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Shocks

Shocks

Por Enrique Szewach
martes 03 de abril de 2012, 18:24h
En medio de la globalización, los países están permanentemente sometidos a shocks externos, definidos como cambios bruscos en el contexto, que no se pueden controlar.

Los shocks más frecuentes que enfrentan los países de la región, por su particular inserción en la economía internacional son, simplificando, los derivados de la fluctuación de los precios de los productos de exportación (básicamente, commodities),  y los vinculados con los movimientos bruscos de los flujos de capitales.

Frente a esta situación, cada país ha desarrollado distintas "tecnologías" . Chile, por ejemplo, creó un fondo anticíclico, construido a partir de la evolución de su principal producto de exportación, el cobre. Cuando el precio internacional sube por encima de cierto valor, ahorra la diferencia, y cuando baja, gasta parte de lo acumulado previamente, de manera de suavizar los efectos del ciclo.

Complementariamente, mantiene  una política cambiaria flexible, para apreciar o devaluar, de acuerdo a las circunstancias, y una política monetaria, consistente con una baja tasa de inflación interna. A veces, se introducen trabas al ingreso de capitales de corto plazo.

Brasil, por su parte, también ha utilizado impuestos y restricciones al ingreso de capitales de corto plazo, y ha concentrado su política antishock, respecto de los precios de los commodities, en la política cambiaria y monetaria. 

Otra vez, tipos de cambio flexibles (apreciando o devaluando según lo que se necesite), y tasas de interés fuertemente positivas (bien por encima de la tasa de inflación), o algo menos positivas, para manejar el ciclo. 

Mientras que la política fiscal presenta algunos desbordes en los períodos electorales, y cierta austeridad, en los momentos más ¨calmos" políticamente, siempre con desequilibrios financiables, sin recurrir al abuso de la emisión del Banco Central. 

De esta manera, alguno de nuestros vecinos responden a los momentos de ¨vientos de cola", y a los períodos de "viento de frente", intentando evitar fluctuaciones bruscas de la actividad económica, la tasa de inflación y el empleo. No "maximizan" en la bonanza, pero sufren menos en la "malaria".

La Argentina, en cambio, no desarrolló ninguna política para moderar los períodos de bonanza, y cuando sorprendieron los malos, se hechó mano de "stocks" acunmulados previamente.

Fue así que, ante la crisis internacional del 2008 y la brusca caída de los precios de nuestros productos de exportación y el flujo negativo de los capitales, se expropiaron (con el apoyo de gran parte del espectro político) los activos de los fondos de pensión,  y se transformó un flujo de ahorro mensual, en un impuesto.

 Esto permitió moderar la recesión del 2009, pero al costo de una brusca reducción del ahorro de largo plazo en pesos, y con consecuencias estructurales graves, que ya se verán, cuando en algunos años, haya que modificar, nuevamente, el sistema previsional.  

Superada la primera etapa de la crisis internacional, los shocks de los últimos años, fueron básicamente "internos". 

Primero, la sequía del 2010, después la aceleración de la salida de capitales, en medio de un marco de descontrol en el manejo fiscal y de la política salarial, camino a la reelección. Junto a una absurda política energética que terminó con el autoabstecimiento de años.

  La respuesta a estos "shocks", también incluyó el uso de los "stocks": la apropiación creciente de las reservas del Banco Central, sumado a un estricto control de cambios y de importaciones. Junto con el uso de la emisión para financiar gasto público y estimular la demanda.

Pero el uso de "stocks" ante cambios en el escenario, tiene  sentido, si se enfrentan problemas transitorios. 

Sin embargo, tanto la salida de capitales, como la necesidad de importar energía, se presentan, al menos para los próximos años, como irreversibles. (El control de cambios modera la salida pero frena el ingreso, y aunque hoy se modificara la política energética, harán falta años para revertir la tendencia importadora).

Ante esta realidad, , lo aconsejable es cambiar cuanto antes las políticas, en lugar de insistir con el uso de reservas y el financiamiento del Banco Central. 

De lo contrario, los problemas que se tratan de solucionar, se agravan, acumulando tensiones que se arreglan, al final del día, con cambios bruscos y descontrolados. Ese es el riesgo que se debería evitar
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