Santa Fe tiene una experiencia para compartir
lunes 08 de abril de 2013, 16:16h
Santa Fe rememora en pocos días el peor desastre que le tocó
vivir. En abril de 2003 el Salado, un silencioso río de llanura con periódicas
crecidas importantes, ingresó a la ciudad por una defensa inconclusa, sumergió
un tercio de ella bajo el agua, cobró muchas vidas, dejó 130.000 evacuados y
destruyó innumerables pertenencias privadas y públicas. El agua quedó
aprisionada por terraplenes que debían impedir el ingreso del río, convertidos
en trampa mortal al impedir que escurriese. Previsible y evitable, el desastre
desnudó la degradación del soporte urbano y de gestión.
La bronca del primer momento dio paso a una inmensa
operación solidaria que priorizó a todo ser despojado de alimento, ropa y hasta
de sus recuerdos más queridos. La sociedad santafecina y de muchas ciudades se
movilizó espontáneamente. Luego, un ensayo de reconstrucción, pero el daño
estaba hecho y llevará años compensarlo; reconstruir implica postergar lo que
las ciudades tanto necesitan para sostener su desarrollo.
A pesar de los precedentes, cuatro años después lluvias
intensas anegaron nuevamente la ciudad con un impacto diferente pero igualmente
angustiante para quienes vieron otra vez cómo las defensas eran medida
incompleta. Otra vez la solidaridad se impuso, otra etapa de reconstrucción por
delante. Aparecieron reclamos más fuertes por medidas de fondo que tendieran a
evitar y mitigar el impacto: el riesgo principal era ya bien conocido:
inundaciones por desborde de ríos vecinos o lluvias intensas o la combinación
de ambas, y poco se había hecho hasta allí.
Entonces, el cambio. La gestión que iniciamos en 2007
priorizó la cuestión. Pensamos que el riesgo se construye con las ciudades, que
debe ser estudiado para tomar previsiones y medidas que lo eviten ; que el
riesgo puede y debe ser abordado, que convivir con él implica estar preparado
para gestionarlo. Sabemos que los desastres tienen cuatro fases que implican
medidas estructurales y no estructurales: previsión, prevención, mitigación,
contingencia y reconstrucción, y que encarar sólo la última es incorrecto y
signo de planificación ausente o deficiente.
En Santa Fe, creamos una dirección que depende del
intendente e iniciamos el Sistema Municipal de Gestión de Riesgo, con un amplio
programa de acción de carácter integral: sensibilización de actores sociales,
descentralización territorial y alianzas con instituciones y organizaciones
civiles en el marco de un amplio plan de contingencias; encaramos desagües,
reservorios, casa bombas, refugios, responsables, rutas de evacuación,
mecanismos de alerta, radares meteorológicos, protocolos de información y
comunicación, simulacros con participación ciudadana, educación y más. Nada fue
dejado al azar.
Nuestra Gestión de Riesgo fue premiada por las Naciones
Unidas, orgullo muy superado por la satisfacción de saber que los vecinos
tienen hoy cierta tranquilidad, que conocen el riesgo en el que vivimos y saben
que hay dispositivos para minimizar su impacto.
Las ciudades deben aprender de experiencias propias y
ajenas, deben resolver su vulnerabilidad conociéndola y estar dispuestas a
disminuirla. Eso hizo el gobierno en Santa Fe: embarcó a toda la ciudad en una
gestión de riesgo que desde 2007 se profundiza con una nueva racionalidad que
evita trasladar el daño de barrio en barrio, que atiende la compleja
integralidad de los excedentes hídricos. Hoy, en La Plata y la Capital, solidaridad con
los damnificados, contención del dolor de los que perdieron a los suyos y lo
suyo, de los que se desploman ante un empezar de nuevo; hoy, ayuda material,
espiritual y psicológica a cada uno de ellos. Mañana deben ponerse a trabajar
seriamente en este sentido. Santa Fe tiene una experiencia para compartir.
Mario Barletta
Presidente de la Unión
Cívica Radical