¿Convoca honestamente a la unidad?
martes 10 de julio de 2012, 19:46h
En su discurso del Día de la Independencia, la señora
presidenta ha reiterado su convocatoria a la unidad "nacional, del mercosur, de
la UNASUR".
La unidad, sin embargo, se define por sus objetivos, y se
construye con actitudes.
Con quiénes, depende de para qué. Un viejo apotegma puede
orientar esta reflexión, llevada al extremo por su antítesis: "mejor solos, que
mal acompañados".
Entre uno y otro extremo, hay infinidad de variaciones y
tonalidades. Y depende del arte, la pericia y la inteligencia, dosificar los
acercamientos y las distancias.
Si hablamos de los países, hay acercamientos de diferente
campo. La infraestructura, pongamos por caso, debe hacerse con el entorno
regional. A nadie se le ocurriría construir un puente o túnel que vinculara
Argentina con China. Esa unidad requiere pasos cordilleranos, uniones
ferroviarias y carreteras, interconexión de redes de energía, utilización
compartida de recursos comunes como los puertos y la hidrovía. Sus socios
naturales y excluyentes son los vecinos. Y puestos a mirar si se hace lo
necesario, veríamos que poco se ha hecho, más que declamar e inaugurar
repetidas veces lo que ha quedado la mayoría de las veces en meras promesas,
como el gasoducto del norte, los pasos cordilleranos, y la propia interconexión
eléctrica de la cuenca del Plata.
Si en lugar de la infraestructura nos referimos al comercio,
pues lo lógico es abrir las puertas en un espacio de "unidad" con las economías
con las que tengamos intereses complementarios, sea por producción, por mercado
o por financiamiento. Acá tampoco se ha hecho mucho. Al contrario: trabas,
permisos, "comisiones", autorizaciones previas, crecientes "cupos no
automáticos", derogación de convenios estratégicos -como con México- y
permanentes conflictos con Brasily Uruguay marcan también que poco se ha hecho.
Y si queremos referirnos a la unidad política para la
consolidación democrática, nuestro espacio común debieran ser las democracias
avanzadas, las que conjugan sus rumbos con los que definió el país en sus
doscientos años de existencia: respeto a la ley, división de poderes,
libertades públicas, prensa libre, justicia independiente. No pareciera que ese
sea el rumbo. La presidenta viajó a Libia y le dijo a Khadafi que se sentía
unida a él por sus viejos sueños juveniles. No satisfecha con esto, y luego
postuló un acuerdo estratégico con Angola -cuyo sistema político es de los más
autocráticos del Africa, con un presidente que gobierna desde hace tres
décadas- que poco aporta a la economía ni a la imagen internacional de la
Argentina, lugar donde expresó una de sus curiosidades interpretativas sobre la
historia: que el Che Guevara había combatido en ese país "para lograr la
democracia" (¿?)
Mientras, por el contrario, toma distancia y agrede de
manera soberbia y sistemática a los liderazgos de los países con los que
compartimos objetivos de democracia y libertades desde hace muchas décadas,
incluso a aquellos -como España- que nos
brindó ayuda rápida e incondicionada en momentos dramáticos para el país, que
ni siquiera ha reconocido, prefiriendo escudar la vocación tramposa en la
impostura de un grotesco nacionalista.
No hay unidad regional, si se decide cortarle el gas a Chile
violando convenios, pedir cohechos al Uruguay para una obra de dragado
imprescindible para nuestro vecino, suspender a Paraguay del Mercosur por un
capricho de bajo nivel o caer en el ridículo -del que no se vuelve- de asumirse
como "maestra de Siruela" de la política francesa o norteamericana...mientras no
se tiene capacidad ni siquiera para controlar la orgía de violencia delictiva
que azota el propio país.
La unidad, en síntesis, no es coherente con el ataque
permanente y sistemático a quien no rinda pleitesía, no ya sólo en el campo
opositor, que hace tiempo dejó hasta de soñar con esa posibilidad por las
actitudes oficialistas, sino en sus propias filas. Lo puede testimoniar el
gobernador de Buenos Aires, o los cientos de miles de trabajadores bonaerenses
que no pueden acceder a su aguinaldo porque la señora dispuso que no se le
giraran los recursos necesarios para ello, como represalia por haberse atrevido
el gobernador, rompiendo la "unidad", a desmarcarse de su subordinación más
desmatizada.
O su propio ex - socio camionero, a quien como castigo por
querer renovar su cargo al frente de la central obrera sin el permiso
presidencial, le dividen la central sindical, en una agresión que no responde a
ningún objetivo de democratización del movimiento obrero sino a acercarse más
aún a la vieja "unidad" del propio proceso militar: ni siquiera disimulan con
el protagonista, sino que eligen para representar al kirchnerismo en la gesta
antimoyanista a quien trabajara hace tres décadas como informante del tenebroso
"Batallón de Informaciones 601" delatando compañeros que luego serían objetivos
de los grupos de tareas.
La señora presidenta debiera tomar nota que su búsqueda de
la "unidad", si fuera sincera, la encontraría acompañada de todos los argentinos
de bien. Para ello, debiera convencerlos con hechos que su actitud es sincera.
Porque como plantea las cosas su gobierno, y ella misma, la sienten como algo
muy cercano a otra gran impostura.