lunes 03 de diciembre de 2012, 23:51h
A lo largo de la semana que pasó, el gobierno envió señales
mixtas respecto de su guerra contra la economía de mercado, que predomina en la
parte exitosa de la región.
En algunos aspectos parece haber declarado una
"tregua" en su aislamiento con el mundo y en su avance en la
destrucción del casi destruido mercado de la energía.
En otros, en cambio,
ha avanzado en el "sometimiento regulatorio" a lo poco que
queda de un sector empresario privado, cada vez con menos poder de decisión
propia y con menor capacidad de innovación y desarrollo.
Entrando en detalles.
Pasar de " a los
buitres minga", a "estamos
dispuestos a reabrir el canje", por más que sea, a estas alturas,
puramente testimonial, reduce el grado de agresividad y burla con la que, hasta
ahora, el gobierno había enfrentado los fallos de la justicia norteamericana,
jurisdicción a la que está obligado, por condiciones de emisión de parte de la
deuda emitida antes y después del canje.
Digo puramente testimonial, porque los fallos obligan a
pagar el 100% de la deuda que se reclama, y lo que ahora se le pide a la Argentina es que
sugiera un plan de pagos.
Difícilmente, los jueces admitan que obligar a aceptar el
canje a los que no entraron antes voluntariamente, sea "un plan de pagos".
Pero, en ese sentido, todo está por verse, aunque habría que
tener un plan B, por las dudas.
Insisto, de todas maneras, que al menos se muestra un cambio
de actitud bien visto por la comunidad internacional, en especial por aquéllos
que, en la FED, o en el Congreso norteamericano, deben defender la posición argentina, ante la
justicia y los sectores más duros de la política estadounidense.
La otra buena señal, ha sido el incremento del precio el gas
en boca de pozo para, en principio YPF, aunque extensible, espero, al resto de
los productores locales.
En realidad, de lo que se trata, como lo reconoció la
Presidenta, es de sustituir importaciones de gas, pagándole al productor local,
por lo que produzca de más, la mitad de lo que se paga por lo que se importa,
pero el triple, de lo que se le paga por lo que ya produce en el mercado local.
Es decir, el gobierno ahorra dólares por importar menos, y
los productores reciben más por lo nuevo que producen.
Entiéndase bien, esto no es una "revolución" en la
política energética, ni mucho menos, porque no cambia todo el sistema que rodea
al fracaso energético del gobierno kirchnerista y, además, hace falta inversión
para producir más.
Pero, al menos, muestra cierta racionalidad
("inteligencia", dijo la Presidenta) de la que, hasta ahora se
carecía en el sector. (A menos que sea sólo para darle algo de caja a YPF).
Pero estas dos notas de racionalidad contrastan con la
sanción de la Ley de Mercado de Capitales.
Es cierto que el mercado necesitaba una actualización
regulatoria, una búsqueda de mayor transparencia, y una mejor protección de los
accionistas minoritarios, pero no es menos cierto que el Ejecutivo metió por la
ventana, sin discusión previa en el Congreso o fuera de él, la capacidad de
intervenir en empresas que cotizan, sin mediación judicial, cuando un
accionista minoritario considere amenazados sus derechos, con el "pequeño
detalle" que, desde la estatización del sistema jubilatorio, el principal
accionista minoritario de las más grandes empresas y bancos privados de la
Argentina, es el propio Poder Ejecutivo, a través del ANSES.
En otras palabras, más que proteger a eventuales inversores
de la discrecionalidad de los accionistas
controlantes de las empresas, lo que termina haciendo la ley es
permitirle al gobierno que sea juez y parte, en su condición de inversor y, a
la vez, regulador, en el mercado.
En síntesis, por un lado, una modesta muestra de
racionalidad que nos acerca, aunque muy levemente, a una economía más
inteligente y menos ideológica y, por el otro, cambios regulatorios que
convierten a las empresas que tienen parte de su capital en manos del
gobierno, aún más que ahora, en rehenes
de la discrecionalidad y la arbitrariedad.
Si prevalecen las señales de inteligencia enviadas esta
semana, es posible que mejore, al menos en algo, la pobre perfomance inversora
y, por lo tanto, de crecimiento potencial que hoy presenta la economía
argentina.
Si, en cambio, predomina la sensación de "vamos por
todo" que se desprende de algunos aspectos de la ley del mercado de
capitales, o del intento de limitar aún más, la independencia de los jueces, la
inversión seguirá cayendo, y la esperada recuperación del próximo año será muy
mezquina.