
de su experiencia de vida, y, si bien es cierto que la historia se transmite
entre generaciones, nunca es bueno para la dirigencia política abusar de esa
circunstancia confundiendo lo dicho con lo vivido.