Uno a cero a Suiza en el alargue
Sufriendo, con un Di María enorme, Argentina pasó a los cuartos de final
martes 01 de julio de 2014, 15:32h
Cuando todo estaba listo para los penales, cuando solo faltaban dos minutos para que finalizara el tiempo suplementario, una pelota que roba Palacio en la mitad de la cancha, se la da a Messi, y el mejor del mundo, que estaba apagado, se iluminó, encaró, habilitó a Di María, que entrando por derecha, le dio de primera y nada pudo hacer el arquero suizo. Y para que el sufrimiento fuera aún mayor, en el último minuto un cabezazo de los suizos, pegó en el palo y le dejó la clasificación a la Argentina.
Faltaban solo dos minutos para la definición por penales
ante la débil Suiza. Nadie entendía nada. La súplica era para que apareciera
Messi, este Messi que aparece de a ratos nomás, pero que en esos ratos hace la
diferencia. Y frotó la lámpara nomás, su arranque no le dio la posibilidad a
los suizos ni siquiera de derribarlo para reagruparse, y con su electrizante
arranque la ilusión se volvió a encender. Fueron segundos nomás, parecieron
eternos, lo vio a Di María, que entrando por la derecha le dio de primera y la
puso lejos del alcance del arquero. Y de ahí en más el delirio, las lágrimas,
de los jugadores, de los hinchas en el estadio, y en toda la Argentina, un
desahogo que tardó 118 minutos en explotar pero que sirvió para ubicar al
seleccionado entre los ocho mejores del mundial.
El esquema elegido por Sabella quedó a mediatinta. El
reemplazante del Kun Agüero fue el Pocho Lavezzi, más famoso por sus abdominales
que por su juego, quien por disposición del entrenador ocupó un lugar de
volante/delantero en el que no terminó por cumplir ninguna de las dos
funciones.
Es por eso que hasta el entrenador se dio cuenta de ese
error se vio dos posturas bien diferentes del seleccionado: un primer tiempo en
que el conjunto argentino dominó, aunque sin encontrar los espacios para
generar peligro, y donde los suizos tuvieron las dos situaciones más claras de
esa etapa. La primera fue tras un desborde de Shaquiri por derecha y su centro
atrás encontró solo a Xhaka y su disparo fue salvado de gran manera por Romero.
En la otra, el arquero dudó en salir en una contra, y el delantero suizo la
quiso picar pero quedó corta y Romero no tuvo inconvenientes en atrapar el
disparo.
En la segunda etapa se vio otra selección. Con actitud se
llevó por delante a Suiza, que ya resignó hasta el contrataque y se quedó
aguantando el resultado. Higuain, Di María y Messi tuvieron oportunidades, pero
entre el arquero, y las malas definiciones, el equipo no pudo abrir el
marcador.
Sabella, a pesar de ver replegado al conjunto europeo, no
arriesgó en ningún momento, y cuando decidió sacar a Lavezzi dispuso el ingreso
de Palacio, y, ya en el alargue, cuando Rojo -de buen partido- no daba más, su
reemplazante fue Basanta, y no un volante ofensivo.
Ya en el alargue, en el primer tiempo Suiza se hizo dueño de
la pelota. Empezó a tenerla, es cierto que sin generar peligro, pero el olé que
bajaba de las tribunas, los brasileros se dieron cuenta por donde viene la
mano, y el entrenador se preocupó por la situación.
Los últimos quince, Biglia entró por Gago, Argentina volvió
a manejar el partido, los suizos solo querían llegar a los penales, y la
esperanza estaba puesta en la aparición de Messi, y en el corazón de Di María y
de Mascherano, que se desparramaban por toda la cancha y hasta parecían correr
por el resto de los compañeros.
Y ahí sí, lo ya contado, Palacio, Messi, Di María y a otra
cosa. Pero como las sorpresas y el sufrimiento en este mundial están a la orden
del día, faltaba ese cabezazo del delantero suizo recién ingresado, que
paralizó los corazones de los cuarenta millones de argentinos, y ese palo
bendecido por el Papa Francisco, que no se quiso quedar afuera de los festejos
y ayudó con sus poderes celestiales a que Argentina se ubique entre los ocho
mejores del mundial.
Ahora habrá que esperar que sucede entre Bélgica y Estados
Unidos, para el próximo sábado dar un paso más en búsqueda de la Copa del
Mundo.