El pensamiento "nacional" de los empresarios nacionales
martes 30 de abril de 2013, 12:09h
En una encuesta recientemente realizada por la consultora
internacional PwC (ex Pricewaterhouse Cooper), se le pidió a los ejecutivos
argentinos que eligieran al que consideran como su referente entre los líderes
de la historia mundial de todos los tiempos, y la mayoría escogió al ex primer
ministro brtánico Winston Churchill.
Recién en segundo lugar apareció el general José de San
Martín, y en tercero, el líder político indio Mahatma Gandhi. Es decir que en
los tres primeros lugares, solo figuró un compatriota. Y si se contempla todo
el listado de líderes mundiales elegidos, sobre 28 nombres, solo 10 resultaron
argentinos.
Pero no solo la cuestión numérica es interesante analizar
sobre la encuesta, sino más aun la calidad de los elegidos. Porque entre ellos
figuran también el ex dictador Juan Carlos Onganía y el exterminador de pueblos
originarios Julio Argentino Roca, cuyos liderazgos son destacados por los
ejecutivos. Apenas dos presidentes constitucionales de la democracia moderna
están en la lista: Arturo Frondizi y Raúl Alfonsín.
Y de Juan Domingo Perón o Néstor Kirchner, ni señales. Lo
cual condice con el fuerte favoritismo cosechado por Churchill, un acérrimo
detractor la Argentina y sus intenciones de independencia económica, quien
durante su primer mandato a mediados de los '40 advirtió: "No dejen que la
Argentina se convierta en potencia, porque detrás de ella arrastrará a toda
Hispanoamérica".
¿Cuál era esa Argentina peligrosa a los ojos del Reino
Unido? Era una nación que dejaba de ser una granja abastecedora de materias
primas a los países desarrollados a los que a su vez les compraba productos
terminados, para intentar ser una nación industrial, tecnológica y científica.
Pero por sobre todo soberana en lo político y económico.
Perón se encargó en esa época de recuperar importantes
activos argentinos que habían caído en poder del capital extranjero. Entre
ellos, el cultivo de tierras y la cría de ganado, el transporte ferroviario,
pluvial y marítimo, el sistema financiero, los servicios públicos, la energía.
Todo un circuito que se iniciaba en la producción que se
realizaba en tierras con dueños británicos, de donde salía la materia prima que
se subía a trenes de concesionarios británicos, que se abastecían de
combustible propiedad de firmas británicas, y llegaban a destino donde se
cargaba en barcos de bandera británica, se comercializaba al exterior a través
de exportadoras británicas, en una operatoria asegurada por compañías
británicas, financiadas la mayoría de las veces por préstamos de la banca
británica.
La nómina de intereses británicos en Argentina podría
completarse con frigoríficos y empresas mineras. En síntesis, pura extracción
de recursos genuinos nacionales para el beneficio y la satisfacción del interés
y la necesidad extranjeros.
También existía una fuerte vinculación de créditos
contraídos por el Estado nacional y provincias, como la de Buenos Aires, con la
banca británica Baring.
Para tener una idea de la importancia que Argentina
representaba para el Reino Unido, basta con mencionar que a Julio Argentino
Roca hijo se le adjudica haber brindado en alguna oportunidad por "la
Argentina, la joya más preciada de la corona británica".
En este marco, Perón nacionalizó los ferrocarriles y los
puertos, fortaleció el rol de YPF como empresa de combustible de bandera, lo
mismo que el Banco Nación como financista del desarrollo de la industria
nacional. Estimuló la actividad fabril argentina, con el agregado de ciencia y
tecnología para alcanzar un nivel de excelencia como el que tenían los
productos que se compraban en el exterior. El objetivo era dejar de ser el
granero del mundo, para pasar a ser un país que se autoabasteciera y produjera
con valor agregado.
Acá comenzaron a fabricarse automóviles, aviones, barcos,
tanques, trenes y tractores. También obras de infraestructura como diques y
represas. Hasta fue el inicio del desarrollo de la energía nuclear en el país.
Y también de la industria militar propia.
Esa era la Argentina que podía convertirse en potencia y
desvelaba el sueño de Churchill, y el resto de Europa y los Estados Unidos. Sin
embargo, esa es la Argentina que curiosamente ningún ejecutivo de empresa
consultado por PwC quiso poner como ejemplo de liderazgo, crecimiento y
desarrollo. Sino que prefirieron elegir al que justamente expresó que "la
caída de Perón es la mejor noticia que he recibido después de nuestro triunfo
en la guerra mundial".
Para mayor honestidad, Churchill afirmó que "la caída
del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio".
En ese momento, octubre de 1955, el diario Journal du France
destacaba que "uno de los factores poco conocidos de la caída de Perón es
la industrialización creciente del país.
Esto significó un perjuicio considerable para los tejidos y
cueros británicos, cuya exportación a la Argentina disminuía rápidamente. La
desconfianza británica se transformó en hostilidad cuando comprendió que Perón
se preparaba a explotar las enormes reservas petrolíferas del subsuelo
argentino".
A ese detractor del desarrollo nacional eligieron los
ejecutivos. Toda una declaración de principios la de estos hombres de negocios
que aunque en los últimos diez años asistieron a las más fabulosas
rentabilidades de sus empresas y sectores que tengan recuerdo, siguen
empecinados en resaltar la figura y la memoria de personajes que han trabajado
para impedir que la Argentina pudiera llegar a ser una nación industrializada y
desarrollada, libre y soberana