lunes 04 de mayo de 2015, 08:12h
En la Argentina, el gobierno no cree en el sistema de
precios.
Para ser justos, como, al decir de André Malreaux, "los
pueblos tienen los gobiernos que se le parecen", una mayoría de los argentinos
no cree en la eficiencia del sistema de precios, para asignar recursos, decidir
entre consumo y ahorro, o entre consumo e inversión. O para encontrar el
equilibrio entre oferta y demanda.
Es cierto que, como en todos los países, el mercado tiene
imperfecciones, y existen precios que deben ser regulados, pero para eso, en el
mundo, se crearon eficientes sistemas de defensa de la competencia y del
consumidor y entes reguladores, para aquéllos sectores que, por tecnología,
conviene que sean atendidos por pocas empresas. (Básicamente, algunos segmentos
de los servicios públicos).
Pero no es menos cierto que, con estas salvedades, el
sistema de precios se ha probado como el mejor, o el menos malo, de los
mecanismos para tomar decisiones económicas.
Pero, insisto, los argentinos no creemos en las ventajas de
asignar por precio, y preferimos "administrar" la escasez.
Escasez que, paradójicamente, sólo existe porque no dejamos
funcionar al sistema de precios.
Antes de seguir, no confundir los precios con la inflación.
La inflación es la variación, mes a mes de los precios. Como le cuento siempre,
una economía cerrada al comercio internacional, tiene un nivel de precios mayor
que otros países, abiertos a la competencia.
Pero esto explica por qué un celular es más caro en la
Argentina siempre, respecto de otros países. No explica por qué un mes el
producto sube un 5% y otro mes un 20.
Retomo
Como los precios en la Argentina responden, en su mayoría, a
decisiones administrativas, y no a condiciones de mercado, los funcionarios,
para favorecer la demanda y el consumo de corto plazo, y tener contentos a los
votantes, fijaron los precios por debajo de lo que requería la oferta, creando
faltantes.
Y dado el faltante, por sus propias políticas, después se
dedican a administrar el faltante.
Así nos pasó con la energía. Los funcionarios fijaron
precios artificialmente bajos y, por lo tanto, se cayó la producción y la
exploración de petróleo y gas.
Es decir, no falta petróleo y gas, porque se acabaron, más
allá del agotamiento geológico de algunas áreas, faltan...a estos precios. Pero
ahora, para que no falten más todavía, hay que pagar internamente más caro de
lo que cuesta en el mundo.
Además, con precios artificialmente bajos, aumenta la
demanda, y se despilfarra.
Ni que hablar de los temas distributivos, porque, con este
sistema, se favorece, en términos
absolutos, a los que más consumen, en lugar de proteger a ciertos sectores,
imposibilitados de pagar los verdaderos precios, mediante subsidios al ingreso.
Pasó lo mismo con algunos productos del agro. Prohibición de
exportar carne o trigo, para tener bajo los precios. Más de cien frigoríficos
cerrados, y fuerte caída en la producción de trigo. Al final del día, carne
cara y productos panificados caros.
Pasó lo mismo con la electricidad, se administran los
"cortes" porque falta energía...a estos precios.
Y con el transporte público. Se "regaló" el boleto de tren,
no se invirtió por una década, con el agravante, en este caso, que murió gente,
como consecuencia de la desinversión. Y ahora, finalmente, se hace algo de
inversión, más pensando en elecciones que en otra cosa.
Finalmente, como ya le comenté en varias columnas (perdón la
insistencia), no quisimos reconocer el precio del dólar compatible con el descontrol
fiscal y monetario que se creó, entre otras cosas, para financiar las
importaciones de energía y el gasto en subsidios destinados a que la oferta no
se caiga más, por los bajos precios.
Como el precio del dólar quedó bajo, respecto de los pesos
emitidos, aumentó la demanda de dólares y se cayó la oferta, entonces, para
administrar la escasez de dólares...a este precio, se creó el inexistente cepo
que, ahora se dice, no se puede levantar.
Las consecuencias de este particular manejo de la economía
es que estamos estancados en la producción (porque administramos los dólares
escasos) y no se crea empleo privado, porque no aumenta la inversión...a estos
precios.
En síntesis, hasta que no volvamos a tener precios
determinados en los mercados y no por los funcionarios, ayudando sólo a quienes
lo necesitan con subsidios al ingreso,
seguiremos estancados y administrando una escasez artificial.