Mientras el caso Assange acapara ahora la atención de la
inmensa mayoría de los medios de comunicación ecuatorianos, la suerte de
Barankov, pendiente del fallo de la Corte Nacional de Justicia pero cuyo
destino último está en manos de Correa, ha pasado casi inadvertida.
Barankov, exoficial
del Ejército bielorruso, huyó a Ecuador en 2009 después de ser acusado por las
autoridades de su país de fraude y soborno. Tras instalarse en Quito, el
exmilitar abrió un blog en el que denunció los atropellos contra los derechos
humanos
cometidos por el dictador Lukashenko y sacó a relucir supuestos casos
de corrupción, entre ellos una red de contrabando de petróleo en la que
estarían involucrados altos funcionarios bielorrusos y familiares del propio
presidente.
Al igual que Julian Assange, el ex capitán del ejército
bielorruso Alexander Barankov ha sido una piedra en el zapato para los
poderosos de su país usando como arma la información. Tras escapar de su país
en 2008, Barankov viajó a Ecuador, donde montó un blog en el que se ha dedicado
a revelar casos de corrupción del régimen de Alexander Lukashenko a quien se
conoce como "el último dictador de Europa".
Aunque en un comienzo Ecuador fue un refugio seguro para el
ex militar -recibiendo incluso el estatus de refugiado político- su luna de
miel con Quito terminó después de que Lukashenko visitara a Correa.
Y al igual que el fundador de Wikileaks, Barankov encontró
en la red el aliado perfecto para revelarlo. Pero también su sentencia. La
respuesta de Lukashenko fue inmediata. Levantó una acusación de corrupción para
exigir su extradición y fue detenido por las autoridades del país andino.
Durante su cautiverio, la Corte Nacional de Justicia
ecuatoriana revisó su caso y le concedió la libertad ante la evidente falta de
pruebas. Fue entonces, el 23 de julio de 2010, cuando el Gobierno de Rafael
Correa, el mismo que ha concedido el asilo a Assange, decidió otorgarle el
estatus de refugiado, por considerar que se trataba de un perseguido político.
Todo cambió el pasado 28 de junio, cuatro años después de su
llegada. La visita de Lukashenko a Ecuador, amigo del presidente venezolano
Hugo Chávez y, por ende, nuevo aliado de Correa, cambió diametralmente el
proceso. Primero, su permiso como refugiado no fue renovado para, a posteriori,
ser detenido y citado por la Corte para estudiar su posible extradición.
Según la prensa ecuatoriana, su pareja, Mabel Andrade, tiene
claro que el viaje de Lukashenko fue el detonante. Ahora lucha por evitar su
extradición pues insiste en que, al igual que en el pasado, la vida de Barankov
corre un serio peligro si es devuelto a su país. "Podría ser condenado a
pena de muerte", asegura, en el único país de Europa donde sigue vigente
este tipo de condena.
Y no sería descabellado. Son bien conocidas las continuas
violaciones de los derechos humanos del régimen de Alexander Lukashenko,
denunciadas en numerosos informes de Amnistía Internacional.
La contradicción es evidente. Mientras Assange busca cómo
entrar en Ecuador, para evitar ser sentenciado en Estados Unidos, Barankov
lucha por evitar su salida, que significaría la vuelta a uno de los lugares más
comprometidos del mundo