¿Es suficiente ser 'Charlie Hebdo'?
Por
Adolfo Pérez Esquivel
domingo 18 de enero de 2015, 13:43h
Respaldar el derecho a la libertad de expresión no es
compartir el contenido de todas las expresiones. La provocación tanto como el
respeto son parte de la política democrática. Quien reprime la libertad de
expresión reprime la democracia, esto es, el derecho de los pueblos a
empoderarse. Por eso ha sido muy importante el unánime rechazo por parte de
países de todo el mundo al atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo.
Quienes deciden y ejecutan estos actos han creado muros de
intolerancia e intentan justificar el uso de la violencia por todos los medios.
El terrorismo entendido como la intención de generar muerte, pánico y miedo
para someter un pueblo no tiene religión ni ideología, no busca la vida, sino
la muerte.
Desde chicos se aprende que cuanto más uno se enoja con los
chistes, más burlas recibirá. Y en efecto, de sencillos 60 mil ejemplares
Charlie Hebdo ha pasado a publicar 3 millones, por las crecientes solicitudes
internacionales. Nadie con dos dedos de frente puede pensar que este atentado
tenía como fin terminar con una publicación o hacer agachar la cabeza a Europa.
Todos somos Charlie, por supuesto, pero no es común que los
jefes de la OTAN se reúnan para encabezar una movilización callejera. ¿Quiénes
resultan beneficiados con este atentado? ¿Por qué a muchos señores de la guerra
también les conviene ser Charlie?
Con muchos elementos dudosos, los atentados del 11 de
septiembre de 2001 en EE.UU. desencadenaron un nuevo régimen internacional de
control e injerencias militares internacionales, basadas en mentiras para
ejecutar planes económicos y geopolíticos. Hoy el objetivo es un Medio Oriente
controlado por la OTAN. En esto se enmarca el envío este mismo miércoles del
portaaviones Charles De Gaulle que hizo el presidente de Francia hacia el Golfo
Pérsico para bombardear y "conjurar amenazas del exterior".
Pero aquel 11 de septiembre también despertó un régimen de
excepción para la propia población estadounidense encarnada en el Patriot Act,
y en la sesión parlamentaria del martes ya comenzaron a definir la versión
francesa, cuya base es el Loppsi 2.
El asesinato de periodistas debe investigarse en profundidad
para obtener justicia para los familiares y los franceses, así como deben
investigarse las acciones del terrorismo de Estado de las potencias militares
en nuestros países y a través de sus ejércitos secretos, tal como lo investigó
el suizo Daniele Ganser en su libro Los ejércitos secretos de la OTAN. No
podemos olvidar la ocupación de Francia en Haití para derrocar a su presidente
en 2004, su actual e histórico papel colonial en Africa, Asia y también Medio
Oriente, la producción y venta de armas a todo el mundo, etc.
Tampoco podemos olvidar que la ONU está investigando a
Israel por crímenes contra la humanidad luego de los ataques criminales a miles
de civiles en Palestina, el uso de fósforo blanco, entre otros experimentos. En
esa oportunidad tampoco importó el derecho internacional ni la vida, pero su
presidente estuvo presente en la marcha. Lamentablemente este atentado reactiva
el miedo al árabe cuando muchos países europeos están reconociendo a Palestina
como un Estado soberano con derecho a existir y gobernarse.
Ninguna acción pública ni particular de terror puede
llevarse a cabo en nombre de la libertad, el miedo paraliza, la democracia
moviliza. La democracia y el respeto se ganan con más democracia y respeto.
¿Es realmente fortalecer a la OTAN una neutralización de
estos grupos (con falsa o verdadera bandera) que buscan el terror? O tal vez
sería más inteligente que numerosos países creasen una revista internacional en
conjunto para que las religiones puedan satirizarse mutuamente y jaquear a los
violentos. ¿La paz se obtiene con diálogo e igualdad, o con más ejércitos,
atentados y sufrimiento? ¿Es suficiente ser solamente Charlie Hebdo?
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz