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Las carencias de una falta de planificación de largo plazo en el comercio exterior

Las carencias de una falta de planificación de largo plazo en el comercio exterior

Por Néstor Pablo Aleksink
lunes 21 de enero de 2013, 18:29h
(Una historia recurrente de desencuentros, retrocesos y falta de ideas)

Más allá de que las estadísticas en nuestro país no conforman un escenario confiable, un dato de la realidad indica que nuestro comercio exterior ha detenido su crecimiento para decaer levemente en guarismos, cantidad y en calidad, con la salvedad del incremento del superávit comercial generado fundamentalmente por la caída de las importaciones. Como decía un insigne político, la única verdad es la realidad, no estamos en el peor de los mundos pero tampoco es el país de Alicia.

Muchos factores, externos e internos, inciden en esta permuta, pero el año 2012 ya es cosa juzgada y deberíamos modificar algunas tendencias en nuestras estrategias para tratar de corregir lo que podemos corregir y prepararnos para una mejor batalla en el 2013, para intentar aprovechar el seguro crecimiento (lento, pero crecimiento al fin) de la economía global del año en curso.

Al establecer un marco correctivo en nuestras políticas, no estaremos tan susceptibles a los vaivenes de la economía internacional: hoy en día, si hay crecimiento nos va mejor, pero si las cosas no están bien caemos drásticamente sin remedio como en este año.

Desde el año 2002, las cuentas del comercio exterior ha pasado a formar parte indisoluble del presupuesto nacional, pero no por planificación, sino que es notorio que del mismo forman parte la recaudación de las retenciones a las exportaciones, por lo cual no es dable esperar una disminución o eliminación de este impuesto a las ventas argentinas, por lo menos en los principales rubros exportados.

La transferencia de aportes al estado por parte del sector exportador en concepto de retenciones, generó en 2012, aproximadamente, la para nada despreciable suma de u$s 8.500 millones, por lo que como está prácticamente asegurada su permanencia por los próximos tres años, una correcta política de exportaciones también establece un mayor nivel de ingreso a las arcas del estado.

Una de las carencias de planificación y estrategia es que nada de lo recaudado por estos concepto tiene un retorno positivo para las empresas en conceptos relativos a la promoción de exportaciones, ya sea en misiones comerciales planificadas, la continuidad de acciones post-misión (¿sabe el lector cuantos negocios se han formalizado en Angola luego de la promocionada misión comercial del año anterior?, respuesta: casi ninguno) y capacitar al empresario antes de iniciar una misión comercial, dado que normalmente las empresas que acuden a los destinos visitados carecen de informaciones esenciales al momento de iniciar gestiones comerciales que devenguen en futuras exportaciones.
 
La realidad vs. los motivos: Si visualizamos los resultados del año 2012 desde el punto de vista de balanza comercial, podemos decir sin dudas que el saldo fue positivo; si lo vemos desde el punto de vista de los motivos que llevaron a esa realidad, el impacto del saldo positivo se desvanece porque se ha frenado una tendencia de crecimiento, pero lo que es más preocupante y perdura en el tiempo es la carencia de una política comercial externa de largo plazo, carencia que no es atribuible sólo a este gobierno sino que ya forma parte de una insuficiencia orgánica que viene de larga data, y lamentablemente compartida con otros sectores de nuestra economía.

Si buceamos en la historia, Argentina ha tenido tendencia a establecer criterios de venta en función de las demandas internacionales y no como resultado de una organización que estableciera pautas de crecimiento proyectadas a 10/20 años vista, y estas políticas de ventas compulsivas han sido en algunos casos lamentables y devastadoras.

Debemos descartar rápidamente lo de "granero del mundo", tenemos capacidad tecnológica e intelectual para intentar (repito, mediano/largo plazo) reconvertir el perfil de exportadores de materia prima o MOA para incrementar exportaciones con mayor valor agregado con el efecto multiplicador que eso genera.

Criticar es muy simple, cualquiera lo puede hacer. Pero me permito insistir en algunos planteos que van más allá de una simple crítica y que pretender no se "la" solución de nada, pero al menos instalar en algún momento el debate de ideas.

Quién escribe estas líneas tuvo la oportunidad, en anteriores oportunidades, de conversar directa o indirectamente con distintas fuerzas políticas y encumbrados candidatos para intentar hacerles llegar propuestas (insisto, no cómo la solución, pero sí como base para discusión) respecto de una política comercial externa que contemple un plan coherente y racional, con bases perfectamente realizables y que incluya al pequeño y mediano empresario, y la respuesta fue contundente: a nadie le interesa ese tipo de cuestiones, el comercio exterior da menos votos que regalar inodoros, planes sociales o promesas de cargos u obras que benefician a unos pocos.

Este es un año electoral y redoblaré la apuesta, enviaré a los principales candidatos propuestas realistas de cómo generar un crecimiento de nuestro comercio exterior planificando políticas de estado y no de gobierno, veremos si la suerte cambia y al menos sea escuchado por alguno de ellos. 

Pero también a lo largo de más de quince años he venido capacitando en el ámbito público y privado a empresarios en esto de generar "conciencia exportadora" y los resultados no fueron muy alentadores: muchos empresarios todavía conservan el concepto de "Argentina ombligo del mundo" y esperan sentados que los "desesperados" compradores externos golpeen las puertas de sus fábricas y les compren lo que los empresarios quieren vender y al precio que les quieren vender, y ni hablar cuando se le menciona la palabra "inversión" como concepto estratégico para ganar mercados externos.

Lógicamente, el argumento que tienen muchos de estos empresarios, es desolador: FALTA DE REGLAS DE JUEGO Y SU RESPETO MAS ALLA DE LAS CIRCUNSTANCIAS. Ni hablar de la presencia del estado como forjador de estas reglas, y los bancos como generadores de crédito y respaldo.

Basta dar una mirada atrás y se verifican grandes contradicciones en nuestras políticas externas, le planteo un ejercicio: desde el año 1983 hasta hoy (un poco más de un cuarto de siglo de nuestra historia) revise cuales fueron las tendencias en relaciones exteriores de nuestros gobiernos y verá que no existe un hilo conductor ni una planificación estratégica, pasamos por relaciones carnales y nos fuimos al otro extremo, iniciamos el camino del Mercosur y ahora no sabemos aprovechar sus ventajas, entregamos vacas de peluche a encumbrados presidentes o desconocemos acuerdos que nadie nos obligó a firmar, ni hablar de la imagen del país en el mundo respecto de la seguridad jurídica y el cumplimiento de los empresarios.

Pero en comercio exterior si hubo una gran coincidencia nacional: NINGUNO DE LOS GOBIERNOS TUVO A ESTA HERRAMIENTA FORMIDABLE QUE ES EL COMERCIO EXTERIOR COMO UNO DE LOS PILARES DESTACADOS DE SUS POLITICAS. Y esto se verifica a nivel nacional, provincial o municipal.

En la actualidad, esto se experimenta en la práctica: dos de los distritos de mayor envergadura exportadora, (no sólo en exportaciones reales, sino también por concentrar elementos logísticos estratégicos) carecen en absoluto de planes de fomento a las exportaciones.

La Provincia de Buenos Aires tuvo un plan en los inicios del 2000 pero lo destruyó, y hoy navega en la intrascendencia total y absoluta. Recordemos en ese sentido que una de las funcionarias que hoy es "estratega" en términos de comercio exterior ayudó enormemente a que eso suceda. El Gobierno de la Ciudad Autónoma tiene esas herramientas, pero no las utiliza y no ha aportado en el último año una sola idea innovadora o algún instrumento útil para el empresario porteño, sólo se ha vislumbrado alguna tibia iniciativa en el sector de servicios tecnológicos, no más que eso.

Esto es como consecuencia lógica que se ha nombrado en puestos claves, en ambos casos y en su gran mayoría, más por compromisos asumidos por amigos o parientes del poder, pero nunca como resultado de colocar a gente experimentada y práctica, que permita entender cuales son los problemas y las soluciones posibles para simplificar la tarea exportadora de los empresarios.

Así las cosas, el presente año deberemos afrontarlo nuevamente con improvisación y reglas de juego poco claras, (la política del parche) pero se insiste que en este momento de incertidumbre internacional y por supuesto local, es cuando el empresario, con paciencia, debe comenzar a plantear seriamente un futuro plan exportador, para cuando la marcha de la economía internacional vire de rumbo no subirnos como siempre por la escalera de atrás, mal y tarde.

Como todo plan de inserción internacional es de mediano o largo plazo, debemos despojarnos de las incertidumbres y de la coyuntura, para mirar el futuro con optimismo, y en el ínterin buscar alternativas de planificación internas que permitan crecer al comercio exterior argentino más allá de los vaivenes internacionales.

El actual nivel de intercambio que muestra nuestro país es muy pobre comparado con otros países de la región, incluso con economías menos desarrolladas o con potencial de crecimiento menor, indicativo real de que no hicimos la tarea para mostrar al mundo que Argentina es un país confiable como proveedor no sólo de alimentos sino también de MOI y tecnología.

Al hacer un rápido paneo de los organismos que intervienen desde el estado para fomentar las exportaciones, vemos la superposición de muchos de ellos que hacen tareas similares o idénticas, despreciando de este modo los escasos recursos que habitualmente (y reitero, históricamente) el estado ha destinado para ello.

Así, organismos nacionales, provinciales y municipales se superponen unos a otros, y si a esto le sumamos la absoluta carencia de una política nacional de relacionamiento externo y de fomento a las exportaciones, el resultado da que nuestro país, a punto de llegar al bicentenario de su creación no posee un plan de desarrollo relacionado con el tema.

Es imprescindible un ordenamiento de estos organismos, suprimir los que sean innecesarios y concentrar esfuerzos y presupuestos en pocos pero que hagan las cosas como corresponden: desde hace años vengo pugnando por la creación del Instituto Nacional de Promoción a las Exportaciones (INPE) que debe ser un organismo concentrador y ejecutor de políticas internas para preparar a las empresas para exportar, que debe ser manejado con fondos propios y dirigido por personas idóneas en la materia que no tengan relación alguna con los funcionarios de turno.

Esto para transformar un concepto también "histórico" de nuestro comercio exterior: que el resultado de las exportaciones sea cuantificado por "ventas argentinas" y no por "compras externas", hoy en día, más del 70% de nuestras exportaciones se deben a interés de compra del exterior y no como resultado de esfuerzos empresariales para vender productos más allá de nuestras fronteras.

No obstante, habrá que estar atento a la situación interna, fundamentalmente del sector agrícola, ya que se especula que algunos sectores no podrán hacer frente siquiera a la demanda interna, por lo cual eso afectará las futuras ventas externas y es posible en ese sentido un frente de conflicto.

Es posible que este año, también, se morigeren los efectos de las DJAI ya que hay rumores de un cambio en la metodología de obtención o directamente un nuevo régimen de licencias, pero todavía no hay certezas al respecto.


Mg. Néstor Pablo Aleksink
Analista de Comercio Exterior y Relaciones Internacionales
www.aleksink.com.ar
Director Ejecutivo
Programa Argentina Exporta
[email protected]
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