viernes 26 de octubre de 2012, 23:55h
'El rasgo' fue el título de un célebre artículo de Larra en
el que criticaba una donación casi simbólica de la Reina en beneficio teórico
de la Patria. No pretendo, Dios me libre, emular a 'Fígaro'; ni a la suela de
las sandalias le llegaría. Pero abuso de su permiso para encabezar este
comentario con el 'rasgo' que significa haber donado veinte millones de euros a
Cáritas siendo el donante uno de los tres o cuatro hombres más ricos del mundo,
según el 'hit parade' que seutilice.
Es el caso que el dueño de Inditex, Amancio Ortega, padre de
todas las zaras, ha batido los records de 'trending topics'. Y lo ha hecho al
saberse de la donación de la Fundación
cuyo nombre lleva el de Don Amancio a favor de la ONG religiosa que
ayuda a casi tantos pobres como euros ha recibido del magnate gallego. Y ha habido de todo en los comentarios: desde
los que dicen que no quieren caridad hasta una mayoría de voces, admiradoras
rendidas del gesto, o el rasgo, siusted quiere.
Personalmente, me veo comprometido a escribir esta glosa
porque no hace mucho tiempo dediqué otro artículo, reconozco que con mala uva,
a Don Amancio, pidiendo que reconsiderase la que yo pensaba que era una casi
nula política de ayuda a los más necesitados, amparada en un afán de anonimato
y clandestinidad que casaban mal con las necesidades de una multinacional en
los tiempos que corren. El artículo malauvista tuvo,como todos los de su
género, bastante buena acogida entre el respetable. Lo que ocurre es que no era
del todo cierto lo que en él yo decía.
Ahora tengo que pedir perdón. He ido sabiendo que hay
empresas triunfantes, en España y fuera de ella, que practican -rara avis--una
política silenciosa de ayuda a lo que podríamos llamar causas sociales. Inditex
y Mercadona, a la que también citaba en el malhadado artículo, son dos de
ellas. Y usted podrá decir que, al fin y al cabo, veinte millones de euros son una minucia en el océano de los miles de
millones ganados cada año por los emprendimientos de Don Amancio.
Pero creo que sé de lo que hablo si aseguro que veinte
millones dan para muchas, muchas, cosas benéficas. Y que, desde luego, una
piedra da mucho menos, y produce muchos menos puestos de trabajo, por cierto.
¿Pura caridad? Qué sé yo, a estas alturas, lo que pueda o no
ser la caridad, con la que está cayendo. ¿Publicidad oportunista? Más de esa
publicidad quisieran muchas instituciones benéficas que se mueren consumidas, O
más de esas ayuda a los emprendedores que ofrecen algunas otras multinacionales
quisiéramos los que, de una u otra forma, se arriesgan a volar por su cuenta,
sacrificando su seguridad y la de sus familias.
Todos imaginamos, ya digo, lo bien que vienen, a quien bien
sabe utilizarlos a favor de los más necesitados, esos veinte millones. Ortega
ha puesto el listón bastante alto para lo que se cotiza y va a obligar
-confío-- a otros del Ibex a pedalear hasta su altura. Y eso, en estos momentos
de, ay, máximos números de desempleados que vivimos, viene muy bien. Que cunda
el ejemplo, que callen los que poco han hecho en su vida para dejar el mundo a
sus hijos un poco mejor de lo que ellos lo encontraron y aplausos, plas, plas, para Amancio Ortega,
con perdón, y al menos por esta vez.